Por Jose Eduardo Peralta Salas – Estudiante de Estudios Generales
La justicia fiscal es realmente una expresión de la justicia social. Hoy en día, en tiempos de pandemia y adaptación de la nueva normalidad para la realidad de muchas personas, se denota una gran afectación económica para el país en donde muchas empresas, tanto públicas como privadas, han tenido que cerrar sus puertas por la propagación del covid-19. Actualmente el Ministerio de Cultura, entidad que funciona como el mayor ente regulador entre el arte y la cultura en Costa Rica, se encuentra cerca de ser clausurado por un tiempo indefinido, según afirma la Asociación Nacional de Fomento Económico (ANFE): Proponemos se suspenda la operación de ciertas instituciones públicas no esenciales en tiempo de pandemia, y que los recursos ahorrados se utilicen para la compra y aplicación efectiva de vacunas. Confiamos que por el amor a la bandera, los miembros de estas instituciones, aceptarán sacrificios con las responsabilidad que la misma les demanda y que se han impuesto sin misericordia a otros sectores de la sociedad (Valverde, 2021).
El filósofo francés Foucault menciona desde un enfoque filosófico su compresión por el cuerpo y su relación con la disciplina. Afirma que la disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos de utilidad económica) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos de obediencia política). En pocas palabras, disocia el poder el cuerpo; por una parte, hace de este poder “una aptitud”, una “capacidad” que trata de aumentar, y cambia por otra parte la energía, la potencia de que ello podría resultar, y la convierte en una relación de sujeción estricta (Foucault, 1986, p.160). Esta propuesta hace referencia a que se puede influir en el cuerpo lentamente para que este se discipline logrando subsistir con la exigencia e inclusive aumentando la producción más allá de lo exigido, considerándose un ser más útil en términos económicos.
En oposición, la transformación del cuerpo humano hacia todo aquello que se denomina productividad puede circular bajo ciertos cuestionamientos, ya que a medida que el cuerpo aumenta su capacidad útil también disminuye su pensamiento propio, así como también la forma en que este se determina a sí mismo, debido a que la dirección de su voluntad y la fuerza de su cuerpo se apoya a la voluntad de otro ente, reduciendo su cuerpo y voluntad a la pérdida de capacidad propia. Al disciplinar el cuerpo para la afinidad del motivo útil de alguien más, el ser humano pierde su propia independencia y se convierte en una máquina.
El arte está estrechamente relacionado con la naturaleza humana. Las diferentes formas de representación artística corresponden a la necesidad o, más bien, a la característica fundamental de expresarse que poseen los seres humanos. El arte desempeña un papel mediador y motor de la comunicación, ya que el artista a través de su creación transmite no solo emociones, sino también mensajes, y nos hace reflexionar sobre nuestra existencia, los problemas sociales o la vida en general. Desde esta perspectiva, se convierte en una herramienta que puede cambiar o educar a una sociedad (Mekeuwa, 2019).
En conclusión, las instituciones que sirven como mediadores del arte y cultura en la sociedad son fundamentales para la expresión de esta. Lo anterior se debe a que el arte es un espejo de la cultura humana, la cual ha sido transcendida por las sociedades a los largo de los siglos siendo utilizada para conservar y transmitir el legado cultural de un pueblo, de una generación a otra. También tiene relación con la sensibilidad y los sentimientos ya que es subjetivo, se transmite en un lenguaje general que toda persona entiende ya que surge en relación con los sentidos, las emociones y la capacidad de comprensión. Una comprensión del arte se da en la educación y como muchas de las enseñanzas de estas son basadas en obras o representaciones artísticas del pasado. La educación de hoy todavía se basa en las obras de arte del pasado, ya que nunca han perdido su relevancia en la sociedad en sus diversas expresiones.