Por María José Guzmán Duarte – Estudiante de la carrera de Ingeniería Biomédica
La vida nos da lecciones de las cuales nosotros escogemos si levantarnos o lamentarnos, depende de nuestra voluntad y deseo de seguir adelante si escogemos seguir adelante a pesar de las circunstancias. Siguiendo este mismo principio, Badilla (s. f.) señala que:
La resiliencia, o capacidad para sobreponerse a la diversidad es un concepto novedoso que surge de la inquietud por identificar aquellos factores que permiten a las personas sortear las dificultades y condiciones adversas que se le presentan en su vida cotidiana de manera exitosa (párr. 2).
El año 2020 fue un año de cambios que probablemente nadie esperaba, muchos esperaban recibir un título de graduación, o viajar. Ciertamente dentro de nuestros planes no se encontraban las situaciones que actualmente vivimos: buscando nuevas formas de generar ingresos debido a las cancelaciones y suspensiones de contratos laborales o estudiando de manera virtual a través de una computadora. Todo lo anteriormente mencionado ha sido causado por la pandemia provocada por el COVID-19, un virus que ha cobrado la vida de millones de personas a nivel mundial y que, lamentablemente, sigue dejando una huella en nuestra sociedad. Además de afectar nuestra salud, ha afectado nuestra economía y las relaciones sociales como las conocíamos.
En Costa Rica, por un lado, la economía ha sido sumamente afectada. De acuerdo con el Ministerio de Economía, Industria y Comercio de Costa Rica (2020):
Las pequeñas empresas son las que han sufrido en términos generales la mayor afectación, ya que un 60% han tenido que tomar alguna medida de reducción de sus planillas, con la mayor proporción (28%) en disminuciones superiores al 75 por ciento (p. 13).
Debido a los estragos que el virus ha causado, muchas familias han tenido que reinventarse en muchos sentidos y ser resilientes ante la situación actual. Al respecto, Solano (2020) apunta que:
La pandemia del COVID 19 es un problema complejo, que implica para su solución un análisis desde diferentes disciplinas y desde la perspectiva de la salud pública, la economía, la ecología, la bioinformática, entre otros, mediante modelos no lineales que obligan a repensar nuestro estilo de vida y a redefinir nuestras prioridades (párr. 4).
Debido a la nueva realidad que enfrentamos se ha desencadenado mucho estrés, así como ansiedad en las personas debido a su complejidad, es de suma importancia para mostrar nuestra resiliencia al COVID-19, aceptar la situación actual, apoyarnos los unos a los otros, practicar el auto cuidado y, lo más importante, aprender de las lecciones que nos ha dejado la pandemia (Barbado y Fernández, 2020).
Ser resiliente no quiere decir que no sentiremos dolor, incomodidad o dificultad ante las adversidades, simplemente estas nos dará la fuerza necesaria para hacerle frente a esas situaciones y sacarles provecho. Debemos tomar en cuenta que todos somos resilientes, solo debemos mantener nuestra resiliencia apoyándonos en diferentes recursos, permitiéndonos aceptar la situación para hacerle frente. Así como se ha demostrado en tiempos de COVID-19 con la reinvención de muchos personas y sectores al continuar laborando de manera virtual, al estudiar por medio de diferentes plataformas virtuales o al crear nuevos emprendimientos basados en las necesidades que han surgido en las personas debido a la pandemia (Rivero, 2020).
