• El trabajo de Franklin Chang Diaz le funcionó como ejemplo para creer que sus sueños podían hacerse realidad.

El pasado 3 de mayo, el sitio web de Forbes resaltó a un costarricense que trabaja en el Innovative Genomics Institute en UC Berkeley, en la producción pruebas para el coronavirus COVID-19 en California. Se trata de “una tecnología que los estados de EE . UU. necesitarán si van a 'reabrir' de manera segura”, destacó la nota. El nombre del científico costarricense es Enrique Lin Shiao.

Delfino.cr conversó con Shiao, de 32 años, para comprender con exactitud en qué consiste su trabajo y profundizar en el aporte que el tico hace en la lucha contra el coronavirus en el país norteamericano.

"A principios de marzo se hablaba mucho de la falta de pruebas en Estados Unidos, incluso había mucha polémica porque pruebas que el gobierno había empezado a enviar a todo el país resultaron problemáticas y de poca fiabilidad. En mi instituto, mi jefa, la Dra. Jennifer Doudna, directora del instituto de innovación genética, armó una reunión virtual con muchas personas para ver de qué manera podíamos los científicos contribuir ante esta pandemia",comenta Lin.

Nos cuenta que en la reunión se destacó la falta de pruebas de diagnóstico, así como su importancia para identificar casos y poder cortar la transmisión del virus. Como no había suficiente capacidad por parte del gobierno, se decidió que una de las cosas que iban a realizar era establecer su propia clínica de diagnósticos.

Robots y el orgullo de coliderar un grupo que lucha contra la pandemia

El costarricense comenta que trabajan con dos robots que ayudan en el proceso para detectar el virus, sus nombres son: Hamilton STARlet y el Hamilton Vantage. La prueba RT-qPCR de detección del SARSCOV2 que utilizan, es la misma que se usa en Costa Rica. El proceso, explicado por el propio Lin Shiao es el siguiente:

  1. Se preparan kits de colección que mandamos a clínicas.
  2. Reciben tubos con muestras de pacientes en un liquido que inactiva el virus.
  3. Las muestras pasan por el primer robot, el Hamilton STARlet, que saca un poco del liquido de cada tubo y lo pone en un placa que tiene 96 hoyos. La ayuda tecnológica permite que se procesen 96 muestras a la vez.
  4. Un técnico de laboratorio hace una extracción de ARN de las muestras que tarda un par de horas.
  5. Luego toman un poco del ARN extraído y se detecta si hay ARN proveniente del virus en las muestras de paciente.
  6. La parte de extracción de ARN es una que se va a automatizar. Ahí se utiliza el otro robot, Hamilton Vantage, que puede procesar más de 350 muestras en el mismo lapso de tiempo o un poco más rápido que en lo que un humano procesa 96.

Antes de que el COVID-19 estallara, el costarricense trabaja normalmente en investigación, enfocado en genética. No obstante, con la propagación del virus en suelo estadounidense, el laboratorio Doudna Lab, donde trabajaba, cerró de forma temporal.

Posteriormente, se dio la oportunidad de coliderar un equipo de más de 60 personas que trabajan en diferentes aspectos del proyecto. Él forma parte del equipo de validación que está conformado además por sus colegas: Jennifer Hamilton, Connor Tsuchida y Abby Stahl. Lin describe que trabajan duro y entrenan a un grupo de más de 30 voluntarios que corren las muestras de pacientes en el laboratorio clínico, basadas en las validaciones hechas por el equipo.

"Yo me apunté para hacer voluntariado y me llamaron para liderar la validación técnica junto a una colega, Jennifer Hamilton. No lo pensé dos veces y aquí estoy. Ha sido un reto grande poder coliderar este equipo ante esta pandemia, muy gratificante poder aportar de manera tan directa y además poder utilizar el entrenamiento científico que tengo para esto", nos dice.

Además añade que:

"Tenemos más de 800 personas que se han inscrito para ser voluntarios en nuestra clínica y la verdad me llena de muchísima inspiración ver a tanta gente lista para ayudar ante esta crisis, me da mucho optimismo de que todo va a mejorar".

Orgulloso del aporte y una inspiración de niño

El biofísico oriundo de Sabanilla reconoce que el virus que hoy enfrentamos no respeta fronteras. Afirma que conversa con sus padres que viven en Costa Rica y comparten las mismas ansiedades y miedo a la distancia.

“Estoy súper agradecido de poder aportar aquí de manera local, pero como digo, para el virus no existen fronteras y se necesita que en todas partes se intente cortar la transmisión, si no, continuaremos en esta situación por mucho más tiempo”.

Además, en su entrevista dada a Forbes señaló que se considera muy afortunado de haber crecido en Costa Rica en un momento donde era normal ver al astronauta Dr. Franklin Chang Diaz, en televisión y en vallas publicitarias. "Su ejemplo me hizo creer que muchos otros costarricenses creen que podríamos alcanzar las estrellas y que incluso nuestros sueños más locos podrían hacerse realidad", indicó el joven científico.

Cabe resaltar que en 2017 Enrique lanzó su podcast Caminos en Ciencia junto con su colega Kevin Alicea Torres. En la mencionada entrevista comentó que ese proyecto nació para contrarrestar la imagen negativa de los inmigrantes latinos en Estados Unidos. Su meta fue y sigue siendo destacar el trabajo excepcional que muchas personas latinoamericanas hacen en suelo norteamericano.