Si a cada una de las personas que realizan trabajo doméstico en Costa Rica se les reconociera su labor de forma económica, el país movería aproximadamente 8,3 billones de colones brutos más de lo que mueve actualmente.
Esta cifra, que equivale al 25,3% del Producto Interno Bruto (PIB), se desprende de los resultados del estudio de la Cuenta satélite del trabajo doméstico no remunerado de Costa Rica que el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU) y el Banco Central de Costa Rica (BCCR) presentaron la semana anterior y con la que pusieron el foco directo en el valor de las horas que se consumen en trabajo doméstico en el país y que en la mayoría de las ocasiones pasan ignoradas.
El estudio del impacto de estas horas se remonta a 2015, cuando los diputados de la Asamblea Legislativa aprobaron la Ley Nº 9325, Ley Contabilización del aporte del trabajo doméstico no remunerado en Costa Rica, que definió la medición del impacto que tienen estas horas de trabajo que no se pagan ,en la economía del país. Dicha medición se realiza a partir del Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) del Banco Central y de los resultados de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, que ejecuta el Instituto Nacional de Estadística y Censos y que es desde donde surge dicha cuenta satélite.
El propósito de la medida, y según en INAMU, es "la valoración económica del trabajo doméstico no remunerado que realizan los miembros del hogar en actividades productivas para autoconsumo" (como la cocina, la limpieza y el cuido, por ejemplo) a fin de visibilizar el aporte a la producción de estos servicios que precisamente por no ser remunerados, quedan excluidos de las cuentas nacionales.
El hecho de que hoy tengamos sobre la mesa y ante los ojos de la ciudadanía lo que valdría en colones el trabajo doméstico no remunerado, es un paso importantísimo en la conquista de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Se está visibilizando algo que es invisible: vos cocinás los frijoles y se comieron los frijoles, vos cuidás al chiquito y nadie lo ve. Es un trabajo que está absolutamente naturalizado que lo realicemos las mujeres históricamente y por ello el reconocer que ese trabajo está ahí es un punto de inflexión que nos obligará a activar políticas sociales que nos sitúen en otro lugar y en lo que pasa con las mujeres que han dedicado su vida entera a las labores del hogar, aseguró la Ministra de la Condición de la Mujer y Presidenta Ejecutiva del INAMU, Patricia Mora Castellanos, en una entrevista realizada esta semana en Noticias Repretel.
Mora agregó que un estudio de este tipo permite luchar contra el estereotipo de que una persona que realice las labores del hogar "no hace nada" o que "está de vaga", que son expresiones que la cultura popular muchísimas veces valida, visibilizando lo que significan estas horas de trabajo que mayoritariamente realizan las mujeres. La jerarca, de hecho, puso el ejemplo de cuánto se tendría que destinar al cuidado de una persona adulta mayor en un hogar y cuya cifra no se está pagando por este escenario del trabajo doméstico.
Los resultados principales del estudio (al que se puede accesar completo aquí) revelan que los hombres dedican un 7,9% de su tiempo al trabajo doméstico, mientras que las mujeres lo hacen en un 18% (es decir, más del doble). Además, del total de las horas que se requieren para realizar las tareas del hogar, las mujeres en promedio realizan el 71,8%, mientras que los hombres ejecutan apenas el 28,2%.
Si hacemos la comparación, y ese es el dato que arrojó la encuesta, las mujeres semanalmente estamos trabajando una jornada más, 7.9 horas más. Como nosotras cada día nos incorporamos más al trabajo fuera del hogar, sumándole la carga del trabajo doméstico nosotras tenemos doble o triple jornada, agregó la Ministra.
Monetariamente hablando y según los resultados del estudio, si a ambas partes se les pagase por esas horas invertidas, cada mujer debería recibir 2,9 millones de colones anuales (es decir 240 mil colones al mes, aproximadamente) mientras que cada hombre recibiría por su parte, 1,2 millones (100 mil colones mensuales). La diferencia en esa cifra es un ejemplo claro de la desigualdad en la materia y, aunque si bien es cierto es casi imposible que ese pago empiece a reconocerse al corto plazo, permite evidenciar ese objetivo final.
Imaginémonos cuanto costaría contratar a un enfermero para que cuide en tiempo completo a un adulto mayor en nuestros hogares; imaginemos cuanto costaría tener a una persona realizando las labores domésticas todo el tiempo, incluidos fines de semana. Reparemos cuánto significaría este monto económico en nuestros bolsillos y ante ese escenario, esa idea de que el trabajo doméstico no tiene valor, está para que se desquebraje rápidamente.