Por Michelle Montaño Martinez - Estudiante de la carrera de Contaduría

Desde que éramos muy pequeños nuestros familiares o amigos nos preguntaban qué queríamos ser cuando fuéramos grandes. Muchos respondíamos las profesiones más comunes de la época como bomberos, policías, maestros o doctores, sin saber si esas carreras eran lo que realmente nos apasionaban. Sin embargo, con el pasar los años nos dimos cuenta de que, al escoger una carrera, no solo debíamos pensar en qué nos gustaría desarrollarnos a nivel profesional, sino que también tuviéramos la posibilidad de ejercer y ganar dinero.

Aquí es donde entra la famosa frase de “vivir para trabajar o trabajar para vivir”. De acuerdo con la sociedad, una persona “exitosa” es la que trabaja más cada día, o sea, la que le dedica más tiempo al trabajo que a su familia o amigos, pero lo que no entienden es que la sobreocupación no es igual que trabajar duro por los objetivos profesionales que se tengan. Este desequilibrio es algo que muchos sufrimos sin percatarnos el daño que nos hacemos, ya que lo normalizamos y no caemos en cuenta de las consecuencias que nos puede traer, tales como problemas mentales, musculares, gástricos y sociales.

Desde nuestros abuelos el trabajo siempre ha sido una prioridad. Si se empezaba desde muy joven, según sus creencias, la persona se aseguraba un futuro digno, pero dentro de esa ecuación nunca se mencionaba lo que era poder vivir o trabajar en algo que uno realmente amará o lo hiciera feliz. Las nuevas generaciones estamos entrando en una era en la que las ocho o nueve horas que pasamos en una actividad laboral ya no son suficientes si solo lo vemos como un trabajo, durante esas horas nuestra mente esta desenfocada, divagando y la concentración cuesta recuperarla inclusive en las tareas más básicas. Lamentablemente con el tiempo todos los síntomas anteriormente mencionados se convierten en desmotivación, angustia, enfado y, sobre todo, en culpa, debido a que intentamos cumplir con nuestras obligaciones (laborales - familiares - sociales), pero al final nada resulta por pretender que todo salga perfecto.

La búsqueda para llegar a ser una persona “exitosa” conlleva dedicarle más horas al trabajo y, por ende, recibiremos más dinero, pero no va a compensar lo que gastaríamos en las citas con el médico general o con el psicólogo, el tiempo que le dedicaríamos a nuestra familia o incluso el tiempo que le dedicaríamos a nosotros mismos. Si es posible vivir de lo que nos apasiona, tenemos que dejar de lado el “qué dirán”. Si nos dedicamos a algo que amamos o tal vez la profesión no tenga mucho auge en el país, hay que recordar que todos somos diferentes y vemos la vida de otras formas. Debemos sacarnos de la cabeza ese chip que dice que el trabajo no puede ser igual al placer, o que la felicidad con el trabajo no se puede mezclar. Tenemos que elegir nuestro trabajo no por el dinero, sino por la diversión o el gusto. De lo contrario solo estaremos viviendo por trabajar.

 

MOXIE es el Canal de ULACIT (www.ulacit.ac.cr), producido por y para los estudiantes universitarios, en alianza con el medio periodístico independiente Delfino.cr, con el propósito de brindarles un espacio para generar y difundir sus ideas.  Se llama Moxie - que en inglés urbano significa tener la capacidad de enfrentar las dificultades con inteligencia, audacia y valentía - en honor a nuestros alumnos, cuyo “moxie” los caracteriza.