El artista uruguayo se presentará en Costa Rica el próximo 5 de noviembre.

De la mano de su más reciente álbum, Tinta y Tiempo, Jorge Drexler regresa a Costa Rica con Interamericana de Producciones para presentarse en Parque Viva el próximo 5 de noviembre. Si usted todavía está recordando el concierto del año pasado, probablemente tenga contemplado repetir aquella experiencia, pero esta vez le espera un espectáculo diferente. Sobre eso conversamos con el propio artista, para que nos lo cuente de primera mano.

Antesala: de una carrera de larga data y un tipo encantador

Mi querido Carlos Bonilla Pauly me introdujo a la música de Drexler, hace mucho tiempo ya. Carlos, amante de la trova, procuró acercarme a muchos de los grandes cantautores contemporáneos del género en Latinoamérica, sin mucho éxito. Con Drexler, en cambio, logró plantar una semilla que nunca dejó de germinar. Quizás porque lo de Jorge, no es precisamente trova. Sería un despropósito intentar definirlo o etiquetarlo, su música es ante todo experimental, lúdica, ecléctica, una especie de homenaje vivo a cuanto género llegó a sus curiosos oídos. Su obra tenía y sigue teniendo, un encanto particular. Así, en tiempos preSpotify los discos de Drexler convivieron en mi playlist con artistas con los que pensaría uno, poco tiene que ver, como Radiohead. Pero así como todo se transforma, todo se conecta: Jorge grabó una reversión de “High and Dry” para ese maravilloso disco que es 12 segundos de oscuridad, editado en 2006. De ese álbum, para acompañar esta nota, les recomiendo en todo caso “La vida es más compleja de lo que parece”, “Inoportuna” y “Sanar”, tres hits infalibles.

Cien mil años después de todo este rollo de años mozos, me ofrecieron (la semana pasada) conversar con Jorge Drexler, entre 12 y 15 minutos. Tengo muchos años en esto y tras entrevistar múltiples veces a artistas y políticos me permitiré decir algo polémico: prefiero entrevistar políticos. De estos últimos ya sabe uno qué esperar, así que no hay espacio para las decepciones, solo para la carnita. Con los artistas, en cambio, inevitablemente existe un avatar ficticio al que uno, de alguna manera, ha dado cuerda propia. Ese avatar, en mi experiencia, es mejor protegerlo. Es sano, en la vida, dejar un espacio abierto a la fantasía.

He visto a Jorge en vivo en Costa Rica varias veces. En alguna ocasión, algún amigo trabajaba con la productora y me dijo que si quería ir a conocerlo tras el recital. Decliné. El show había estado sublime, el recuerdo ya estaba intacto. Una foto forzada no iba a redondearlo. En resumen: salvo que de casualidad nos topemos debajo de una palmera en el Envision prefiero evitar conocer a los artistas cuya obra admiro.

Sin embargo, cuando Interamericana de Producciones me ofreció esta entrevista contrariando mi credo pensé que si quiero empezar a reforzar el brazo cultural en Delfino.CR Drexler podría ser la llave. Si alguien se podía comer esa bronca, tenía que ser él. Dediqué 12 años de mi vida a cubrir cultura en 89decibeles y terminé con una sensación de trabajo pendiente. Llevo 6 centrado en política con este proyecto; el sentimiento es el mismo. Entretanto, el tiempo se escurre: la vida no para y no espera.

Tomé el 2-0 de Uruguay sobre Brasil tras más de veinte años de espera como una señal y me dispuse a conversar con un artista al que quiero de una forma muy muy especial, corriendo el riesgo claro, de que fuera un patán promedio deseando salir de un compromiso para promocionar un recital. Pero pongámonos serios: ¿en qué dimensión del cosmos podría ser este tipo un patán?

