Por Daniel González González - Estudiante de la carrera de Psicología
La depresión es la pandemia más silenciosa de los últimos dos siglos; es el trastorno mental más común y detectado de todos y la mayoría tenemos alguna condición que nos hace o propensos a padecerlo o a directamente tenerlo como parte de los síntomas de algo más. Se habla de este trastorno como la pandemia silenciosa, ya que por alguna razón nadie habla de ella como se debería ni se enfocan en detectarla y tratarla como es debido.
De todos los tipos de depresiones que hay, uno en particular es subestimado por la población, y no es tomado en cuenta cómo debería por la comunidad de salud mental. La distimia es una depresión muy peligrosa a largo plazo, si no se trata a tiempo. Consiste en un trastorno depresivo leve, persistente a lo largo del tiempo, pero ¿por qué es tan importante tratarlo a temprana edad?
Si bien la distimia a corto plazo es más leve que la depresión mayor, la realidad es que es mucho más perjudicial con el correr del tiempo para el que la padece, ya que tiende a agravarse hasta volverse una depresión crónica. Esto se suma al hecho de que puede aparecer a cualquier edad, por esto se cataloga el trastorno dependiendo de la edad en que aparece, si es antes de los 21 o después; y teniendo características distintivas dependiendo de la edad en que aparezca y consecuencias en su desarrollo o en su vida.
Sumado al factor de la temprana aparición que puede tener en el paciente está el hecho de que su avance y agravamiento es progresivo, por lo que desde tempranas edades puede afectar la funcionalidad y la vida social de quien la padece por las propias condiciones del trastorno, impactando la motivación, la salud física y mental, y la autoestima, por lo que se adoptan conductas aislacionistas. Una forma de poder identificar esto a temprana edad es con el conocimiento de los síntomas que tiene el trastorno, los cuales son:
• Estar atentos al estado anímico del infante o adolescente, trabajar en el ambiente social y familiar para evitar un agravante a futuro.
• Valorar posibilidades de rechazo escolar o “bullying” que actúe como detonante de conductas aislacionistas o erráticas.
• Fatiga o pérdida de energía.
• Cambios de apetito.
• Indecisión.
• Falta de concentración.
• Ideas de muerte recurrentes.
Se aclara que estos son síntomas tienen que ser recurrentes por un periodo extenso de tiempo para entrar en el trastorno depresivo persistente, y que se exponen los síntomas con el fin de especificar las señales por considerar para poder plantear la situación al terapeuta. Con el fin de dar una conclusión al tema, el tener distimia no es algo que te haga diferente, ni es una razón para ser etiquetado, es un trastorno y una carga para la persona, pero eso no le quita su cualidad de humano. Este trastorno es muy infravalorado tanto por quien lo padece como por la comunidad de salud mental, por no ser de riesgo inmediato, pero con este artículo espero que se haya explicado la razón por la cual esa idea es errónea. El simple hecho de que sea un trastorno persistente lo hace muy riesgoso y de prioridad en atención temprana, siendo un peligro total postergarlo hasta que la persona quede sumergida en una depresión profunda tras años sin tratamiento.