Donald Trump logra regresar al poder en los Estados Unidos en una elección que posiblemente será para el olvido para el Partido Demócrata. Su candidata pasó en las sombras durante el gobierno de Joe Biden que tuvo sus aciertos, por ejemplo, poder impulsar más políticas de energías verdes que requería el país para recuperar su imagen frente al mundo, así como también tuvo un acierto en cuanto al despegue en temas como salarios y generación de empleos, logrando incluso reducir la inflación del país.
Sin embargo, destacan también sus errores, tanto a nivel interno como externo, la gestión Biden no fue brillante sino carente de ideas que le dieran esa imagen de país fuerte que se supone deben mostrar. Problemas migratorios, la inflación, el abordaje de los conflictos internacionales, incluyendo la salida estrepitosa de Afganistán y su respuesta a la crisis entre Israel y Hamas en Gaza fueron parte de lo que se le ha cobrado al saliente gobierno.
En cuanto a Kamala Harris, esta fue la candidata apagafuegos después de un primer debate desastroso por parte de Joe Biden quien hasta hace poco coqueteaba con la idea de reelegirse. Al ver que su músculo político no le daba para aguantar un round contra un agresivo Donald Trump, decidió huir y fue entonces que recorrieron a la vicepresidenta Harris, quien tuvo un interesante repunte, pero ya era tarde.
Aún así y pese a lo corto de la campaña, en números el resultado no es del todo malo y da capital electoral para la próxima elección presidencial, el Partido Demócrata debería considerar empoderar más a Harris como líder de la oposición y verla como una figura candidateable para el próximo proceso, en lugar de buscar generar todo desde cero o postular candidatos en medio de procesos desgastantes que polaricen las posibilidades del partido.
En cuanto a la elección de Trump, en la política interna se muestra un cansancio de los votantes en un líder sin alma (aunque para algunos con mucho corazón), pero han decidido decantarse con alguien que sea contundente o que al menos se muestre como tal, el peligro es que en su paso genera muchos incendios y polariza aún más a una sociedad que en ocasiones está a un disparo de una guerra interna debido al marcado segregacionismo social.
Con la llegada de MAGA (Make America Great Again) a liderar con más caudal político por primera vez desde que decidieron patrocinar esta campaña por lo que el tema económico, social y político en Estados Unidos será bajo una constante tormenta de disputas y de enfrentamientos ideológicos.
A nivel internacional hay muchas promesas de Trump relacionadas con conflictos activos y nefastos como la invasión rusa de Ucrania y los frentes activos de Israel en Líbano y Gaza (además de otros, como Siria, Irak, Yemen y Cisjordania), también para el proyecto político iraní la elección de Trump los pone en el ojo de la tormenta, así como es posible que Trump desee ampliar su proyecto abrahámico con otros países de Medio Oriente.
Los grandes opositores de Estados Unidos como Rusia o China "respiran" con cautela porque el carácter irregular del presidente Trump les pone a pensar si lo que se viene es un acercamiento o una retórica belicosa donde ellos pueden pasar a liderar el "eje del mal".
China, al ver el pasado, posiblemente sienta una amenaza directa de ataques por parte del presidente estadounidense. El gobierno de Moscú está más acostumbrado a un discurso menos de choque por parte del presidente Trump, pero dadas las circunstancias no sería extraño que decidan subirles el volumen a ciertos reclamos para imponer su criterio.
Los aliados occidentales de Estados Unidos se preocupan de las decisiones políticas que tome el presidente Trump, debido a su marcada agenda anti globalista y menos favorable al trabajo multilateral en temas como la defensa y la institucionalidad internacional. La OTAN y la UE posiblemente vean en el presidente Trump una amenaza a sus intereses de defensa mutua y de patrocinio económico en el sistema supranacional.
Por su parte, una vez más, pareciera que América Latina quedará fuera del mapa de intereses de Washington y habrá que conformarse con migajas de atención en temas específicos (narcotráfico, migración, etc.), aunque también con la nueva dinámica global, es posible que la región obtenga un poco de atención principalmente por la movilización de algunos actores de otras zonas en su afán por cercar estratégicamente las acciones de Estados Unidos.
La decisión estadounidense sobre Trump apenas está en caliente, ya no se puede hablar de él como un outsider de la política, ya se ha convertido en un viejo conocido del cual se conocen sus acciones y motivaciones, ahora solo falta ver en este segundo capítulo qué transformaciones está dispuesto a impulsar y quiénes entrarán en la lista de los intereses del nuevo líder de Washington para llevar a cabo estos procesos.
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