12 minutos de luz

Doce minutos fueron veinticuatro. Hablar de luz puede sonar grandilocuente pero, en tiempos en que todo remite a la desesperanza, una conversación vivaz, honesta y distendida, es precisamente eso. Arrancar el lunes conversando con Drexler de libertad, baile, música y arte no es poca cosa.

Jorge habla mucho” me advirtió Cecilia, preocupada por el tiempo. Yo lo tenía previsto, preparé solo 10 preguntas. Apenas pude hacerle 5 o 6. Jorge habla mucho sí, y da gusto escucharlo.

Arrancamos por lo obvio: apenas el año pasado Drexler se presentó en Costa Rica. En aquel entonces la gira actual, Tinta y Tiempo, que ahora viene cerrando, todavía no era lo que hoy es, un show premiado que acaba de reventarla en Argentina ¿Qué le espera a quienes se acerquen en esta ocasión?

La verdad es que estamos muy orgullosos de esta gira, nos acaban de dar el premio Ondas a la mejor gira en España, estoy realmente orgulloso de mi equipo de trabajo. Lo que puedo asegurarles es que vamos a llevar todo el equipo humano, técnico y logístico que hemos llevado en todas estas fechas. Vamos a tocar además en un espacio inusualmente grande para Centroamérica, es el concierto más grande que hemos dado en Centroamérica en la historia; será al aire libre, va a ser una celebración... Vamos con una banda que ha crecido desde que tocamos por allá, el repertorio además no tiene nada que ver, el concierto no tiene nada que ver con el que hicimos aquella vez, que era una deuda que yo tenía pendiente con el país por la cancelación de la otra vez (Covid); quise saldar esa deuda y llevar una banda que todavía ni siquiera se había estrenado y presentar un concierto especial para esa noche. Creo que habrá muy pocas canciones en común con lo que hubo ahí, quizá 4 0 5 y serán con arreglos completamente diferentes. Hemos agregado una percusionista, me acompañan cuatro mujeres y cuatro hombres en el escenario con un concepto ya muy paseado y muy disfrutado... estoy muy contento de volver a Costa Rica y ver cómo suena lo que hacemos en un lugar tan grande, estoy de a poco acostumbrándome a que me inviten a lugares a los que pensé yo que mis canciones no podían acceder, pero es que sí, así que me pone muy contento y orgulloso.

Acá sucedió algo simpático. El premio Ondas era mi siguiente pregunta, así que Jorge me atravesó el caballo aludiéndolo en la primera consulta. Normal, suele pasar. Lo que no suele pasar es que a uno eso le haga perder el balance y termine planteando la siguiente pregunta estúpidamente, como lo hice. Ondas reconoció a Drexler por la capacidad de “introducirnos en un universo creativo único”. Por ahí tenía que enfocarme yo. Se me cruzaron los cables con el comunicado de la disquera, que alude al reconocimiento dado a la gira indicando que “mantiene la esencia de su repertorio en los recintos de gran formato” y dije algo en la línea de “la esencia de los temas en el disco”. Eso no tiene ningún sentido, cualquiera que haya visto a Drexler en vivo sabe que se caracteriza por darle a las canciones un aire propio en el directo. En otras palabras, hice tremendo papel. Pero Jorge es un tipazo y su respuesta, de cualquier modo, es más que oportuna para convocarlos al chivo:

