Todos hemos visto el perrito del meme que, sentado frente a una taza de café dice “todo está bien”, mientras su casa arde en llamas. Ahora mismo, esa es la situación del PLN, que no logra dar pie con bola.
“No hay desplome”, dice el secretario general del partido, Miguel Guillén Salazar, luego de que ayer sábado la agrupación política fracasara en su intento de celebrar su Asamblea Nacional. Recordemos que el round 1 (el sábado 12 de octubre) terminó suspendida en medio de un bochornoso pleito.
Se programó entonces la reunión para este sábado 9 de noviembre, léase, casi un mes después. Estimaría uno que en ese plazo de tiempo se negoció a lo interno del partido para evitar otro incómodo papelón público. No fue el caso. La convocatoria se fijó a las 10:00 a.m. pero solo había 48 delegados. Una hora después lograron contar 57. Dado que el mínimo necesario para realizar la Asamblea es de 66 no quedó otra más que levantar el chinamo.
Guillén adujo que él había advertido que las condiciones del clima podrían comprometer la actividad por lo que sugería suspenderla de previo. Es cierto: así lo solicitó de antemano. No se le escuchó, se mantuvo la cita en pie y pasó lo que pasó. Pero el drama trascendió la falta de quórum. Algunos de los delegados presentes manifestaron a la prensa que otros se habían quedado afuera del reciento adrede, con el fin de sabotear la asamblea.
Resulta incomprensible que se comporten de esa manera, mientras el partido hace agua. Delegados de Limón y Guanacaste que viajaron hasta San José se mostraron molestos y con razón. Aunado a esto, el precandidato Enrique Castillo Barrantes (por ahora el único “oficial”) envió un enérgico comunicado de prensa pues asegura que se le impidió ingresar como observador a la asamblea. Castillo denunció que le explicaron que se trataba de una reunión cerrada, sin invitados y espacio para el escrutinio político.
Esto resulta irónico pues el pleito medular dentro del PLN (a definir en esta asamblea) es el detalle de celebrar una convención abierta (todo el padrón puede votar) o cerrada (solo personas vinculadas al PLN pueden votar) para definir la candidatura presidencial del partido. Guillén, quien defiende la candidatura abierta, ha dicho que “he venido defendiendo que el PLN debe ser un partido abierto, inclusivo y participativo, que defienda el espíritu democrático”.
Diay... sí. Pero no parece muy abierto, inclusivo, participativo y democrático hacer echado a Castillo cuando se acerca a la convención: “Nos tiraron la puerta en la cara”, dijo el hombre. “Más allá de este desplante, lo que realmente enciende mi indignación es la falta de responsabilidad en la conducción del partido por parte del Comité Ejecutivo”, agregó. Acto seguido solicitó la renuncia del comité ejecutivo en pleno, es decir, el secretario general (Miguel Guillén Salazar), el presidente (Ricardo Sancho Chavarría) y la secretaria (Annie Saborío Mora).
Castillo asegura que los integrantes del comité ejecutivo “se resisten a dar el paso hacia una renovación urgente, ya que siguen aferrados a sus cargos, pese a la evidente falta de legitimidad”. Cuando un señor de 81 años le dice al secretario general del partido (a quien le lleva más de 30 años) que es hora de una renovación urgente pues... está claro que si bien no hay desplome sí que hay un des...astre.
¿Más evidencia del desorden interno?
Sobra. Este viernes el presidente del Tribunal de Elecciones Internas, Enrique Alvarado, le presentó la renuncia al Comité Ejecutivo. Sí, a 1 día de la asamblea. “Hasta que no haya una disculpa pública por parte de Nicolás y del Directorio Político este Tribunal ha decidido no participar en actividades partidarias, brindar asesoría electoral ni sesionar de manera ordinaria o extraordinaria”, escribieron.
¿Qué pasó? El tribunal alega que durante una reciente sesión el diputado Francisco Nicolás Alvarado cuestionó la imparcialidad, ética y honorabilidad del cuerpo colegiado. Consideran lo dicho por Nicolás “acusaciones infundadas” y exigen la disculpa pública. Como se quedaron esperándola Guillén tuvo que correr para designar un equipo auxiliar interino de cara a la asamblea del sábado que, como ya indicamos... no llegó a celebrarse.
En medio de aquel incendio Guillén hace lo posible por encausar las aguas: “Vamos a tratar también de que haya algún diálogo con el diputado Francisco Nicolás y que se den las aclaraciones y disculpas que se requieran, si es lo que amerita”, dijo a El Observador.
