Cincuenta atletas que escaparon de conflictos armados o persecución en sus países natales buscan un cupo para integrar el equipo de refugiados en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. Ahora se preguntará usted: ¿Equipo de refugiados? Efectivamente. Desde las olimpiadas de Río 2016, el Comité Olímpico Internacional (COI) permite a los atletas, que por alguna u otra razón tuvieron que pedir refugio en otros países, competir bajo la bandera olímpica. 

Según la página oficial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), para los jóvenes desarraigados por la guerra o la persecución, el deporte es mucho más que una actividad de ocio. Se convierte en una oportunidad de ser incluidos, hacer amigos y desarrollar habilidades para la vida. Un catalizador para empoderar a las comunidades de refugiados.

En Río de Janeiro 2016, diez atletas refugiados de cuatro países compitieron en natación, atletismo y judo. Entre ellos se encontraban dos nadadores, dos judocas, un corredor de maratón y cinco corredores de media distancia. Conozca los rostros y algunas frases que marcaron sus vidas:

1. Rami Anis: viene de Siria y vive en Turquía. Compitió en natación, 100 metros mariposa.

En la bolsa que llevé tenía dos chaquetas, dos camisetas y dos pantalones – era una bolsa pequeña. (...) Pensé que iba a estar en Estambul un par de meses y que después volvería a mi país”.

2. Yolande Mabika: viene de República Democrática del Congo y vive en Brasil. Compitió en judo, peso medio.

El judo nunca me dio dinero, pero me dio un corazón más fuerte. (...) Me vi separada de mi familia y lloré muchísimo. Empecé con el judo para tener una vida mejor”.

3. Paulo Amotun Lokoro: viene de Sudán del Sur y vive en Kenia. Compitió en atletismo, 1.500 metros.

Sé que corro en nombre de todos los refugiados. Fui uno de los refugiados que estaban allí, en el campamento, y ahora tengo en una situación que apenas me podía imaginar.

4. Yusra Mardini: viene de Siria y vive en Grecia. Compitió en natación, 200 metros estilo libre.

Había gente que no sabía nadar. Habría sido lamentable si se hubiera ahogado alguien en nuestro bote. No iba a quedarme sentada y quejarme de que me iba a ahogar”.

5. Yiech Pur Biel: viene de Sudán del Sur y vive en Kenia. Compitió en atletismo, 800 metros.

En el campamento de refugiados no hay medios ni instalaciones, ni siquiera tenemos zapatos. No hay gimnasio. Hasta el tiempo está en nuestra contra, desde muy temprano en la mañana y hasta la tarde es muy caliente y soleado”.

6. Rose Nathike Lokonyen: viene de Sudán del Sur y vive en Kenia. Compitió en atletismo, 800 metros.

Nunca me había entrenado. Era la primera vez que corría y terminé segunda ¡Estaba muy sorprendida!”.

7. Popole Misenga: viene de República Democrática del Congo y vive en Brasil. Compitió en judo, peso medio.

Un niño necesita una familia que le diga lo que debe hacer, pero yo no la tenía. El judo me ayudó a tener serenidad, disciplina y compromiso. Este deporte me lo ha dado todo”,

8. Yonas Kinde: viene de Etiopía y vive en Luxemburgo. Compitió en atletismo, maratón.

Normalmente, entreno cada día, pero cuando escuché las noticias (acerca del equipo de refugiados), comencé a entrenar dos veces al día, todos los días, teniendo los Juegos Olímpicos como objetivo. Es una gran motivación

9. Anjelina Nadai Lohalith: viene de Sudán del Sur y vive en Kenia. Compitió en atletismo, 1.500 metros.

Todo quedó destruido. Cuando tienes dinero, es cuando tu vida puede cambiar ¿Qué sería lo primero que haría si ganara un gran premio? Construir a mi padre una casa mejor”.

10. James Nyang Chiengjiek: viene de Sudán del Sur y vive en Kenia. Compitió en atletismo, 800 metros.

Puede que entre ellos haya atletas con talento que aún no hayan tenido la oportunidad de ser descubiertos. Nosotros también somos refugiados y algunos de nosotros hemos tenido esta oportunidad de ir a Río. Tenemos que echar la vista atrás y ver dónde están nuestros hermanos y hermanas. Si uno de ellos tiene talento, podemos invitarle a entrenar con nosotros y permitirle mejorar su vida”.

Par formar parte del equipo de refugiados, se necesita tener las marcas mínimas para clasificar a las olimpiadas y ser un refugiado verificado por las Naciones Unidas.