Te voy a hacer una aclaración, me hacés mucha gracia, la reproducción que hacemos de las canciones del disco es sumamente infiel, no es una reproducción fiel, cambiamos los arreglos de las canciones de manera alevosa con la intención de respetar el acto del directo como una finalidad en sí mismo y no como un acto de reproducción de un concierto... hice muchos festivales este verano en España y tuvimos que cambiar todos los arreglos, todo, para poder adaptarnos a ese formato más grande... y no quiero nombrar al pecador o pecadora pero he visto conciertos donde ponías el Shazam en la parte en que esa persona no cantaba y estabas escuchando el disco, eso sí que es una reproducción fiel. Ojo, ningún músico por más que haga cosas que a mí no me gustan es mi enemigo y todas las propuestas me parecen defendibles, pero a mí no me interesa en absoluto hacer una reproducción fiel del disco, me interesa todo lo contrario, ver dónde estoy, qué músicos tengo, cómo ha cambiado esa canción con el paso del tiempo y llevarla a un territorio diferente cuando estoy en vivo, el show en vivo no tiene ningún punto de contacto con el disco, un disco es una magia y el show es otra magia, un disco es un problema y un concierto es otro problema, eso para empezar... Luego tengo la suerte enorme de contar con un equipo... este premio es del equipo en realidad, quisiera creer que tengo el mérito de haber aprendido a elegir con quién trabajar a lo largo de los años... irte de gira con alguien, subirte al escenario con alguien, trabajar técnicamente con alguien, es una actividad que si la repites 80-100 veces por gira en situaciones muy adversas y muy celebratorias... es algo muy íntimo... y esa intimidad requiere que además de ser un buen técnico y un buen músico o música, sea una excelente persona, yo puedo decirte sin ningún pudor que cada viaje que hago con mi equipo.... son mis amigas y mis amigos, vivimos cosas muy intensas compartimos momentos de mucha celebración, de mucho miedo, de mucho cansancio, de mucho estrés, de mucha alegría, de muchas sorpresas... y todo eso se discute, se habla, se conversa, tengo un grupo humano que para mí es como irme de excursión con un grupo de amigas y amigos y eso me pone enormemente feliz porque este trabajo yo no lo quisiera hacer de otra manera... El afecto interpersonal de los integrantes de una banda en un escenario se lee perfectamente en el escenario y la ausencia de ese afecto también, no hay mejor manera de trabajar artísticamente algo que trabajarlo de manera humana. 

No pude ni disculparme por la torpeza. Es cierto, Jorge habla mucho, el reloj marcaba ya 8 minutos con treinta, si acaso me iba a dar tiempo para una pregunta más si me cortaban en 12. Terminé saboteando el orden de las preguntas que tenía preparado y prioricé la que más me importaba para asegurarme una respuesta. ¿Cómo nació el afecto de Jorge Drexler por Walter Ferguson y cómo se desarrolló esa cercana relación con su música

Qué bonito que me preguntés de Walter Ferguson. Las identidades de los países son sumamente complejas, tendemos a hacer simplificaciones muchas veces basadas en preconceptos. Cuando yo empecé a ir en Costa Rica ya hacíamos toda la gira utilizando su música en la entrada del disco, así que hace quizá 17 años que tengo contacto con la música de Walter Ferguson, creo recordar que fue mi ingeniero de sonido Matías Cella quien lo trajo y un día me dijo escuchá esto y yo quedé absolutamente prendado de la historia que había detrás de esa voz, de la vivencia que se podía escuchar detrás de esa voz, el swing que había detrás de esa guitarra también tan vivida y tan imperfecta en muchas cosas y tan perfecta en todo lo que importaba. También quedé fascinado por lo que te decía, fui a Costa Rica y cantamos me acuerdo “Going to Bocas” (se pone a cantarla). Te puedo decir con enorme orgullo que en la audiencia creo que lo conocían tres personas cuando cantamos esa canción, había muy poca gente que lo conocía, por supuesto que estaba Monestel (Manuel Monestel) trabajando en difundir su obra, previo a lo cual la documentación de su trabajo era completamente marginal, y eso me parecía muy interesante, la cultura del Caribe de origen afrocaribeño que se distribuye por la costa de Nicaragua, Costa Rica y Panamá con personas cantando en inglés con una raíz afrocaribeña que lleva a que muchas de las culturas oficiales no se identiquen con ellos, que lo consideren como si fuera música de otro lado... eso me parece muy interesante, no hay nada que me atraiga más que la marginalización de un proceso cultural.... Ahí fui a verlo, porque me parecía que Costa Rica no podía perderse eso, porque era, sinceramente, el producto cultural más interesante que había visto yo de Costa Rica.

