En un artículo anterior, me referí a la Feria Internacional del Libro de Costa Rica 2022 (FILCR), organizada por la Cámara Costarricense del Libro y llevada a cabo en el Centro de Convenciones. En la presente entrega, voy a hablar sobre la I Fiesta del Libro, que tuvo lugar en la última semana de setiembre en la Universidad de Costa Rica y fue organizada por la editorial de dicha institución y el colectivo Convergencia Literaria, el cual aglutina a varios autores y sellos editoriales independientes, así como a librerías pequeñas y medianas. El lema de esta nueva propuesta dedicada al mundo del libro fue “Resiliencia y solidaridad en pospandemia”.
Aunque sus organizadores nunca lo dijeron en forma palmaria, es evidente que la Fiesta del Libro tuvo entre sus intenciones ser una alternativa a la FILCR de la Cámara del Libro, acusada esta de elitista y poco solidaria. Los organizadores de la Fiesta del Libro no se cansaron de enfatizar en que “don Dinero” no sería quien mandara, sino el carácter solidario de la nueva feria, concebida para dar espacio a los pequeños y medianos expositores del mundo del libro (muchos de los cuales no pudieron o no quisieron participar en la FILCR debido a los altos precios de los stands o la expectativa de malas ventas por la ubicación del Centro de Convenciones). Así, en la Fiesta del Libro de la UCR, los stands fueron gratuitos y de tamaños similares, se solicitó que cada expositor presentara al menos un setenta por ciento de libros costarricenses y se establecieron normas para que ningún expositor tuviera ventajas desmedidas sobre los demás (sí, Librería Internacional, creo que todo eso fue por vos).
“Todos los animales son iguales”
La I Fiesta del Libro se llevó a cabo en toldos colocados por tramos en los alrededores de la Biblioteca Carlos Monge, el famoso pretil de la UCR y la plaza 24 de Abril, situada detrás de la biblioteca. También hubo unos cuantos stands junto al mural del Girasol, en las afueras del edificio de Estudios Generales. Las charlas y otras actividades se efectuaron en el salón del Girasol.
No, no fue en la Calle de la Amargura; disculpen el título engañoso.
La mayoría de los informes que tuve para elaborar esta reseña apuntan a que esta nueva feria fue un éxito en ventas y asistencia de público, pero con varios chascarrillos. Desde el primer día, ciertos expositores de la plaza 24 de abril se quejaron del poco tránsito de personas en dicha área y malas o nulas ventas. Si bien las distancias entre los diferentes tramos de stands eran muy similares, la configuración del lugar sí hacía lucir a los de la plaza un poco más alejados y menos visibles que el resto. Además, la dinámica del campus genera un flujo de personas mucho menor en dicha plaza.
Aquí vino la primera aplicación no planeada del lema de resiliencia y solidaridad de la feria: en los días siguientes, algunos de los expositores situados en las cercanías del pretil dieron espacio a colegas de la plaza, por lo que un número de estos pudieron trasladarse. Cabe destacar que unos expositores no vieron la necesidad de irse de la plaza porque, a pesar de todo, sí estaban vendiendo. Y otros no se fueron porque… pues, porque nadie les abrió espacio para trasladarse. Supongo que la solidaridad tiene sus límites.
De la comunicación y otros enredos
Algunas falencias en la comunicación entre los organizadores y los expositores causaron cierta confusión en cuanto a qué signos externos podían colocarse en los stands o el tipo de estantería donde podían ubicarse los libros. En los primeros días tampoco hubo claridad sobre cuáles materiales podían usarse en redes sociales y cómo emplear los materiales brindados por la UCR, que parecía muy reticente a que alteraran sus diseños. Yo los entiendo; hay expositores independientes que perpetran materiales de promoción casi tan horribles como los diseños de sus libros; peeero, por otro lado, los primeros materiales que emitió la UCR no incluían la debida información con respecto a quiénes participaban en la feria y podía malinterpretarse que solo participaba la editorial anfitriona.
