Por María Antonella González Barreto - Estudiante de la carrera de Administración de Negocios
La verdad es un valor moral que se vive. Pocas personas se enorgullecen abiertamente de su antónimo, que sería la mentira. Pero también podrían ser pocas las personas que se detengan a pensar sobre si están buscando y defendiendo la verdad en sus vidas o no. Entonces, es necesario analizar la importancia del sentido objetivo de la verdad, ya que esta es la clave para que existan lineamientos ordenados en las decisiones éticas de los individuos y de los grupos. También, de esta forma se entendería por qué esta virtud colabora de forma positiva con las relaciones interpersonales y hasta tiene el poder de influir significativamente en el ámbito político.
Primeramente, es necesario definir qué es verdad. De acuerdo con James (1966), “la verdad significa un acuerdo con la realidad, así como la falsedad es un desacuerdo con ella” (p. 9). Esto podría interpretarse desde un punto de vista objetivista, donde la verdad se define por la realidad y no únicamente por la interpretación del individuo de esta realidad. Acorde con esta idea, Vidal (2013) explica que el filósofo Karl Popper expuso que debemos ser procuradores de la búsqueda de la verdad, pero no somos sus poseedores, ya que la verdad nunca se expone con exclusividad. Estas afirmaciones se relacionan con la ética kantiana, donde todos los conceptos éticos tienen su origen en la razón totalmente a priori, negando la tesis del empirismo ético, según la cual se obra siguiendo los sentimientos (Fajardo, 2021).
Asimismo, la búsqueda de la verdad desde una perspectiva objetivista, debería ser un asunto ético que concierne a todos los individuos y gobiernos, ya que también está relacionado con la libertad. Con respecto a esto, Frankfurt (2007) afirma que la verdad nos instruye acerca de nuestra identidad, sometiéndonos y a la vez liberándonos. Así, se puede inferir que una de las principales causas de la tiranía es el desprecio a la verdad, inherente a la cultura del relativismo de la cultura dominante (Enríquez, 2012). Esto plantea que existe la “dictadura del relativismo”, considerando entonces que, paradójicamente, el relativismo realmente encadena, ya que no está sujeto a principios universales; mientras que la verdad objetiva libera al permitir que el individuo llegue a esa verdad concluyente mediante la razón, sin perderse en el camino de la búsqueda debido a interpretaciones abiertas, dudosas o subjetivas.
Como contraposición a estos argumentos, González (2012) explica que para el filósofo pragmatista William James, “la verdad se vuelca sobre una realidad que se deja interpretar, mientras que para racionalistas, idealistas y realistas, nuestro pensamiento está coaccionado por los juicios verdaderos determinados, en último término, por la Realidad –con mayúscula– fija e inamovible” (p. 8). Se puede conceder que el relativismo, en cuanto a la verdad, posee un componente subjetivo que sí debería estar presente en el razonamiento moral, ya que los hechos se apoyan (no dependen) de la interpretación subjetiva que realiza el individuo a través de la conciencia (Vidal, 2013). Esto indica que se debería hacer uso del relativismo como herramienta para lograr una comprensión y aceptación más integral de lo que es verdadero. Sin embargo, el grave problema de este pluralismo basado en el relativismo ético, que no quiere pronunciarse sobre qué está bien y qué está mal o qué es realmente verdadero o falso, consiste en que considera convencional, y por tanto negociable, todo principio y todo valor moral, lo cual amenaza las bases mismas de lo éticamente correcto, de las relaciones interpersonales y hasta de la democracia (González y Gómez, 2011).
En conclusión, es fundamental que los individuos, en todas las épocas y sociedades, presenten un interés real en el entendimiento, la búsqueda y la defensa de lo que es verdadero, correcto o bueno y de lo que es falso, incorrecto o malo. Esta es la base de la ética y debería considerarse necesario guiarse por un razonamiento objetivista en sí mismo, sin descuidar lo que una interpretación subjetiva aporta al descubrimiento de la verdad.
MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas. Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.
Referencias bibliográficas:
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Enríquez, T. (2012). Harry G. Frankfurt: Sobre la verdad. Tópicos, Revista de Filosofía, (42), 225-233.
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Fajardo, A. (2021). La ética de Immanuel Kant. Revista Internacional De Filosofía Teórica Y Práctica, 1(1), 127-138.
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Frankfurt, H. (2007). Sobre la verdad. Editorial Paidós.
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González, F. (2012). William James: el pragmatismo consecuente. Verdad, experiencia y relativismo. [Tesis doctoral]. Universidad de Santiago de Compostela.
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González, S. y Gómez, E. (2011). Verdad moral y verdad teórica. El lugar de la voluntad en el conocimiento. Scio, (7), 51-76.
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James, W. (1966). El significado de la verdad. (vol. 56). Marbot Ediciones.
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Vidal, J. (2013). La búsqueda de la realidad o de la verdad: una aproximación a partir de la teoría sociológica. Cinta moebio (47), 95-114.