El Equipo Olímpico de Atletas Refugiados se somete a la normativa de los juegos como cualquier otra delegación, sin embargo, el costo de la preparación e indumentaria deportiva está a cargo del Comité Olímpico Internacional.

Tomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional, comentó en 2018:

En un mundo ideal, este equipo no debería existir. Pero, desafortunadamente, las razones por las que creamos este equipo antes de Río 2016 todavía persisten".

Es importante destacar que, desde 1994, el COI ha donado más de 5 millones de dólares para apoyar al ACNUR de las Naciones Unidas y constantemente destaca las historias positivas a través de sus canales oficiales.

Sumidos en esta dinámica, el Comité Olímpico Internacional y la Federación Internacional de Judo publicaron este martes la historia de la judoca Sandra Hass, originaria de Siria y una judoca con la ilusión de formar parte del selecto grupo clasificado a Tokio 2021. 

La historia de Aldass

Si no me hubiera sentado sin hacer nada, me habría vuelto loca".

Sandra Aldass pasó nueve meses en un campo de refugiados en los Países Bajos en 2015. Ella había logrado escapar de la guerra civil. Su esposo y su hijo de dos años y medio se quedaron en Siria, mientras ella buscaba el estatus de refugiada.

Sabía que eventualmente vendrían y que tendríamos un buen lugar para vivir. Eso me permitió refrescarme un poco".

Su esposo, Fadi Darwish, también judoca y entrenador nacional, se había quedado en Siria porque su salario todavía podía mantener al hijo pequeño durante los estragos de la guerra. Después de casi seis meses sin una pizca de contacto, la familia finalmente se reunió. Tres meses después se fueron a su nuevo hogar a las afueras de Amsterdam.

A partir de ese momento, Sandra y Fadi tenían el desafío de construir una nueva vida e integrarse en una cultura extranjera. El judo, nuevamente, los rescató de peores desgracias.

Estás allí por primera vez y todo es difícil: el medio ambiente, la gente, la cultura. Todo a tu alrededor es diferente. Tienes otras responsabilidades. Tienes que estudiar, encontrar trabajo. No todo es fácil como cuando volviste a tu país”.

La pareja encontró dojos a su alrededor, sin embargo, todavía habían barreras que superar. Inicialmente, Darwish no pudo enseñar porque requería un certificado holandés para trabajar.

Para Fadi, obtener este certificado implicaba entrar en una escuela de idiomas e incluso volver a competir, pese a estar retirado. Sumados a estos "peros", la judoca Aldass quedó embarazada y dio a luz al segundo hijo de la pareja.

Darwish acató por buscar a sus antiguos compañeros de equipo en Siria. Ellos también estaban esparcidos por toda Europa a raíz del conflicto armado. Los amigos accedieron a buscar un nuevo lugar para entrenar y Sandra no fue la excepción.

Todo el equipo llamó la atención de la Federación Internacional de Judo (FIJ). En 2019, el ente rector del judo los invitó a unirse al programa de apoyo para atletas refugiados, y un año más tarde, Aldass compitió con otros refugiados en la competencia por equipos mixtos del Campeonato Mundial.

Actualmente los días de la pareja están nuevamente dominados por el judo, como en los días más brillantes en Siria, y por la labor de ser padres.

Antes del coronavirus, en mi día normal despertaba y enviaba a mi hijo mayor a la escuela. Luego iba con mi esposo a Amsterdam (a unos 30 minutos en coche) para entrenar por la mañana. Luego regresar, él iba de compras, yo cuidaba de los niños, hacía las cosas alrededor de la casa, preparaba algo de comida y entrenaba por la tarde."

A raíz de la pandemia, la pareja colocó tapetes en el patio trasero de su hogar y Aldass aprovecha el espacio para entrenar arduamente porque la meta de clasificar a Tokio 2021 no sale de su mente. En la entrevista otorgada al COI, la judoca confiesa que es beneficioso tener a su esposo de entrenador y comparte la emoción de su sueño:

Guau. Sería un sueño hecho realidad. Es solo un sueño ahora, pero allá afuera sería un sueño hecho realidad. No lo creeré hasta que sea como, "guau, realmente lo logré. (...) Mis hijos me dicen: "Mamá, tienes que ir a los Juegos Olímpicos". Es el objetivo para toda la familia. Veremos. No estoy adelantándome más de la cuenta".

*Las historias e información recopiladas en esta nota vienen de la página oficial del Comité Olímpico Internacional y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).