Del 26 al 29 de octubre va a realizarse la segunda edición de la Fiesta Nacional de la Lectura (FNL) en la Antigua Aduana. Se trata de una feria del libro creada por iniciativa de un grupo de editores y libreros independientes que hicieron la propuesta al Ministerio de Cultura y Juventud, el cual sabiamente acogió el proyecto y llevó a cabo la primera edición de la FNL en 2022.

El espíritu de esta feria es crear un espacio solidario para que los pequeños y medianos emprendimientos del ámbito del libro, duramente afectados por la pandemia, logren ofrecer de nuevo sus catálogos al público a un bajo costo y con márgenes de rentabilidad más amplios, dado que no deben pagar por sus stands.

Sin embargo, más allá de la reactivación económica y de tapar los agujeros en el casco golpeado por la crisis, la FNL aspira a convertirse en un encuentro para estudiantes, profesionales, familias y lectores de a pie, un festejo para los hurgadores de estantes, los que aún preferimos ver, oler y manosear casi con morbo los libros físicos. En suma, lo que una verdadera fiesta del libro debería ser. Y todo ello en un lugar que se ha vuelto querido y emblemático para el mundo cultural: la Antigua Aduana.

Hace algunas semanas, nos enteramos de que el presupuesto de la FNL 2024 peligraba debido a los recortes en el proyecto de presupuesto nacional. En un oficio que la ministra de Cultura y Juventud, Nayuribe Guadamuz, envió como respuesta a las consultas efectuadas por una persona del sector cultural, se dejaba traslucir que el ministerio no efectuaría la FNL.

De inmediato, un grupo de personas del ámbito del libro conformado por Evelyn Ugalde Barrantes, Lucía Alfaro Araya, María Pérez Yglesias, Óscar Aguilar Bulgarelli, Ronald Bonilla Carvajal y este servidor acudimos a los diputados de la Asamblea Legislativa para solicitar su ayuda, introducir una moción al presupuesto y garantizar los recursos para la FNL del próximo año. Dichosamente, fuimos bien recibidos por la mayoría de los despachos cuyas puertas tocamos.

En su comparecencia del 3 de octubre ante la Comisión de Asuntos Hacendarios, la ministra de Cultura y Juventud aseguró que sí tenía planes de realizar la FNL en 2024, aunque no logró decir cuánto tenía presupuestado para ello.

En buena hora, en la Asamblea comprendieron la necesidad de salvaguardar los 47 millones de colones que requiere la FNL; más importante aún, comprendieron la trascendencia del arte, la educación y la cultura en el momento oscuro que atraviesa el país, con una cantidad nunca vista de homicidios y con jóvenes, adolescentes, ¡niños! metidos en la delincuencia.

La moción, que raspa unos millones del Ministerio de Gobernación y Policía (rubro de “tintas, pinturas y diluyentes”) y el Ministerio de Hacienda (rubro de “otros servicios no especificados” que de fijo son menos importantes que nuestros libros, don Nogui) fue aprobada por amplia mayoría en la comisión. Así, han quedado asegurados los recursos para la Fiesta Nacional de la Lectura 2024.

¿Qué sigue, entonces? Ir a la Antigua Aduana, este año, el próximo y todos los venideros; ir a la Fiesta Nacional de la Lectura con amigos, familia, grupos de estudiantes y muchas ganas de hurgar en los estantes; consolidarla como uno de los principales eventos culturales del país, de iniciativa ciudadana y estatal; defenderla y aprovecharla como espacio para nuestros jóvenes; y apoyar los esfuerzos que ya están en marcha para consolidar por ley su realización y sus recursos.

Ahí nos vemos.

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