Por Priscila Cerdas Mora - Estudiante de la carrera de Derecho
El cambio climático que presenta el planeta a nivel global es uno de los principales problemas al que la población se está enfrentando. Las emisiones de gases de efecto invernadero de la población y de las industrias que se emiten por la utilización de energías fósiles no contribuyen mucho a reducir el principal problema a la que la tierra está expuesta. Sin embargo, el tema de las energías renovables es un aliado para sensibilizar y concientizar a la población mundial y a las industrias sobre el uso de ellas, ya que estas energías alternas son fuentes que ayudan a preservar el medio ambiente, limpiar la huella de CO2, y estabilizar el calentamiento global que está presente en nuestro planeta y que ha aumentado considerablemente desde la época preindustrial por el modelo energético basado en la quema de combustibles fósiles.
El sistema energético de un país es fundamental para su crecimiento económico y su desarrollo social, por esta razón, la existencia de un marco regulatorio adecuado, basado en la responsabilidad social y ambiental, es esencial para lograr un desarrollo sostenible armonioso con el ambiente. El desarrollo en ámbitos tecnológicos, constructivos e industriales está contribuyendo cada vez más al deterioro del medio ambiente, por lo que un modelo energético que se aleje de los combustibles fósiles y que esté en favor de las energías renovables pone en el centro del ejercicio la lucha contra el cambio climático.
Ahora bien, las energías renovables son fuente de recursos limpios y son inagotables a escala humana por lo que se renuevan continuamente, a diferencia de los combustibles fósiles, pues la energía que se obtiene de ellos es limitada y se disminuye a medida que se consumen; además, este tipo de energía no renovable produce un impacto negativo en el medio ambiente. Otro punto importante es que la energía renovable, también conocida como energía verde, se puede encontrar en la vida cotidiana —por ejemplo, el viento, sol, agua, entre otros—, y utilizar en la obtención de energía limpia.
Por otra parte, Costa Rica, como estrategia de regulación a nivel interno, ha creado una serie de políticas y normas generales en materia energética y ambiental. Asimismo, algunos de estos lineamientos han surgido precisamente como consecuencia de los acuerdos tomados a nivel internacional por el Estado, tal es el caso del “Acuerdo de París”. Este acuerdo le otorga al sistema costarricense un compromiso basado en adoptar medidas de mitigación y adaptación dentro de las cuales se contempla el desuso de los combustibles fósiles que representan el principal emisor de los gases de efecto invernadero.
Adicionalmente, el Estado costarricense, desde hace algunos años, ha apostado por producir energía renovable, pero no ha logrado tener éxito y sigue utilizando energía considerada no limpia. No obstante, también es significativo que el país reconozca el derecho de los ciudadanos a contar con energías que no sean perjudiciales para el ambiente y a una efectiva protección jurídica que garantice que dicho derecho sea respetado y protegido.
En conclusión, el desarrollo de las energías limpias es imprescindible para combatir el cambio climático y limitar sus efectos más devastadores. Por tanto, la energía verde es el componente clave que se necesita en la actualidad para poder contrarrestar la amenaza que cada vez se vuelve más fuerte a nivel global. Las energías renovables se presentan como una alternativa clara frente a las energías convencionales, teniendo como finalidad la reducción de las emisiones de CO2 y el calentamiento global. Otro punto importante es que el sistema energético basado en fuentes de energías renovables tiende a generar efectos económicos positivos para el desarrollo y la economía global. Finalmente, pese a los esfuerzos que se han realizado en la búsqueda de mejoras en lo que al tema energético y protección ambiental respecta, todavía no se cuenta con una base normativa sólida que permita la tutela y protección debida en el tema de la energía renovable.