Los pasos del enemigo se escuchaban cada vez más cerca, las bestias resoplaban bajo el peso de los pertrechos de guerra, las espadas se veían en lo alto, aún en la oscuridad de la noche se podía percibir el brillo en los ojos de los atacantes. El enemigo les superaba en proporción de cinco a uno; algunos de los soldados atrincherados en el Abismo de Helm eran simples campesinos ya entrados en años. Lo único que tenían a su favor aquellos soldados, si es que se podía llamarle así a esas humildes personas, es que les dirigía un gran rey, o dos si queremos ser exactos.

En la guerra (como en el amor) la balanza siempre se inclina por las alianzas y el cumplimiento de los compromisos. Y estos monarcas estaban cumpliendo un pacto milenario, que finalmente terminaría uniendo a ents, elfos, jinetes desterrados y un Mithrandir versión 2.0 completamente renovado.

Así que, aquella noche, ante aquel enemigo, el rey Théoden se irguió en su caballo y dijo:

el cuerno de Helm mano de hierro va a sonar en este abismo y juro que será la última”.

Con el sonido ensordecedor del mencionado cuerno, los hombres de Rohan salieron a la batalla en The Lord of the Rings: The Return of the King (fue en el año 2003 y estaban bajo la dirección de Peter Jackson).

La escena tenía como protagonista al rey Théoden, interpretado por el actor británico Bernard Hill, quien falleció el pasado 5 de mayo a los 79 años. El papel de Hill en la historia tolkieniana es uno de los más recordados en estos días y no era para menos.

En esta historia del asedio a la fortaleza, lo particular de Théoden es la fidelidad a su compromiso, que logra llevar a las tropas a través de aquella noche, abriendo la oscuridad con su espada, hasta el amanecer de una victoria que no parecía posible. Si nos ponemos a analizar, vemos que para Legolas esto era un paseo campestre, una aventura de juventud (no tiene ni 3000 años de edad); para Gimli era parte de lo que hacía todos los días (machacar cráneos era, en líneas generales, la ideología de vida de un enano… bueno, eso y el oro); para Aragorn básicamente era su razón de vida; pero Théoden era el único que, con claro conocimiento de que cada paso le acercaba a la muerte (a la que ya se había acercado por su edad), enfrentó esa posibilidad con una determinación digna de un monarca.

Él es una clara contraparte de otro de los señores de la guerra, Denethor, el senescal de Gondor. Si, el de los tomates cherry, esa nefasta escena, otro día podemos hablar de ella.

Así que, aunque el sol fuera a tornarse rojo, el amanecer era una lejana posibilidad en un aún más lejano horizonte, y con ese pronóstico, Théoden carga contra las tropas enemigas con valor. Es cierto que al inicio está inerte y con un corazón helado, pero en el momento en que la luz empieza a atravesar sus ojos (y escapa del hechizo de Grima) no hay espada, orco ni uruk-hai que pueda detenerlo.

Y es que solo dos reyes (y medio, porque Legolas solamente era un príncipe) participan de la batalla y uno de los dos es prácticamente inmortal. Posiblemente esto debería contar a favor de Théoden para situarlo como uno de los más valientes.

Su casta tampoco está lejos de esa grandeza, su sobrina Éowyn hizo temblar las emociones del heredero de Isildur y por unos pocos instantes tuvo en sus manos (o en su corazón) el futuro de esa estirpe. Posiblemente la heroína más insigne en el texto de Tolkien, viste y calza armadura y carga contra las huestes oscuras como cualquier jinete de Rohan.

Volviendo al monarca de los Rohirrim, podemos ver que su imparable voluntad es la que mueve los hilos de la guerra. Él es el rey que ha retornado, y lo hace para enfrentar a un enemigo que le supera ampliamente en número.

La escena le saca las lágrimas a cualquiera. Bueno, no a cualquiera, la verdad es que hay que ser un poco friki para llorar por un rey imaginario de una historia inventada hace unos setenta años en una película de hace veinte y que dura más de tres horas (¡cuatro horas y resto la versión extendida!). Pero que la escena es fuerte, es fuerte.

El actor, Bernard Hill no estaba lejos de ese heroísmo. Fue el único ser humano que ha actuado en dos películas que recibieron 11 premios Oscar. Dos producciones colosales que marcaron la historia del cine, Titanic y The Lord of the Rings (aparte de estas, solo Ben-Hur ha logrado ese número de estatuillas).

Larga vida al rey Théoden, la Tierra Media está de luto.

En memoria de Bernard Hill, que nos dio al rey más valiente y la batalla más épica e inigualable de la historia.

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