Quedaba tiempo para una pregunta más, o eso pensé. Drexler ofreció un concierto precisamente el 7 de octubre pasado, fecha que pasará a la historia por razones obvias. Antes de iniciar el evento, salió al escenario y dijo Nuestro trabajo es cantar, cada uno tiene que hacer su trabajo. Si los que estamos del lado del amor nos callamos la boca, esto se va a la mierda. O sea que es importante salir y cantar”. Recordé que la vez anterior que vino a Costa Rica precisamente había estallado la guerra en Ucrania y también aludió entonces a la importancia del arte para sobrellevar la vida con todo lo que implica, luces y sombras. Le pedí que nos compartiera algún momento de su propia vivencia en el que reafirmó ese principio.

Esa es la función principal del arte así que te podría nombrar un montón de esos momentos. Cuando escribí 12 segundos de oscuridad el disco entero fue una especie de salvavidas personal en un momento de angustia. Cuando escribí “La milonga del moro judío” para Eco, no supe muy bien cómo relacionarme con esa canción por mucho tiempo, pero cuando aprendí a incorporarla esa canción fue y sigue siendo un salvavidas para mí todavía en muchas cosas, que me ayuda a sobrellevar cuestiones y situaciones que son en apariencia irreconciliables y que en el fondo son conciliables en mi opinión. El último ejemplo es claramente lo que pasó el 7 de octubre que salí a cantar otra canción que para mí ha sido muy importante y que me ha ayudado en momentos así que es “Polvo de estrellas” que está basada en un poema del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, que ha puesto en situación el valor de la vida, que es algo que está tan devaluado estos días... tengo mucho que agradecerle a esas canciones de verdad.

Corrí con una consulta más, ganándole al tiempo. Recientemente en una entrevista con CNN Drexler habló de su infancia en Uruguay y de lo que implica crecer en dictadura. Aludió a cómo, incluso en tu entorno familiar, la noción de que luchar contra la dictadura era más importante que bailar. Explicó cómo le tomó mucho tiempo liberarse de ese principio así que le pregunté cómo fue su relación con la música en esa etapa y cómo logró “desbloquear” ese candado afectivo en torno a la importancia del baile incluso de cara a la tragedia.

Uruguay estaba aplastado anímicamente en ese momento, era un país sin músicos, me crié en un entorno en el que no conocí músicos hasta que tuve 16-17 años. Los músicos habían emigrado porque era imposible moverse libremente en Uruguay, tener barba, tener pelo largo, entonces imagínate en los 70.... donde el pelo largo era el uniforme de la música. Así que prácticamente todos migraron. Me acuerdo de ir a escuchar con emoción las bandas militares tocando en la plaza al lado de casa... imagínate si estaría necesitado de escuchar instrumentos... (reflexiona).

Escuché un un dicho una vez que decía la justicia militar se parece a la justicia como la música militar a la música, no sé quién lo dijo... (se ríe). Costa Rica, además, un país sin ejército, tengo el gusto de compartir este chiste... (regresa a la anécdota).

Era probablemente muy malo lo que los militares estaban tocando y sin embargo el hecho de escuchar un clarinete, una tuba, un redoblante, para mí era simplemente el gusto de escuchar el sonido de un instrumento, era una necesidad vital, estaba completamente seco el país afectiva y culturalmente ¿no?

Entonces claro... luego yo hice el disco Bailar en la Cueva, diciendo que los primeros efectos de la dictadura y los más notables y los más horribles son la pérdida de la libertad personal y la pérdida de los derechos humanos... pero una vez que se resuelve eso, como en Uruguay en el 84 con el retorno de la democracia, hay otros efectos que duran muchísimo más y que se quedan grabados en los huesos de las personas y uno de ellos tiene que ver con aspectos del desarrollo del mundo afectivo, incluyendo el baile.

