De nuevo hablamos de inteligencia artificial. Pareciera ser monotemático el contenido de estos artículos. Lo que en realidad queremos hacer es despertar inquietud por todas las maneras en las que esta potente tecnología está siendo disruptiva de todo el quehacer humano y quizás de otras formas de vida también.

Esto nos lleva a preguntarnos, ¿qué es esencial aprender en tiempos en que las máquinas digitales pueden realizar tantísimas tareas por nosotros, automatizarlas y escalarlas?

El pensamiento humano nunca será sustituido en cuanto a su versatilidad, diversidad y velocidad para integrar infinidad de conceptos en una sola idea aún sin verbalizarla. La pregunta obligatoria es, ¿qué tipo de pensamiento se requiere para robustecer el talento y sacarle el máximo provecho a las nuevas tecnologías que portamos en el bolsillo?

En cuanto a productividad, tenemos siglos o milenios de medir lo que somos capaces de hacer en función al factor del tiempo: una hora de dedicación a alguna actividad genera una cantidad determinada del resultados. Pero hoy en día la productividad puede crecer y escalar de manera exponencial —dos, diez, cien, mil veces— más allá de lo que era posible hace apenas tres años en función al tiempo dedicado. Sobre todo estamos entrando en una nueva era de la inteligencia artificial que consiste en la programación de agentes para hacer muchas más tareas de manera automática y aumentar la productividad de un ser humano a niveles nunca antes vistos.

Quizás la mayor diferencia que, al menos hoy continuamos percibiendo entre el ser humano y la máquina —el talento y la capacidad de cómputo— es la presencia. Esto es, tener noción mental de nuestra conciencia aquí y ahora. La ventaja que nos da respecto a la tecnología es que podemos cultivar la habilidad de percibir lo que emerge desde nuestro subconsciente y quiere manifestarse como una obra en la realidad. Ese es nuestro espíritu emprendedor.

Una de las maneras más tangibles, directas y accesibles para cultivar ese talento, que operará de manera híper-eficiente las máquinas que la modernidad nos brinda, es la práctica de hábitos de bienestar que alineen nuestro tiempo, esfuerzo y demás recursos a la persecución de metas alineadas a un propósito vital y trascendente. Esto implica entender para qué crear hábitos y cómo crearlos. Nuestra calidad y cantidad de vida depende de ello.

La humanidad evoluciona en la dirección de ser testigos pronto del primer ser humano en vivir los 120 años. Cada vez hay más súper-centenarios – personas que cumplen 110 o más años – y, por supuesto, muchos más centenarios alrededor del mundo. Eso es el resultado de múltiples factores genéticos, ambientales, sociales, políticos y económicos. Sobre todo, es el resultado de miles de decisiones íntimas, privadas y personales que tome una persona a lo largo de la vida respecto a su bienestar. Eso es indispensable aprenderlo.

Escuche el episodio 281 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Qué es indispensable aprender?”.

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Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.