Recuerdo un tiempo en que las invasiones de cancha eran pan de cada día en los medios. Veamos algunos casos.1995: un aficionado corrió desnudo a través de todo el campo de juego durante un partido Everton vs Manchester City. En el 2002, “Jimmy Jump” saltó a la cancha con la camiseta del Barcelona en medio del clásico. En el 2005, un fan disfrazado de árbitro interrumpió la final de la Champions League. En el 2014, un “Batman” se coló en un clásico argentino Boca – River. Era algo frecuente y los ejemplos sobran, por no mencionar episodios violentos y trágicos.
Dichosamente, la frecuencia de las invasiones de cancha – sean con fines de travesura, violencia, “selfie” u otros – ha disminuido. Las razones son variadas: endurecimiento de sanciones, incremente de vigilancia, campañas educativas, etc. Más hay una razón en particular que vamos a destacar: la estrategia de “visibilidad cero”. Se trata de no mostrar la invasión de cancha, de no transmitir al charlatán disfrazado de pollo que abraza al portero o al alborotador que corre desnudo por la cancha. Es una política no escrita que va más allá de la transmisión televisiva en vivo, pues incluye la prohibición en redes sociales, podcasts y otros medios.
¿Por qué funciona? Hay dos explicaciones básicas. Primeramente, porque se le quita al intruso eso que tanto busca: nuestra atención. Así de sencillo. ¿Para qué tanto esfuerzo preparando un plan, burlando la seguridad, pagando multas y hasta un posible encarcelamiento si el asunto se redujo a una carrera de 30 segundos ante una audiencia limitada? La recompensa se reduce sensiblemente. El otro factor es que se limita la propagación de este comportamiento – se corta el contagio social. Al no mostrar a los invasores no hay de donde aprender esta pésima conducta. Disminuye además el refuerzo simbólico (fama, diversión). Adicionalmente se evita caer en la trampa de normalizar algo indebido por simple repetición.
Ahora, un giro inesperado en la trama de este pequeño artículo. Como ciudadanos debemos aplicar la estrategia de “visibilidad cero” también a la política. No debemos retransmitir la charlatanería, la patanería, la burla. El agitador es a la política lo que el invasor de cancha es al futbol: un virus que estropea el espectáculo y detiene el juego. En ocasiones este comportamiento culmina en violencia y en algunas ocasiones en franca tragedia. Mejor enfoquémonos en el partido como tal. En anotar, en observar las reglas del juego y en respetar a los rivales. No prestemos nuestra atención a tanto grito y truco de feria. Vamos al futbol porque estamos perdiendo el partido de la salud, la educación y la seguridad.
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