Mi amigo Alejandro Morales tenía un reto muy original. Keanu Reeves quería fumarse un cigarro antes de grabar su siguiente escena, y no podía salir a la calle porque afuera había un ejército de fans esperando un autógrafo o un selfie. Alejandro tenía que buscar un lugar donde Keanu pudiera fumar tranquilamente. Encontró el lugar, conoció a Keanu Reeves y confirmó una vez más que todos somos personas. No importa lo famosos, poderosos, exitosos o fracasados que seamos, todos somos personas. Tenemos inseguridades y estamos hechos de carne y hueso. Darse cuenta de eso le ayuda a ser cada vez más seguro de sí mismo, y aún así, más humilde también.
Esta semana en el podcast De Tripas Corazón hablo con Alejandro Morales. Ale y yo nos conocimos hace mucho tiempo en la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva en la Universidad de Costa Rica. Él quería aprender cómo se hace cine para audiencias masivas en una industria madura. Un buen día descubrió por accidente que podía aplicar a la nacionalidad estadounidense y decidió hacerse gringo e irse a probar suerte al norte. Una cosa llevó a otra, y hoy trabaja en producciones de alto nivel para Hollywood y Netflix.
El camino no fue directo. Tuvo muchas curvas y retos y aún los tiene. Y de eso hablamos en estos veinte minutos en el podcast De Tripas Corazón, que además me sirvieron para reconectar con un viejo amigo.
Atreverse a aprender
Muy rápidamente Ale aprendió que tenía que poner el ego de lado y, en sus propias palabras, “abrir los ojos y cerrar la boca”. A veces observaba gente en posiciones altas que, o no sabían bien lo que estaban haciendo, o lo hacían sin tomar en cuenta las consecuencias de sus acciones sobre otras personas y sobre la producción. Ale no quería ser ese tipo de jefe. Pedir perdón y aceptar sus errores dejó de darle vergüenza, y pronto se dio cuenta de que la humildad y la autenticidad le abrían puertas.
Probando estrategias para poder llegar a donde quería llegar, pasó por muchos trabajos, algunos de los cuales podrían haber parecido fracasos. Por varios años estuvo a cargo de The Sunglass Hut en Macy’s, y eso después de haber trabajado en el programa de TV de mayor audiencia latina en Estados Unidos. Pero Ale tenía un plan, Macy’s era solo un medio para llegar a sus fines. Si había dejado el programa de TV era porque había dejado de aprender. Y si ya no estaba aprendiendo, tenía que atreverse a buscar algo nuevo.
La cosa es escoger el miedo
Ale notó algo más: el miedo al fracaso se siente igual que el miedo al éxito. Y ninguno de ellos se va, nunca. El secreto es elegir con cuál de los dos vas a bailar. Para él, el miedo al fracaso es preferible. Si intenta algo y se equivoca, todo bien. Pero tener éxito y luego sentir miedo de no poder replicar ese triunfo, eso sí que podría congelarlo y hacerle perder su determinación.
“Es fracasar, fracasar y volver a fracasar, hasta que llega el día en el finalmente lo lográs” dice Ale. “Yo digo que si tenés una idea y podés lidiar con las consecuencias de que salga mal, entonces dale”. Ale lo tiene claro, el miedo no se va. El truco es aprender a vivir con él, perdiéndole el miedo al miedo.
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