Yo hice Bailar en la Cueva para quitarme la dictadura de las articulaciones... no sé si lo conseguí porque eso no se consigue, yo soy un hijo de la dictadura, entré en dictadura con 9 años y salí con 20.... imagínate toda mi formación afectiva, sexual, emocional, cultural, se hizo en dictadura, entonces estoy marcado por eso, pero bailar sí que me parece la actividad más importante que hay... y me he volcado con un gran esfuerzo y con mucha humildad porque soy muy malo pero muy voluntarioso para bailar.... y sigo considerando que es una de las actividades que me da más alegría.

Almudena, que trabaja con Jorge, me permitió amablemente una última pregunta de cierre. Durante el breve intercambio habíamos tenido la oportunidad de aludir rápidamente a varios de sus más icónicos discos, irónicamente apenas aludiendo a Tinta y Tiempo que es el más premiado, el más nuevo y el que viene a presentar. Pero ya Jorge dijo todo lo que tenía que decir de este disco en todo lado y ya está muy presente en el inconsciente colectivo. Así que decidí cerrar con un homenaje a mi amigo Carlos, quien como les conté, me introdujo a Drexler. Se lo debía. Le pregunté entonces por el año 2010, cuando Uruguay sacudió el mundo en el mundial de Sudáfrica de la mano de Forlán mientras Drexler consolidaba su carrera con Amar la trama, recientemente lanzado y el favorito (al menos entonces) de Carlos. Recordee que Jorge tenía que presentarse en vivo mientras Uruguay jugaba contra Alemania por el tercer puesto y que improvisó una narración cantada de los hechos del partido. Fue un momento único (lo encontré en YouTube luego de entrevistarlo, recomiendo verlo). Le entré por ahí, para que me hablara de ese particular disco y de ese momento de su vida.

Recuerdo el sitio claro, estaba en Galicia, dando un concierto y ya no podíamos esperar más, el partido no terminaba... si Forlán llegaba a haber metido ese gol... ¡que pegó en el travesaño la pelota!, este... hubieran ido a un alargue y hubiese tenido que cancelar el concierto. Uruguay se jugaba el tercer puesto, quedó en el cuarto al final...

Amar la trama como lo indica su título todo con la vocal A que es una vocal abierta, la vocal de las emociones, del pecho, de la apertura del amor, digamos, ¿no? Es un disco de enamoramiento mío, personal... acaba de tener mi segundo hijo, había reencauzado mi vida después de un momento de mucha oscuridad, estaba completamente enamorado de la ciudad Madrid y tenía un grupo de amigos que eran mis músicos, había aprendido a hacer música en grupo de esa manera, grabábamos en vivo con el público, empezaba a florecer mi relación con el público, es un disco muy luminoso... que quiero mucho, ¡lo grabamos en vivo! Es un disco realmente loco, no es un disco en vivo de canciones preconcebidas, es un disco en vivo de canciones todas estrenadas ahí... citábamos a un público y se sentaban ahí a escuchar 12 canciones que nunca habían escuchado en su vida y a conocerlas por primera vez en vivo, fue muy arriesgado y muy lindo, también fue la primera vez que trabajé con arreglos de ensamble, a la gente que le gusta la sofisticación del jazz, suele ser el disco mío que citan más. 

Así, de forma casi abrupta, terminó el tiempo, con ese gol en tiempo extra para hablar sobre Amar la trama. Ya habrá otra oportunidad de conversar un poco más. Por lo pronto la cita para bailar y ser felices es el 5 de noviembre en Parque Viva, donde Drexler ofrecerá el mejor de sus conciertos, el más grande y elaborado que haya compartido en suelo costarricense. Apenas para estrenar y celebrar el premio Ondas al mejor espectáculo, gira o festival, nada menos. Como pocas veces, en esta, sí que aplica: que no se lo cuenten, ¡nos vemos por allá!