El Primero de Mayo es un símbolo de gloria en la historia de Costa Rica, un día marcado con luz en el devenir de Centroamérica. Hace 161 años, el viernes 1 de mayo de 1857, concluyó triunfalmente la Guerra Patria que conquistó nuestra Segunda Independencia Nacional. La invasión militar del expansionismo esclavista procedente de Estados Unidos fue derrotada por los Ejércitos Aliados de Centroamérica, comandados por el generalísimo José Joaquín Mora.
El Gobierno de la República decidió restaurar las celebraciones cívicas del Primero de Mayo con el fin de conservar y desarrollar el patrimonio histórico de la nación, así como honrar la memoria de las personas cuyas actuaciones eminentes han contribuido a la grandeza de la patria. El Ministerio de Educación Pública, a instancias de la Academia Morista Costarricense, incorporó estos festejos oficiales en el Calendario Escolar. La Municipalidad de San José convoca a la ciudadanía para celebrar el aniversario del triunfo, este jueves 3 de mayo de 2018, a las diez de la mañana, en el Parque Nacional.
El conflicto bélico de 14 meses, que costó 4800 vidas centroamericanas en los campos de batalla –más 27500 muertos por la peste conexa del cólera morbo en Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua–, acabó en una victoria decisiva, cuya buena nueva salió de Rivas para volar por todas partes. Los herederos de aquella gesta homérica recordamos con júbilo inmenso y con sentimiento de legítimo orgullo tan espléndido acontecimiento.
El presidente Juan Rafael Mora, Libertador y Héroe Nacional, pregonó el 6 de setiembre de 1857 desde el Congreso Nacional que el Primero de Mayo sería por siempre “día memorable para Centroamérica, día de gloria para la raza latina que ha sabido defender su religión y su patria y escarmentar debidamente a la horda salvaje que intentara sumirnos en la más oprobiosa esclavitud”. A su vez, el Poder Legislativo dispuso que “en recuerdo del triunfo completo de las armas de Centroamérica y de la expulsión de las fuerzas filibusteras, el día primero de mayo será feriado, y se celebrará en toda la república con la solemnidad posible” (art. 8, ley n.o 35, 27 de octubre de 1857).
Esta es la única celebración de una victoria a escala nacional y sentido trascendente en nuestro país. Laurel por la épica defensa de la soberanía política de Costa Rica. Galardón por la heroíca conservación de la integridad territorial de Centroamérica. Palmas a la titánica lucha por la independencia de Hispanoamérica. Corona universal por la supremacía de la libertad radiante sobre la esclavitud ignominiosa. Rubén Darío escribió que la Guerra Patria es “una de las páginas más brillantes en la historia solidaria de las cinco repúblicas centroamericanas”.
El presidente Luis Guillermo Solís dijo en su momento: “Nosotros hoy y después muchas otras generaciones de costarricenses estarán aquí, deberán estarlo, al pie de este grande Monumento Nacional, recordando a quienes nos dieron patria y libertad, a los que entregaron lo más sagrado que puede ofrendarse por una nación: la vida. A pesar de la escasa dimensión territorial y de la pobreza material de la joven Costa Rica, aquellos valientes sacrificaron su existencia porque eran ricos, millonarios y potentes de espíritu”.
En décadas recientes, otros festejos muy meritorios como el Día Internacional del Trabajo instaurado en 1889, o la Fiesta de San José Obrero instituida en 1955, habían desplazado la conmemoración de la Victoria Centroamericana del primero de mayo de 1857.
La importancia mundial de nuestro Primero de Mayo fue destacada en París desde 1891 por el sabio Élisée Reclus, creador de la Geografía Social, quien escribió: “El fracaso de los filibusteros no debe ser considerado de simple importancia local, por jugarse en esa guerra no solamente el destino de la América Central, sino en realidad la suerte de Estados Unidos y del Nuevo Mundo. ¿Por qué el nombre de Rivas no toma sitio en la historia de la humanidad, al lado del de Maratón? Las peripecias de la lucha americana no han sido menos emocionantes que las de los conflictos entre Europa y Asia, y la causa que triunfó no fue menos gloriosa”. (Nouvelle géographie universelle : la terre et les hommes, vol. 17, p. 486).
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