Costa Rica estado confesional
“Si el Estado es católico, yo quiero que sea saprissista para que me represente totalmente”. Si esa frase le parece absurda y risible, e inmediatamente usted se dijo a sí mismo: “esto no tiene sentido, pues el Estado no puede tener este tipo de características”, va a encontrar fácilmente el objetivo de este artículo.
En primera instancia, es importante mencionar que no se puede concebir al Estado con carácter humano, es decir, el Estado no es una persona. Sino más bien, es la unión de cuatro elementos básicos para su conformación: el territorio, la población, el gobierno y la soberanía. Algunas personas me pueden decir que sociológicamente esta definición sobre el Estado es reduccionista y escueta, pues existen una serie de teorías sobre esta categoría (marxista, liberal, anarquista, entre otras); sin embargo, dentro del Derecho Internacional esta es la definición que se maneja. Por tanto, la tomo como punto de partida para la discusión que deseo exponer.
El Estado al no ser una persona, no puede tener religión (ni tampoco la adhesión a un equipo de fútbol), pues estas afiliaciones son propias de las subjetividades y gustos de los seres humanos. Imagínense que, si concebimos al Estado como católico, apostólico y romano, estaríamos afirmando que el Estado “en forma humana” camina, probablemente, desde algún lugar del Gran Área Metropolitana, hasta la Basílica de los Ángeles en Cartago. Tal vez, llena una botella en forma de la virgen con agua “bendita” y entra de rodillas al templo pidiendo un milagro o pegarse la lotería.
Incluso, alguna persona puede postear en Facebook que vio al Estado el miércoles 14 de febrero, con una cruz de ceniza en frente y buscando opciones vegetarianas en un restaurante de comida china, pues le decía al mesero que sus creencias no le permitían comer carne.
¿Entienden el punto? Es sencillo: el Estado no puede tener una religión oficial, ya que las religiones, creencias espirituales, fe u otro nombre que quieran asignarle, son ejercidas y vividas por personas, así como usted y yo, es decir, mortales y tangibles.
En el caso de Costa Rica, no se ha logrado romper con esta perspectiva, y continúa siendo un Estado confesional. Por cierto, el único en todo el continente americano con esa característica. No obstante, el problema central no reside en concebir al Estado como ente capaz de tener religión, sino más bien, se ubica en la injerencia política y social que desempeña la iglesia católica en asuntos que no le competen.
También se debe añadir el financiamiento anual que recibe la Iglesia oficial por parte del gobierno, amparándose en el artículo 75 de la Constitución Política, en donde se afirma que “La Religión Católica, Apostólica, Romana, es la del Estado, el cual contribuye a su mantenimiento, sin impedir el libre ejercicio en la República de otros cultos que no se opongan a la moral universal ni a las buenas costumbres". No se puede dejar de mencionar que el presupuesto que recibe, proviene de tres entes gubernamentales: La Cancillería, el Ministerio de Educación Pública (MEP) y el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ). ¿Por qué en medio de la crisis fiscal no se cuestiona que el MEP entregó 411 millones de colones a la iglesia católica en el año 2015? Si vamos a debatir sobre el déficit fiscal, también problematicemos el presupuesto que deben pagar toda la ciudadanía, incluyendo creyentes en otras denominaciones y no creyentes, para mantener la religión de un grupo de personas; a pesar de que un sector de la población se encuentre de acuerdo en consolidar un Estado Laico.
Lamentablemente, hoy la discusión predominante se orienta alrededor de la oposición del sector conservador sobre los programas de Afectividad y Sexualidad Integral, intentando eliminar algo que no existe, la ideología de género, y que se ha convertido en la leyenda del “coco” moderno. Nadie puede describir el concepto con total claridad, pero apenas lo mencionan, todo el mundo entra en pánico y repiten la frase “familia y valores”, como oración salvadora.
Por otra parte, también hay que tomar en cuenta que la discusión no debe finalizar si algún día llegamos a tener un Estado Laico; pues actualmente muchos países que son estados laicos, destinan fondos a las iglesias y religiones. Incluso utilizan la fe como parte de la campaña política de partidos oficialistas. Tal es el caso de Daniel Ortega quien ha definido como lema de campaña: “Por una Nicaragua cristiana, socialista y solidaria”. Este solo es uno de los ejemplos que se podrían citar.
Partidos evangélicos en la política costarricense
Aunado a lo anterior, igualmente se debe analizar el incremento de apoyo a partidos neopentecostales en Costa Rica. En este caso, dichos partidos basan sus propuestas, planes de gobierno y su visión de la política desde los fundamentos de iglesias protestantes, tales como las evangélicas, pentecostales, presbiterianas, episcopales, luteranas y metodistas.
