Por Kenneth Granados, Nicol Vargas, María Gabriela Castillo, Fiorella Peña y Blanca Vega – Estudiantes del Young´s Women´s Club de ULACIT

El calentamiento global llegó a sumar 1,5 grados Celsius, mientras grandes cantidades de hielo se derriten en los glaciares, lo cual ha provocado que el nivel medio mundial del mar haya aumentado 19 cm en 109 años. Existe un récord en las emisiones de gases de efecto invernadero nunca antes visto. Estos son algunos de los alarmantes datos actuales del cambio climático publicados por la Organización de Naciones Unidas (2019). El planeta se encuentra en un estado de amenaza. El mundo natural podría estar cambiando más rápidamente que la capacidad del ser humano de reaccionar. Este es un acercamiento a acciones consecuentes frente a esta problemática, específicamente las del movimiento feminista.

Recientemente, Costa Rica recibió dos reconocimientos ambientales por parte del Programa de Organizaciones Unidas para el Medio Ambiente, debido a acciones positivas como el Plan Nacional de Descarbonización 2050. Sin embargo, el país aún cuenta con algunos retos por resolver con respecto a la conservación del medio ambiente, como es el caso del cultivo de piña, que provoca la tala de árboles, la erosión de suelos y, sobre todo, la contaminación del agua subterránea.

Cada vez hay más personas que se suman a contribuir con innovadoras estrategias para preservar la vida de nuestro planeta, la mayoría de estas personas son hombres. Según Cristina Gallach, Alta Comisionada para la Agenda 2030 de la ONU en España, las mujeres están subrepresentadas en las mesas de toma de decisiones de las políticas energéticas y climáticas, a pesar de ser el género más afectado por el cambio climático. A partir de esto surge una reflexión importante: ¿cuál es el impacto del feminismo en la lucha contra el cambio climático?

Las mujeres son altamente sensibles a los asuntos ambientales. Por supuesto que, entre todas las luchas del feminismo, el principal objetivo es la igualdad y equidad de género. Aun así, la consciencia feminista en temas de cambio climático contribuye activamente, desde las prácticas individuales hasta las colectivas; por ejemplo, a través de la condena de productos de un solo uso, la promoción del consumo consciente —copas menstruales o toallas de tela— y el transporte ecológico. Sin embargo, estas dos son solo algunas de las acciones que impulsa el feminismo a favor del ambiente.

Otro ejemplo es el movimiento ecofeminista, el cual relaciona la subordinación de las mujeres con la destrucción del planeta y, de esta manera, acciona en favor de la defensa del medio ambiente y los animales buscando una convivencia pacífica con el ser humano, de la mano con la igualdad del género. De hecho, varias investigaciones confirman que “estadísticamente, a nivel internacional, las mujeres son mayoría en los movimientos ambientalistas y en la defensa de los animales” (Puleo, 2017, p. 210).

Una mujer que ha destacado de una manera rápida a nivel mundial ha sido la joven Greta Thunberg, quien parece representar todo aquello que a la sociedad le parece chocante hoy en día. Se trata de una mujer joven de 16 años, feminista, sin miedo a alzar su voz y ser escuchada. Ella ha hecho un llamado de acción importante a miles de personas alrededor del mundo para combatir el cambio climático y ejercer actividades que impacten en el bienestar y la conservación del planeta.

A pesar de ser una de las pocas jóvenes activistas por el medio ambiente, ella ha logrado transmitir discursos contundentes, como el que dio en la Cumbre del Clima de la ONU: “¿Cómo se atreven?”, que logran tener un impacto para que diferentes países comiencen a trabajar en planes para detener y combatir el cambio climático. Ha sido señalada con fuertes críticas y se le ha etiquetado como “solo una niña”, demasiado joven para dar su opinión y dirigir masa. Pero se equivocan.

Un acercamiento a la economía feminista

En el sistema patriarcal convergen muchas de las dimensiones de la sociedad. La explotación de los recursos obedece a dinámicas extractivistas que son fundamentadas en la lógica económica del capitalismo. La economía feminista muestra un camino distinto e invita a las personas a ser autosuficientes y evitar el consumo innecesario. (Rodríguez, 2015).

Esta autosuficiencia es necesaria para la autonomía y la seguridad alimentaria. En el pasado, las personas tenían sus propios huertos y animales para el consumo. En la actualidad, la necesidad de urbanizar disminuye la posibilidad de sembrar los propios cultivos. Las condiciones cambiaron, pero se puede innovar para seguir este modelo autosostenible. Existen proyectos específicos en poblaciones organizadas llamados huertos y granjas comunales. Allí el intercambio y la reciprocidad son la moneda de cambio. De hecho, la economía feminista es un buen ejemplo de estas prácticas, no solo en la industria alimentaria sino también en otros sectores fundamentales.

Al ser Costa Rica un país pequeño en extensión de terreno, tan diverso en sus recursos naturales y ambicioso en su compromiso con el medio ambiente, se han venido destacando reconocidas líderes en el cambio climático, como Cristiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y Melania Guerra, ingeniera mecánica, oceanógrafa y diplomática científica. Estas mujeres costarricenses han participado en el programa Homeward Bound, una iniciativa que aprovecha y desarrolla el liderazgo de mujeres en áreas de STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas, medicina) para generar impacto mundial en temas de ambiente y desarrollo sostenible. Este programa busca llevar a mil mujeres a la Antártida, en una década, con el objetivo de que trabajen durante un año en iniciativas para ayudar a combatir el cambio climático.

Pero ¿por qué solamente mujeres? De acuerdo con las estadísticas que presenta Homeward Bound, a pesar de que ellas representan el 60% de las graduaciones de carreras profesionales, solo un 10-20% llegan a tener puestos de poder de toma de decisión. (Homeward Bound, 2019). La contribución del feminismo en la lucha contra el cambio climático es un factor determinante para transformar la sociedad desde su estructura —a través del liderazgo consciente de las mujeres— hasta la educación y la cultura. Por ello, es imprescindible ejecutar practicas sostenibles individuales y colectivas que promueven ciertas expresiones del feminismo. Y, usted, ¿cómo ayudará al planeta?

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.

 

Referencias bibliográficas:
  • Homeward Bound. (2019). Reseña del Programa. Recuperado de https://homewardboundprojects.com.au/hbexperience/
  • ONU. (2019). Cambio climático. Recuperado de https://www.un.org/es/climatechange/un-climate-action.shtml
  • Puleo, A. (2017). ¿Qué es el ecofeminismo? Quaderns de la Mediterrània, 25, 210-214. Recuperado de https://www.iemed.org/observatori/arees-danalisi/arxius-adjunts/quaderns-de-la-mediterrania/qm25/what_is_ecofeminism_Alicia_H_Puleo_QM25_es.pdf
  • Rodríguez, C. (2015). Economía feminista y economía del cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad. Nueva sociedad, 256, 30-44. Recuperado de https://nuso.org/media/articles/downloads/4102_1.pdf