Al referirnos a temas laborales, se hace inevitable referirse a las inequidades del sistema y realidades de género que para nada escapan al día a día de muchas familias costarricenses. Para nadie es un secreto que el mercado de trabajo está bastante difícil para miles de costarricenses, sobre todo después de una pandemia que ha sido sucedida por una crisis económica que tiene aristas en el transporte de contenedores, el precio del petróleo, la guerra entre Rusia – Ucrania, la caída de los mercados bursátiles y hasta las elecciones de autoridades en países más allá de nuestras fronteras, una dura realidad que golpea fuertemente a cientos de hogares, pero sobre todo a miles de mujeres, de las cuales una buena cantidad llevan en sus hombros la responsabilidad de sacar adelante a sus hijos.

Las cifras son claras. Según la encuesta continua de empleo del INEC del trimestre móvil de mayo a julio del 2022, de cada 100 mujeres que desean contar con un empleo, 15 no logran alcanzarlo, y aunque esto significa una baja en la tasa de desempleo previo a la pandemia, lo cierto es que la cifra se hace acompañar de un mercado laboral cada vez más reducido, selectivo y si se quiere hasta discriminatorio en temas de género.

Aún el país no ha logrado salir de los efectos de la pandemia, un elemento que sumado a la difícil situación económica que ya existía, ajustó aún más los ingresos familiares, ello provocó que muchas mujeres desempleadas optaran por priorizar la responsabilidad en casa y dejaran de buscar empleo.

La encuesta revela que 23 de cada 100 mujeres desempleadas no tienen trabajo desde hace 1 año, mientras que 14 de cada 100, sufren esta situación desde hace 3 años o más. Es decir, 37% de las mujeres desocupadas tienen más de un año sin trabajo, situación que contrasta con la experimentada entre los hombres, con un 18%. Y si analizamos la tasa abierta de desempleo de las 285 mil personas sin trabajo en ese momento en el país, 151 mil son mujeres. Cabe destacar que la última Encuesta Continua de Empleo del INEC de los meses de julio a setiembre de este año, señala que, de 297 mil desempleados en el país, 165 mil son mujeres, lo que señala un aumento de la tasa, de manera que es un tema en el que deben tomarse acciones para reducir el impacto social, que parece tener rostro de mujer.

Pero las circunstancias laborales también enfrentan disparidades. En su mayoría aquellas que deben enfrentar el cuido de sus hijos, terminan con empleos de medio tiempo o informales, lo cual impactará sus ingresos en la edad de retiro; otras que cuentan con puestos de trabajo de tiempo completo e incluso en puestos gerenciales o jefaturas, terminan ganando menos en comparación con los hombres por las mismas tareas, esto en el sector privado se registra en un 7%.

Ni qué decir de la carga de labores, puesto que muchas de las mujeres no solamente deben competir en el medio laboral, sino que también tienen un doble rol, ya que al llegar a casa también deben emprender tareas no remuneradas propias del hogar, cuido y crianza de los hijos, tareas por las cuales no se les remunera ni a ellas, ni a las que dedican el 100% de su tiempo, sin horario, a estas labores que, en muchos casos, también incluyen el cuido de adultos mayores.

Los expertos del INAMU consideran que, en el tema de desigualdad en el uso y la distribución del tiempo, las principales brechas implican aspectos de segregación del mercado laboral; la brecha digital en el contexto de la cuarta revolución industrial y el futuro del empleo; en el reclutamiento y selección del personal; en la remuneración; la discriminación en la gestión del personal; el ambiente laboral; y la desigualdad en los beneficios de la protección social.

Pero, además, el informe de Deloitte, titulado "Mujeres en el trabajo 2022: una perspectiva global", señala un agotamiento generalizado y falta de flexibilidad laboral como un obstáculo en el progreso profesional y el bienestar de las mujeres en su lugar de trabajo, esto por cuanto el 53% de las mujeres aduce que sus niveles de estrés son más altos que hace un año, y casi la mitad afirma sentirse agotada. Este agotamiento es el factor más relevante en la búsqueda de un nuevo empleo ya que casi el 40% de las mujeres se encuentran buscando un nuevo trabajo.

No menos importante es el hecho de que todas estas situaciones laborales tienen una seria afectación en el futuro económico de las trabajadoras de hoy, es decir, completar los requisitos para acceder a una pensión (cuotas) se complica más para las mujeres que para los hombres, lo que además tiene un efecto en la tasa de remplazo (monto de pensión), lo que resulta en una vejez con menos recursos para la subsistencia.

Todo este escenario, traza una curva que como sociedad que promueve la igualdad de derechos y la calidad de vida de las personas debemos de superar. No es fácil, pero implica la necesidad de asumir más allá de un compromiso, acciones tendientes a reducir las brechas de trabajo entre hombres y mujeres, y crear condiciones que permitan un mejor acceso a la empleabilidad.

Las causas y los efectos han sido por demás discutidos y analizados por expertos en diferentes foros y espacios de discusión, tanto nacionales como internacionales, donde se han destacado estadísticas que dejan poco espacio a la duda, resta encarar las transformaciones que nuestra sociedad requiere y la ejecución de políticas públicas tendientes a revertir estas condiciones, porque las mujeres son un pilar fundamental de progreso y de evolución para la humanidad.

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