Hoy quiero hablarles del artículo “Los unos y los otros” de Rosa Montero publicado en El País y que me hizo llegar mi querida Maryzela Zamora, mujer a la que admiro por su empuje, su ética laboral y su capacidad de escucha. Quiero decir: no me sorprende que fuera ella quien me lo compartiera. A menudo hablamos de estos temas. Ya casi le entro a eso. Antes, un anuncio.

Cuando Delfino.CR fue fundado tomamos la decisión de no aceptar publicidad de partidos políticos. Teníamos claro que se trata de una fuente de ingresos significativa en temporada de campaña electoral, pero nos sentíamos más cómodos y a gusto con la idea de poder prescindir de esa necesidad. Naturalmente ninguna relación comercial que hayamos tenido, que tengamos o que tendremos tuvo tiene o tendrá injerencia alguna en nuestra agenda editorial, pero nos resultaba romántica la idea —lo acepto— de prescindir de este insumo en particular.

Pues bien: nos toca rectificar. Nuestro modelo de negocios no está alcanzando. Lanzamos nuestra lista de correos en junio del 2017. En diciembre, abrimos las suscripciones apostando por el modelo NY Times de lograr consolidar un financiamiento directamente sostenido por la propia audiencia. El inicio fue prometedor: para el mes de marzo teníamos 2000 personas apuntadas. Entendíamos que este notable empujón inicial respondía en buena medida a un grupo de personas que conocía mi trabajo y quería ayudar al proyecto, pues en ese momento realmente el valor agregado que ofrecía la suscripción no era tan significativo. Es decir: este grupo de personas eran personas que en su mayoría creían en Delfino.CR y querían ayudar al proyecto a mantenerse operando. Fue gracias a ellas que decidimos cumplir el sueño de convertirnos ya propiamente en un medio de comunicación y lanzarlo como tal en mayo del 2018.

Ahora bien, como les decía, en esos primeros 6 meses llegamos a 2000 personas. Hoy, 24 meses después, tenemos 2100 suscripciones. Mucho podemos hablar de por qué no logramos mantener un crecimiento escalonado (tamaño de la audiencia en Costa Rica, crisis de la COVID-19, nuestra torpeza en mercadeo, etc) pero lo cierto es que como emprendimiento estamos otra vez en un momento complicado. Tenemos que movernos para continuar. Y por eso tomamos la decisión que acabo de anunciarles.

Siguiendo en el plano de la honestidad: si bien me entristecen estos números no puedo decir que me resultan incomprensibles. Ciertamente sobreestimé la cantidad de gente que podría encontrar suficiente valor en nuestro proyecto como para invertir un café al mes en una suscripción (pensé que podíamos llegar a 10.000 en 5 años) pero no puedo pretender que no sabía que Costa Rica es un mercado pequeño y que la gente tan interesada en las noticias como para pagar una suscripción es un porcentaje poco significativo. Encima, como saben, nuestro énfasis es política y prescindimos de abordar los temas más populares para la audiencia costarricense (farándula, sucesos, fútbol masculino) lo que si bien fue una decisión consciente y muy adrede, pone las cosas un poquito más cuesta arriba.

De cualquier modo a mí no me gusta quejarme ni mucho menos llorar la leche derramada. Solo tengo cabeza para pensar en soluciones y trabajar en ellas. Les cuento esto porque este espacio es de rendición de cuentas y considero imperativo en él la confianza y la transparencia. Además, la verdad sea dicha, estoy inmensamente orgulloso de lo que hemos alcanzado con lo que teníamos a mano. En todas las otras áreas el proyecto ha llegado hasta donde podría llegar. Lograr su sostenibilidad es uno de tantos retos, si bien, claramente, el más importante pues todos los demás dependen de ese.

Naturalmente el respaldo de nuestros socios comerciales ha sido clave para llegar a este punto. Empresas como Coca Cola, Movistar, BAC y Ulacit son ejemplos de eso: socios comerciales, no anunciantes. Para mí ese concepto es clave. Estas compañías han entendido la importancia de desarrollar alianzas estratégicas de largo plazo, que nos permitan crecer juntos buscando siempre un valor agregado para la audiencia. Para lograr este tipo de vínculos ha sido clave conversar en persona, directamente, con quienes ocupan altos puestos de tomas de decisión. Y cuando digo directamente me refiero a que voy yo mismo.

