Las personas y la naturaleza no son simples objetos de consumo que se utilizan y se descartan. Debemos cuidarlas y amarlas con cariño, desde el corazón.
En la Antigua Grecia, se definieron varios “tipos de amor”. Así, por ejemplo, Eros era el amor pasional; Storge es el amor familiar; Philia era la amistad y el Ágape que es el amor incondicional, altruista y empático (su único objetivo es proporcionar el bienestar al amado).
Dar testimonio de ese amor, Ágape, significa ser congruentes en un estilo de vida en que el ningún tipo de abuso contra la Tierra (ambiente) o el ser humano, es tolerado. Esta defensa debe ser pacífica; pues los violentos abusos, no puede erradicarse con violencia.
“En el griego clásico profano el término kardia significa lo más interior de seres humanos, animales y plantas. En Homero indica no sólo el centro corporal, sino también el centro anímico y espiritual del ser humano. En la Ilíada, el pensar y el sentir son del corazón y están muy próximos entre sí. Allí el corazón aparece como centro del querer y como lugar en que se fraguan las decisiones importantes de la persona. En Platón el corazón adquiere una función en cierto modo “sintetizadora” de lo racional y lo tendencial de cada uno, pues tanto el mandato de las facultades superiores como las pasiones se transmiten a través de las venas que confluyen en el corazón. Así advertimos desde la antigüedad la importancia de considerar al ser humano no como una suma de distintas capacidades sino como un mundo anímico corpóreo con un centro unificador que otorga a todo lo que vive la persona el trasfondo de un sentido y una orientación.” Según expresó el papa en la Encíclica Dilexit Nos (Nos Amó), publicada el 24 de octubre de este año.
El mismo papa Francisco planteó en su Encíclica Laudato Si’, el tema socioambiental, como causa raíz (antropogénica) de la crisis climática, inspirado en la obra del Patrono de la Ecología, San Francisco de Asís; quien, dio el ejemplo del amor, no solo hacia los hombres, sino, hacia la Creación.
La neobarbarie campeante trata de sembrar miedo, violencia y desesperanza; pero podemos y debemos hacer el cambio en nuestro metro cuadrado, combatiéndola con amor y congruencia en nuestras vidas, amando desde el corazón.
El Movimiento Laudato Si’ Costa Rica, el domingo 29 de setiembre, se presentó ante Nuestra Señora de los Ángeles para pedir su patronazgo. Le regalaron un exvoto a La Negrita, creado y donado por la artista costarricense, Paula en el Bosque, quien lo describió con estas palabras:
“El corazón está compuesto por materiales reutilizados, evocando la sencillez y la providencia divina. La base del corazón es de madera desechada, rescatada y renovada, una metáfora del alma redimida por la gracia. Sobre esta madera descansa una coraza de metal, forjada de una tapa de conservas, que evoca el *Detente* del Sagrado Corazón de Jesús, ese escudo espiritual que nos protege de las adversidades. La coraza, reminiscente de los antiguos escudos usados en tiempos de batalla, porta con dignidad la herida del costado, de la cual brota una gota de sangre, símbolo del sacrificio redentor.
Las espinas que rodean el corazón fueron delicadamente creadas con el aro de una lata de limonada, y sus hojas modeladas del mismo metal, un recordatorio de cómo, incluso en el dolor, hay belleza y redención. El color de la coraza tiene un significado profundo: al golpear la tapa dorada, surgen destellos de plata y oro. El dorado representa la divinidad, cubriendo y protegiendo el corazón, mientras que la plata es reflejo de su pureza y majestad.
Las llamas que brotan del Sagrado Corazón de Jesús, que arde con amor por la humanidad, han sido trabajadas también a partir de una lata, torsionada en espiral, simbolizando la fuerza y el dinamismo del fuego divino".
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