Me ha tocado escuchar de mis lectores que su sueño es escribir un libro. El comentario que le sigue inmediatamente a ese es: “pero a mí no se me da la escritura”. Siempre pregunto por qué piensan que no se les da la escritura y la gran mayoría responden que porque no saben escribir. Que el arte es muy profundo y elevado para ellos. Que lo ven inalcanzable. Esto siempre me intriga porque, desde mi perspectiva, el acto de escribir va más allá de solamente generar una trama para un género específico. Para mí, el escribir va desde enviar una carta a un amigo hasta un mensaje de WhatsApp contando las peripecias del día a alguien.

Es por eso por lo que cada vez que me hacen el mismo comentario, siempre recomiendo hacer journaling. Ustedes saben que nunca voy a dejar pasar la oportunidad de hacer uso de los anglicismos (bendita literatura inglesa, ojalá algún día puedan leer Beowulf), pero si lo quieren a lo tico es exactamente lo mismo que tener un diario. ¿Alguna vez leyeron a Arturo Pol y sus aventuras? Pues por ahí anda. El tener un diario, poner nuestros pensamientos por escrito, nos ayuda a tener más claridad ante tantas cosas que vivimos como seres humanos todos los días. El escribir sobre nuestro día, nuestros sentimientos o simplemente escribir sin un orden o agenda, ayuda a crear un espacio privado de claridad.

Algunos de los grandes escritores de la literatura tenían un diario. Es un espacio que no busca likes, ni views, ni aceptación general. Es para nosotros mismos y el proceso es tan viejo como la escritura misma. Kafka era un fanático de llevar diario, incluso Virginia Woolf. Por alguna razón, la práctica se perdió en el tiempo entre muchas personas y hoy por hoy es más una herramienta de autoconocimiento y gestión emocional, o al menos así lo venden los gurús emocionales de TikTok.

El acto de escribir un diario ayuda a reducir el estrés, nos ayuda a mejorar la memoria, y sí, aunque no lo crean, es un gestor emocional porque ayuda a ir fortaleciendo la resiliencia emocional. Muchos psicólogos lo usan como parte del proceso de sanación en algunos de sus pacientes.

La pregunta ahora más bien es: ¿qué formato es el recomendado? Existen muchas versiones digitales para hacer journaling, desde aplicaciones hasta Google Docs, sin embargo, y esto es preferencia personal, yo diría que el escribir a mano le aporta algo diferente al proceso. El crear con las manos y conectar con la mente es algo que las versiones digitales no me ofrecen. Ahora, si quieren escribir en su Moleskine y gastar mucho dinero en una libreta, es cuestión de ustedes, siempre y cuando le den uso.

Escriban, escriban, todos los días, aunque sientan que no tienen nada extraordinario por decir. Escriban para ustedes, no para alguien más. Ese diario nadie lo va a leer, es de ustedes y es para su proceso. Cuando se den cuenta, el acto de escribir les va a salir tan sencillo que no se darán cuenta cuándo mejoraron tanto. Y si no, como siempre, échenle la culpa al arte.