Les cuento: tenemos décadas de ver la publicidad de forma cuadrada reduciéndola a: “¿Cuánta gente puede ver mi anuncio?”. Cuando tengo la oportunidad de conversar con personas que lideran empresas más maduras y un poquito más empapadas de lo que sucede a nivel global puedo explicarles por qué hoy en día la publicidad puede y debe reimaginarse. Cada vez son más las marcas líderes que van entendiendo esto. No se trata solo de a cuántos puedo llegarle sino a quiénes y sobre todo a cómo.

Me explico: si bien no mucha gente paga una suscripción lo cierto es que la ciudadanía costarricense está cada vez más informada y más educada. Correlación no implica causalidad pero ilustremos con un ejemplo menor y simpático: Tal vez solo 2100 personas pagan por leernos (ustedes, ¡gracias!) pero en un buen mes alcanzamos a más de un millón. Lo que quiero decir es que cada vez más la población tiene mejores elementos para tomar mejores decisiones y exigir más de las personas en posiciones de liderazgo, en las que naturalmente no incluyen solo a quienes ostentan cargos políticos, sino también a quienes dirigen empresas, cooperativas, organizaciones no gubernamentales, etc.

Así, calentamiento global, equidad, igualdad, accesibilidad, sostenibilidad, responsabilidad social... no le resultan a la audiencia criterios “extraños”. Por ello, esperan de empresas líderes mucho más que anuncios de sus productos. Esperan una comunicación integral, que ubique a estas compañías como parte activa del tejido social con capacidad de impacto más allá de un cierre de contabilidad. Y esto, cada vez más, lo han ido entendiendo nuestros socios comerciales, que apuestan por tener un canal dentro de nuestra parrilla para comunicar mucho más que el precio de un producto en descuento.

Ahora bien, este tipo de alianzas, les contaba, responden a la posibilidad de conocernos y entendernos en persona. Eso no ha resultado sencillo: yo trabajo desde las 9:00 a.m. hasta la 1:00 a.m. Somos poquitos, pero hacemos mucho: hacemos de todo. Así que no dispongo de mucho tiempo más allá del que ya utilizo en atender las tareas diarias de un medio de comunicación de alcance masivo. De feria llegó la pandemia y bue... las reuniones en Zoom claramente no son lo mismo, que lo diga Villalta tras su participación en Estado Nacional de Teletica.

Así que nada: quería contarles esto. Yo soy optimista y aunque ya llevo cuadro décadas encima sigo sintiéndome lleno de energía para sacar esto adelante. Como les he dicho en muchas ocasiones: hay mucho que queremos hacer pero todavía no podemos hacerlo. En la medida en que vayamos sumando más aliados comerciales, podremos. Y hacia eso vamos. Pero en el camino tenemos que irnos adaptando a las circunstancias y por eso hoy, tomamos la decisión que les anuncié.

Dicho lo cual: claro que hemos recibido ofertas para vender el proyecto. Es normal. Podríamos. Créanme que recurrentemente me seduce la idea de retirarme a las montañas de Turrialba, rodearme de vacas, vender queso y despejar la vista en el verde sin acceso a redes. Pero nos sigue resultando imperativo que este proyecto mantenga su independencia editorial para tomar decisiones que tal vez no son populares, pero seguimos considerando necesarias. Por ejemplo: yo tengo claro que en este momento la opinión pública tiene poco interés en el Acuerdo de Escazú, pero considero importante discutirlo y por eso conversamos con la ministra de ambiente el jueves pasado en Café Para Tres. El video no ha llegado ni a 4000 reproducciones, pero para mí cada una de ellas es inmensamente valiosa. Y ya que estamos: qué nivel de funcionaria. Me dejó una excelente impresión y bien saben ustedes que no suelo decir eso.

Ahora sí, ¿hablamos de Rosa Montero? Nada que yo diga honra lo suficiente ese artículo, que espero en mi corazón estas 2100 personas a las que llego hoy decidan leer. Así que lo mejor que puedo hacer, naturalmente, es citarla. Cierro entonces con su cierre, enviándole a cada uno de ustedes, hoy, que precisamente es el Día del periodista, como siempre, toda mi gratitud.

El sectarismo, en fin, es una desgracia mental, una mala ortopedia, unas muletas a las que los pobres humanos recurrimos, sobre todo, cuando estamos perdidos o asustados o doloridos. Nos protegemos con palabras vacías y con la adhesión cerril a un grupo, pero en realidad por debajo de esa ideología de cartón está la vida, como explicó maravillosamente Ernesto Cardenal, sacerdote, revolucionario sandinista, poeta y sabio conocedor del alma humana: “Me contaron que estabas enamorada de otro / Y entonces me fui a mi cuarto / Y escribí este artículo contra el Gobierno / Por el que estoy preso”.