Por Jessica Núñez Gamboa – Estudiante de la carrera de Psicología

Los retos a los que las personas se enfrentan están estrechamente relacionados con la capacidad para adaptarse en diferentes contextos. Esto quiere decir que desarrollar conocimientos técnicos no es suficiente, ya que cada día las empresas están más interesadas en la capacidad que tienen los individuos para proponer soluciones, emplear su creatividad, conocer cómo resolver conflictos, entre otros. A esto se le conoce como habilidades blandas, es decir, competencias que definen el comportamiento de una persona más allá de lo que ha estudiado, por lo tanto, son hábitos que además le permiten diferenciarse entre un grupo (Schulz, 2008).

Sumando a lo anterior, cada vez es más importante identificar cuáles son estas habilidades con las que cuenta la persona. Sin embargo, puede resultar interesante conocer por qué pareciera que estas aptitudes comienzan a importar únicamente cuando se está en busca de un puesto laboral. Esto no quiere decir que se limite a ello, ya que, en los últimos años, se ha incrementado la cantidad de publicaciones como artículos y noticias que refuerzan la importancia de estas, así también, las escuelas, colegios y universidades aplican estrategias para reforzarlas o desarrollarlas.

Pese a esto, aún existen creencias que minimizan la potencialización de las habilidades blandas, tales como el liderazgo o la comunicación. Para ejemplificar esto, hay que mirar el acontecer diario de miles de estudiantes: sucede todavía que se sigue restringiendo a aquellas niñas y niños que son más participativos dentro del ámbito escolar, principalmente por los pares que suelen burlarse de quienes tienen mayor actividad en las aulas, lo cual crea etiquetas despectivas que se reducen a la mediocridad dominante y que culminan en muchas ocasiones en acoso escolar (Castillo, 2011).

También, sucede en las aulas que los docentes restringen el comportamiento de aquellos alumnos que hablan más. Algunos de estos son etiquetados con trastorno de hiperactividad o con un comportamiento dominante y, probablemente, han sido reportados como estudiantes que “habla mucho en clase”. Sin embargo, ¿acaso no es esta una de las habilidades que se busca en el ámbito laboral denominadas como creatividad, herramientas de comunicación, negociación, entre otras? ¿No será acaso que estas actitudes etiquetadas como comportamientos inapropiados son la base de lo que las empresas buscan?

La mediocridad dominante debe comprenderse como la resistencia que tienen las personas ante lo nuevo o diferente, pero, sobre todo, es la indisposición para realizar una tarea, desarrollar una habilidad o finalizar alguna cosa que se ha iniciado y que toma fuerza en un grupo que está en un estado de confort. Por lo tanto, en el ámbito escolar, se puede decir que estas actitudes dominan a aquel que sobresale con el objetivo de introducirlo en la misma dinámica que el grupo tiene, puesto que el no hacerlo generará tensión emocional al no sentirse parte del grupo y aún más si se es víctima de la burla de los pares.

Finalmente, es necesario decir que se debe reforzar y orientar en la niñez aquellas conductas que se han buscado reprimir o que son consideradas inapropiadas porque disrumpen la clase, ya que detrás de una niña o niño considerado hiperactivo se puede encontrar a un adulto con las habilidades necesarias para ocupar puestos importantes que requieren el contacto constante con otros.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

Referencias bibliográficas: