Usted está leyendo este artículo en el año 2040 gracias a la era digital, pero fue escrito en el 2025. Y es que la realidad de Costa Rica es que nada cambia.
Las pensiones han iniciado un camino sin retorno debido a que, en los últimos 25 años de discusión, a ningún político se le ocurrió impulsar fuentes nuevas de financiamiento.
Se debió fortalecer el régimen del IVM con recursos frescos, como un canon de entre el 3% y el 5% de los ingresos brutos a las concesiones de obra pública. Se debió establecer un impuesto a industrias nuevas como el cannabis, el oro y el gas natural para fortalecer el régimen del IVM, pero no se pueden tocar.
Mientras tanto, siguieron aumentando la edad de retiro y disminuyendo el monto de retiro. Esos fueron los eruditos de la política.
Las listas de espera han sentenciado a muerte a los costarricenses, sin soluciones por parte de la clase política.
En infraestructura, todavía se sigue ampliando la Ruta 1 entre San José y San Ramón. A paso lento, pero el nuevo gobierno nos promete que ahora sí va.
Misma situación con la ruta a San Carlos: nos prometen que esta vez sí va en serio.
La ruta 27: se anuncia que se realizarán nuevos estudios de proyección de la demanda para obras de ampliación en algunos carriles, debido a que los estudios iniciales en 2025 no corresponden con la realidad actual y futura.
Vaya sorpresa: se analiza extender el contrato o brindar otro millonario aporte del Estado para dichas obras, a pesar de que la nueva concesión tiene pocos años de haber iniciado.
En cuanto a la concesión de Puerto Caldera, nos anuncian que tiene una saturación cercana al 70%, debido a que las obras nuevas de ampliación recién negociadas son insuficientes. Por lo que requiere una renegociación del contrato para aumentar los años de la concesión.
El nuevo gobierno nos promete que su prioridad será la instalación de escáneres para la lucha contra el narcotráfico en los puestos fronterizos pendientes, como el de Tablillas.
Seguimos discutiendo si debemos desarrollar o no el gas natural, mientras Panamá desarrolla su cuarto megaproyecto, que le genera miles de millones de dólares al año directamente al Estado panameño y en beneficio de todos sus ciudadanos.
El gas natural pudo evitar la quiebra del régimen de pensiones del IVM y darnos una pensión digna a todos los costarricenses adultos mayores.
Se pudo invertir más en educación técnica, ciencia y tecnología, y en infraestructura hospitalaria. Se pudo haber desarrollado los aeropuertos del sur y de Limón con mayor infraestructura. Pero todavía lo seguimos discutiendo: todo lo que “pudimos hacer”, pero que no hicimos.
La deuda se ha mantenido similar en los últimos 25 años. Pero nos prometen préstamos internacionales para amortiguar los intereses de la deuda y, 25 años después, los resultados siguen ausentes.
Las universidades estatales nos siguen prometiendo que esta vez sí van a destinar más recursos a las sedes regionales en las provincias costeras y declaran el año de la regionalización, ¡de nuevo!
Siguen concentrando más del 70% de sus presupuestos en sus sedes centrales, y las regiones periféricas siguen siendo las mismas aulas de las bananeras, pero pintadas y con aire acondicionado, y un mini gimnasio al aire libre. Una sola minibiblioteca que a toda hora está llena.
Pero nos prometen que esta vez sí lo van a hacer si les aumentan el 3% que solicitan al FEES.
En una reunión con las más altas autoridades de la CCSS, donde promoví un Instituto Oncológico Nacional para mejorar y modernizar la atención a los pacientes con cáncer, además de sufrir una intimidación muy clara contra mi propuesta, una persona que presentaron como asesor, con cerca de 80 años, argumentó que Costa Rica no necesitaba un Instituto Oncológico Nacional, porque él se atendía en Estados Unidos.
¡Sí! Por mi cabeza inmediatamente pasó el cuestionamiento de que no todos tenemos el dinero de un doctor pensionado para ir a atenderse a Estados Unidos. Pero ese era su argumento.
Todas estas situaciones las escuchamos durante todo el periodo entre el 2010 y el 2025, y hoy, en el 2040, seguimos escuchando los mismos argumentos.
Poco cambió en Costa Rica en la primera mitad del siglo XXI: generaciones perdidas, que vieron sus sueños truncados por la corrupción de la política costarricense y la irresponsabilidad de las autoridades universitarias, que miran a las regiones como si fueran ciudadanos de tercera categoría, sin los mismos derechos que quienes viven en la región central del país.
Así las cosas, todo sigue igual, nada cambia, 25 años después. Podríamos hacer un museo con las fotos de todos los políticos que nos han llevado hasta aquí en los últimos 30 años.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.