En una sola legislatura estamos en camino a sobrepasar tres veces la cantidad histórica de homicidios en un año. La educación está en su punto más bajo en décadas. Según el último informe del Estado de la Educación, la mayoría de los jóvenes de noveno año tiene la capacidad de lectura de un niño de tercer grado, Más de 800 centros educativos tienen orden sanitaria.

La inversión en obra pública ha decrecido radicalmente en presupuesto. Los congestionamientos y desastres vitales son pan de cada día, el anhelado tren se empezará a construir en el 2026 con una versión mini que paso de 5 a 2 carriles y de más de 80 kms de recorrido a unos 50. El costo del pasaje se duplicará: los usuarios deberán de pagar más de 125 mil colones al mes por el servicio.

Nuestra seguridad social, antiguamente ejemplar, va colapsando por un gobierno que desde el primer año de gestión afirmaba que está quebrada y se rehúsa a contribuir sustancialmente al pago de su deuda, la cual oscila entre los 4 y 6 billones de colones (la típica receta para destruir una institución: dejar de financiar para que quiebre).

Se utiliza el maquillaje de números para abusar de quienes no conocen de banca central afirmando por ejemplo: "tenemos la inflación negativa", cuando el propósito de todo Banco Central es el alcanzar su predicción anual, para Costa Rica del 2.5%. Los que creen que una inflación negativa se refleja en una disminución de precios para todos están equivocados. Desagregando la cifra vemos que han caído los precios de artículos para los más pudientes, y han aumentado el de los más pobres.

Al igual que el tipo de cambio, el manejo de la política monetaria que mantiene un dólar fuerte en beneficio de los importadores, va una muestra de la subordinación ante el ejecutivo por una institución como el Banco Central por ley autónoma, con el propósito de que los gobernantes no usen su accionar en beneficio de algunos sectores, casi siempre financistas de campaña y aliados al gobierno.

En el circo de los miércoles anuncian la disminución del desempleo, pero jamás mencionan que la fuerza laboral, es decir la gente que ya no busca trabajo, se ha disparado al 50%, la mitad de la población activa, que posiblemente después de tanto intentar ha tirado la toalla, como decimos.

A mi juicio, lo peor es lo siguiente: el presidente no cesa en su intento por destruir el mayor tesoro nuestro: ¡la democracia! Descarga su incompetencia y oportunismo contra la Asamblea, los medios de comunicación, la Sala Cuarta, el fiscal general y ahora contra el inmaculado Tribunal Supremo de Elecciones. Ahora, para los nostálgicos de la Suiza centroamericana, según la última encuesta del CIEP, aumentó su popularidad a un 63%.

En este trágico escenario hago un llamado a los compatriotas conscientes, los intelectuales, los artistas, agricultores, a cualquiera que no haya perdido el sentido común. Por favor luchen, dejen atrás el miedo del represor: la fuerza de una sociedad consciente siempre vencerá el interés individual de unos pocos.

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