Por Giuliana Cappella Flores - Estudiante de Ingeniería Informática

La impresión 3D, también conocida como manufactura aditiva, es parte de las tecnologías que conforman la Cuarta Revolución Industrial. En unos años, tener una impresora 3D en el hogar será lo “normal”, así como es normal tener un microondas. Un estudio hecho en Estados Unidos muestra que solamente por imprimir objetos para el hogar, cuyos diseños se descargan de manera gratuita, en cuestión de 6 meses el usuario recibe un 100% de retorno de la inversión (Peterson y Pearce, 2017). Además, según Apuy (2019), el valor de mercado de la impresión 3D en el 2018 fue de 190,000 millones de dólares y ha logrado consolidarse aún más con la presencia de la COVID-19. Lo anterior se debe a que el 21 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró la enfermedad por COVID-19 como pandemia.

Consecuentemente, se dio el fenómeno de haber más demanda que oferta de equipo de protección personal como mascarillas, caretas, protectores de orejas, respiradores y otros (Tino y Chepelev, 2020). Yo soy parte de la comunidad de impresión 3D desde hace 5 años y puedo afirmar que, ante el desabastecimiento, las personas en diferentes países trabajaron por un objetivo en común: producir temporalmente parte del equipo de protección personal faltante.

Muchos diseñadores subieron sus archivos a internet para que otros en cualquier parte del mundo pudieran imprimirlos de manera local o bien adaptarlos a las necesidades. Este carácter iterativo de diseños propició la formación de grupos locales y regionales en plataformas de comunicación digital como Facebook y Whatsapp cuya meta fue encontrar e imprimir soluciones rápidas para ayudar a proteger al personal de atención en salud del virus. Lo anterior pone en evidencia características muy interesantes acerca de la impresión 3D. La primera es que permite una rápida capacidad de respuesta ante momentos de crisis, ya que es utilizada para el prototipado y la iteración constante de diseños, mientras que otros tipos de manufactura industrial tardan más en poder dar respuesta. (Chong y Chua, 2020).

El segundo aspecto interesante es que se logró producir de manera descentralizada. Es decir, quienes aportaron los insumos durante las primeras etapas de la pandemia en varios países, incluido Costa Rica, fueron personas, universidades y empresas en diferentes partes del territorio que tienen impresoras 3D. La impresión 3D fue un agente importante durante las primeras etapas de la pandemia. En este punto es muy válido cuestionarse si la impresión 3D cumple con los estándares de calidad necesarios como para ser usados por persona de salud. Pero fue tal el impacto de esta tecnología ante la COVID-19 que instituciones como la FDA se vieron en la necesidad de generar manuales para regular el uso de piezas impresas, lineamientos que no existían previo a la pandemia y que dan más credibilidad a la manufactura aditiva.

La repuesta de las personas que imprimen en 3D fue digna de admiración. El trabajo que realizó la comunidad es ejemplo de solidaridad, compromiso, ganas de ayudar y humanidad. Si bien las partes impresas en 3D son vistas más como un prototipo y se prefiere su uso solamente cuando hay disponibilidad del equipo médico real, durante esta pandemia han sido de gran ayuda para proteger al personal de salud. Gracias a la COVID-19 ahora se tiene más confianza en la manufactura aditiva y cada día se suman más personas a la comunidad. Así que, le pregunto a usted, ¿no es este un excelente momento para potenciar el uso de las impresoras 3D en el país?

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas:
• Apuy, E. (2017). Perfil de la oferta costarricense especializada en tecnologías 4.0. http://sistemas.procomer.go.cr/DocsSEM/20A998F7-39C0-4B39-99AC-083233A2367A.pdf
• Choong, Y. y Chua, K. (2020). The global rise of 3D printing during the COVID-19 pandemic. Nature Reviews Materials, 5(9), 637-639.
• Petersen, E. E. y Pearce, J. (2017). Emergence of home manufacturing in the developed world: Return on investment for open-source 3-D printers. Technologies, 5(1), 7.
• Tino, R. y Chepelev, L. (2020). COVID-19 and the role of 3D printing in medicine. Open Access