
El 25 de julio no es solo una fecha en el calendario. Es una lección viva de confianza, unión y visión compartida. La Anexión del Partido de Nicoya fue un acto voluntario, valiente y generoso que moldeó para siempre la identidad de Costa Rica. Pero cada año, al izar la bandera y entonar cantos folclóricos, se impone una verdad incómoda: la provincia que nos dio —y nos da— tanto sigue esperando lo que se le debe.
A pesar de ser una de las regiones que más aporta al desarrollo nacional —por su producción agrícola, su potencial turístico, su energía limpia, su riqueza natural, su cultura y su gente trabajadora—, Guanacaste arrastra una deuda histórica en infraestructura. Una deuda que se traduce en obras inconclusas, servicios básicos rezagados y proyectos que avanzan a un ritmo muy por debajo de las necesidades de una provincia pujante.
Las carreteras que conectan a Guanacaste con el resto del país son un claro ejemplo. La Interamericana Norte sigue siendo el eje logístico fundamental para la región, pero sus tramos inconclusos limitan el comercio, el desarrollo turístico y la seguridad vial. El caso del tramo Barranca–Limonal es revelador: su ampliación, iniciada en 2020, se detuvo en 2022 con apenas un 18 % de ejecución, tras una inversión parcial de $34 millones de un total presupuestado de $182 millones. La vía Limonal–Cañas, inaugurada en 2023, presenta defectos significativos que afectan su funcionalidad.
Estas rutas no son solo vías de tránsito; son los caminos por donde viajan los sueños de progreso, los productos del campo, los turistas que sostienen la economía local y las familias que se desplazan para estudiar o trabajar.
Lo mismo ocurre con la infraestructura hídrica, educativa y de salud. Hablar de agua potable, saneamiento, riego, escuelas y clínicas es hablar de derechos humanos, de equidad territorial y de dignidad. Una niña que estudia en un aula deteriorada, o una persona adulta mayor que debe recorrer horas para recibir atención médica, enfrentan desigualdades que contradicen los ideales de justicia social.
El gran aporte de Guanacaste
Según el Banco Central, el Producto Interno Bruto de la Región Chorotega alcanzó los ¢2,3 billones en 2021. La cuenca del río Tempisque cultiva más de 24.000 hectáreas de caña de azúcar y lidera la producción nacional de melón para exportación. La provincia también es un pilar de la ganadería costarricense, con un 20 % de la producción de carne nacional y un hato de 330.000 cabezas.
En el ámbito energético, Guanacaste genera más del 27 % de la electricidad que consume el país, a partir de fuentes limpias como el viento y la geotermia, esta última aprovechada en volcanes como el Miravalles. Además, alberga tres grandes áreas de conservación que protegen biodiversidad única y consolidan su rol como referente internacional en sostenibilidad.
El turismo es otro motor clave. Solo en 2024, la provincia recibió más de 880.000 visitantes, un aumento del 14,5 % respecto al año anterior, según el ICT. Playas, cordilleras, ríos y paisajes de ensueño hacen de Guanacaste un destino privilegiado... pero también una región que exige infraestructuras a la altura de su potencial.
Construir lo que hace falta no es un gesto de voluntad, es un acto de justicia. Cada carretera finalizada es una promesa cumplida. Cada acueducto rehabilitado es un derecho garantizado. Cada centro educativo o de salud mejorado es una vida dignificada.
La mejor forma de honrar la Anexión es con acciones. Con planificación, con inversión, con visión país. Porque solo así la historia se traducirá en un presente equitativo y un futuro verdaderamente próspero para todas y todos.
Escrito por Randall Murillo Astúa, Director ejecutivo de la Cámara Costarricense de la Construcción.