Mediante un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, Nicole Woitowich, experta en investigación biomédica de la Universidad Northwestern, advirtió que los ensayos de la vacuna moderna COVID-19 no están analizando los datos por sexo. 

Esto es preocupante porque sabemos que los hombres y las mujeres responden de manera diferente a los virus y las vacunas".

Según Woitowich, las mujeres pueden generar una mayor respuesta inmune a las vacunas y, en general, son menos susceptibles a las enfermedades virales en comparación con los hombres.

Los primeros informes han demostrado que COVID-19 no es diferente, y los hombres tienen enfermedades más graves y mayores tasas de mortalidad en comparación con las mujeres. Pero el sexo nunca fue mencionado fuera de describir quiénes eran los participantes del estudio".

El estudio de Woitowich, financiado en parte por los Institutos Nacionales de Salud (NIH), demuestra el incumplimiento de las pautas impuestas por la propia NIH. Desde el 2016, los Institutos Nacionales de Salud implementaron una política que requiere que la investigación financiada por la NIH considere el sexo como una variable biológica.

Es decepcionante ver que si bien NIH ha desarrollado políticas para mejorar nuestra comprensión de cómo el sexo influye en la salud y la enfermedad, no se está implementando en la práctica de la investigación".

Históricamente, las mujeres han permanecido subrepresentadas en la investigación biomédica, lo que ha llevado a lagunas en la comprensión de la salud de las mujeres.

Un estudio reciente en Northwestern descubrió que la data sobre mujeres en la mayoría de las investigaciones científicas es limitada.

El estudió analizó más de 700 artículos científicos en nueve disciplinas biológicas (durante los últimos 10 años) para determinar si todavía existe un sesgo sexual dentro de la investigación biomédica.

Según los resultados finales, la cantidad de estudios con participación masculina y femenina aumentó del 28% en 2009 al 49% en 2019, sin embargo, no existió un aumento en el número de estudios que diferencian los datos por sexo.