Como fuera, después de varias consultas, aclaraciones y algún amago de pleito, fueron haciéndose los ajustes necesarios y la promoción del evento se intensificó durante la semana. Lo anterior, entre otros factores, podría explicar cosas como que las actividades de los primeros días tuvieron poco o ningún público, mientras que las de los últimos días lograron llenar el salón; o que los estudiantes que visitaban los stands en los primeros días decían no estar enterados de la feria, pero días después llegaron los compradores más resueltos, informados y listos para llevarse libros.
La tormenta
La tarde del miércoles 28 de setiembre, un aguacero torrencial fue la prueba de fuego (¿o debería decir de agua?) para el lema de la Fiesta del Libro. Imagine el lector las proporciones del embate si el parqueo se inundó hasta cubrir las llantas de algunos vehículos. Los toldos de los stands no tenían la protección adecuada contra la fuerte lluvia con viento y, una vez más, se ejercitó la solidaridad de varios expositores, que ayudaron a otros en el rápido salvamento de libros que tuvieron que realizar. Aun así, hubo varias pérdidas de ejemplares.
Al día siguiente, se colocaron protecciones de plástico para evitar otra crisis, lo cual me lleva a preguntar: si existía la opción de estas protecciones, ¿por qué no se pusieron desde el principio? Cuando se preguntó a los organizadores, en una entrevista previa, si no temían a las lluvias al decidir las fechas de esta feria, la respuesta fue que decidieron ser valientes y optimistas. Muy bien y muy a tono con el espíritu del evento, pero no creo que la valentía y el optimismo estén reñidos con la evaluación de riesgos. Digo yo.
Como decimos en la U: conclusiones y recomendaciones
La I Fiesta del Libro de la UCR se planteó como una invitación inclusiva y solidaria, con el objetivo de ayudar a la reactivación del sector librero y ofrecer un espacio donde predominaran estos valores por encima del interés comercial, pero, al mismo tiempo, brindar condiciones ventajosas a los expositores para efectuar sus ventas, como el hecho de que los stands hayan sido gratuitos.
Ciertamente, la resiliencia y la solidaridad tuvieron aplicaciones que no estaban en el guion, como en la tormenta del miércoles o la protesta en la plaza 24 de abril (esto último suena tan chancleto y quemallantas… ¡Digno de la U!). En futuras ediciones tendrá que revisarse la ubicación y conveniencia de los stands, la promoción de actividades y la claridad de las reglas que rijan el evento.
Por lo demás, fue una agradable oportunidad para reencontrarse con el público y los expositores que nos hicieron falta no solo en la FILCR, sino en estos dos años de ausencia de actividades presenciales. Fue un reencuentro con el propio ambiente universitario, su gente, sus profes y, por qué no, la tertulia con chismes del sector, el chifrijo con salsita literaria, la birra con pachos de los escritores (eso sí fue en la Calle de la Amargura, obvio) y, en fin, una identidad que solo es posible en una feria universitaria.
¿Por qué escribo esta reseña? ¿Por qué señalo los problemas que hubo en la Fiesta del Libro? ¿Quién soy para atreverme a hacerlo? Primero, soy escritor de tres editoriales y funcionario de una de ellas; tengo el derecho de hacerlo. Pero, también lo hago para ser coherente: así como escribí un aporte crítico tras la FILCR en el Centro de Convenciones, juzgo correcto hacer lo mismo sobre otros eventos libreros de cierto tamaño que surjan. La FILCR me dejó varios sinsabores, mientras que la Fiesta del Libro me produjo muy buenas expectativas y la apoyé desde el principio; pero, esto no debería cegarme a los aciertos de una ni a los problemas de la otra.
Además, este año de retorno a la presencialidad vimos numerosas iniciativas de ferias libreras en distintos momentos y lugares, con variedad de características y resultados. Si queremos que estas iniciativas prosperen y el sector del libro se dinamice, tiene que haber revisión y curva de aprendizaje. Hay que señalar los problemas porque tienen soluciones y espero que esta bella iniciativa de la Fiesta del Libro de la UCR se consolide y crezca. Desde ya ansío su segunda edición.
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