Es importante enfatizar que, en Costa Rica, este fenómeno político-religioso inició en el año 1981 con la fundación del partido Alianza Nacional Cristiana (ANC), el cual participó por primera vez en las elecciones presidenciales y diputaciones en 1986.
Este partido político fue el único partido neopentecostal que participó en las elecciones realizadas hasta el año 1998. En dichas elecciones se incorporó el Partido Renovación Costarricense (PRC) proponiendo a Sherman Thomas Jackson para presidente. En la fórmula para las diputaciones se encontró presente Justo Orozco, logrando ser el primer diputado en la Asamblea Legislativa, proveniente de un partido de este tipo.
Para el año 2002, nuevamente participan estas dos agrupaciones neopentecostales: ANC y PRC. En este contexto electoral, el Partido Restauración Nacional logró obtener los votos necesarios para contar con una curul dentro de la Asamblea Legislativa, asignada al pastor evangélico Carlos Avendaño.
Posteriormente, en el año 2006 el partido Alianza Nacional Cristiana se adhiere al Movimiento Libertario, y retira su participación de las papeletas. Por tanto, en estas elecciones, solamente se inscribió un partido neopentecostal: Partido Renovación Costarricense. Este nuevamente, logró obtener un diputado: Guyón Hol Massey.
En las elecciones del 2010, solamente se postula el PRC para la presidencia de la República. No obstante, se incorpora el Partido Restauración Nacional (PRN), en la papeleta para diputados y diputadas. En esta ocasión, ambos partidos logran obtener una curul respectiva; siendo electos nuevamente: Justo Orozco por el PRC y Carlos Avendaño por el PRN.
Para el 2014, se incorpora el Partido Restauración Nacional para las elecciones presidenciales, proponiendo a Carlos Avendaño. En este período electoral se cuenta de nuevo con dos partidos neopentecostales con candidaturas para la presidencia (PRN y PRC). Sumado a esto, se incluye el partido Alianza Democrática Cristiana (ADC) para las elecciones de diputaciones. Los resultados de este proceso dieron como resultado cuatro diputados neopentecostales: Fabricio Alvarado (PRN), Abelino Esquivel (PRC), Gonzalo Ramírez, (PRC) y Mario Redondo (ADC).
En este punto del texto me gustaría poder afirmar que se ha generado una disminución en la legimitación de los proyectos políticos neopentecostales y lo que representan con respecto al detrimento de los derechos humanos de poblaciones históricamente oprimidas y excluidas; sin embargo, ha sido el caso contrario. En las elecciones realizadas en febrero del presente año se presentó el auge histórico de estos partidos en lo que a votos alcanzados refiere.
En la siguiente tabla se incluye la información descrita anteriormente, y a su vez, se aportan los resultados de las elecciones presidenciales del 2018:
Las elecciones de este año, se han convertido en el iceberg de un proyecto político que se fundamenta en dogmas religiosos, que se materializa en discursos y acciones homolesbobitransfóbicas, xenófobas, racistas, patriarcales, elitistas; y que se articula con el conservadurismo de la iglesia católica. Todo esto da como resultado un proceso en donde se emplea la fe para ganar votos y sembrar odio. Pues pareciera que estos dos procesos van de la mano.
Lo que se viene: 2018-2022
A partir del primero de mayo vamos a tener una Asamblea Legislativa conformada, en gran parte, por diputados y diputadas pertenecientes a un partido neopentecostal que no tiene un plan de gobierno con ejes de acción definidos, pues solamente presenta una “guía que orienta”. Un partido político que definió como prioridad “eliminar la ideología de género”, sin saber que eso les implicará más tiempo de lo que creen, pues como ya lo dije: no existe. Una cúpula partidaria que atenta y violenta directamente contra los derechos humanos, proponiendo el retiro de Costa Rica de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y la eliminación del INAMU.
Por último, como ejercicio autocrítico, tengo que reconocer que durante años algunas personas nos hemos enfocado tanto en luchar por el Estado Laico (que es una reivindicación que se debe continuar exigiendo), e ignoramos el crecimiento constante que han tenido los proyectos neopentecostales.
Las cifras permiten evidenciar que, desde hace más de treinta y cinco años, partidos políticos basados en fundamentalismos religiosos han intentado ejercer poder, y hegemonizarse, desde el poder Ejecutivo y Legislativo; intentando imponer su cosmovisión y “valores” a quienes sostenemos otra posición. No obstante, sin importar el resultado de la segunda ronda electoral, la lucha debe permanecer viva, pues ser ciudadano o ciudadana no es solamente marcar con crayola una casilla cada cuatro años; sino más bien, es defender las causas en las calles.
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