La nueva convocatoria para la Asamblea Nacional se fijó para el 16 de noviembre y, de una vez previendo otro “contratiempo” se reservó también el 23 de noviembre. Entretanto, el movimiento de la Juventud Liberacionista trata de llamar la atención de la élite del partido diciendo que “El PLN no es el “Country”. Vamos pues, que no hay desplome pero sí que hay crisis.
Entonces...
Comprensiblemente, los detractores del partido celebran todo esto pero mi posición “no popular” de hoy es sugerir que esta lamentable situación no debe alegrar a nadie.
Se los pongo en términos futboleros para que sea sencillo. Lo mejor que puede pasarle a La Liga es que Saprissa y Herediano sean competitivos. Lo mejor que puede pasarle a la Sele también. Una colección de partidos políticos en eterno estado de crisis dista de ser un escenario deseable para la democracia. Que el PAC colapsara, que el PLN lleve siglos sin dar pie con bola, que el PPSD naciera para desarmarse de inmediato tras sus primeras elecciones, que el PUSC se convirtiera en una sucursal de embajadas, ¡nada de esto es sano y digno de alegrarse!
Otro ejemplo.
Tras la salida de Kattia Cambronero Aguiluz del PLP el jueves pasado reproché la reacción del partido en mi reporte del viernes. El drama fue un calco del que asfixia al PLN: rollos de ego, afán de protagonismo e intrigas políticas del más bajo nivel. Llegaron al extremo de acusar a la diputada de ser disidente (a pesar de haber votado un 98% de las veces con la bancada...) y encima (cómo no) tratar de “quemarla” dando a entender que se está haciendo “de izquierda”. 🙄
Semejante bajeza argumentativa fue solo la antesala de otro berrinche: pedirle que renuncie a su curul y echarse una hablada de “traición” que no se compra nadie. Qué tristeza, el PLP se presentó como una alternativa a la política tradicional terminó haciendo... política tradicional. En su defensa, exactamente lo mismo hizo el PPSD.
Como sea, llevamos ya 2 años y medio de los cuatro que tenía el PLP para enamorar al electorado y los resultados en la Asamblea Legislativa no han sido de particular entusiasmo para quienes se sumaron al helicóptero naranja en 2020 (un nada despreciable 12,4%). Este sentimiento de “decepción” no es un secreto para nadie. Tampoco que precisamente Cambronero fue quien logró posicionarse un poquito más, ubicándose como un rostro visible del partido más allá del de Eliécer Feinzaig Mintz.
Entonces, en ese contexto, ¿creen realmente que la “movida” para levantar la imagen del partido es comportarse así tras la salida de la diputada? Por supuesto que no lo es, pero ahí van. Reitero: estas historias que hoy comparto no son buenas noticias amén de que quien las reciba no se identifique con el PLN o el PLP.
La figura de los partidos políticos tiene siglos de aparecer en último lugar cada vez que el CIEP le pregunta a los costarricenses por distintos protagonistas de la institucionalidad. Es claro y evidente que tenemos una crisis de representatividad y que en ese escenario caótico la escalera queda en manos del populismo y el oportunismo, no de ideas aterrizadas y comprometidas con una visión país particular. Es sano y deseable que exista un organigrama de partidos políticos con ideologías claramente delimitadas y con estructuras robustas pero seguimos viéndolos como simples maquinarias políticas de acceso al poder.
No tenemos ningún derecho a reprochar el uso de partidos taxi (cada vez más populares) si los “de verdad” una y otra vez se retratan como más de lo mismo pero con otra fachada. Se comportan como si fueran taxis naranjas, más vistosos y coloridos pero a la hora de la hora ofrecen el mismo servicio y encima lo cobran más caro.
Falta poco tiempo para que inicie la temporada de campaña. El país va a enfrentar una decisión muy importante en 2026. El mejor escenario al que podemos aspirar como costarricenses es a uno que nos presente una lista de opciones serias, ordenadas, congruentes, robustas y realmente comprometidas con su respectiva visión país. Si proyectamos desorden y desconcierto a lo interno de cada partido ¿con qué cara vamos a convencer a alguien de que tenemos una propuesta madura y meditada para gobernar un país entero?
No estamos preparando la convención para las elecciones del cole. Lo que Costa Rica decida en febrero de 2026 puede ser determinante al corto, mediano y largo plazo. No hay margen de maniobra para improvisar ni espacio alguno para rollos de ego. Ojalá nos demos cuenta más temprano que tarde.