Por Kevin Kwong – Estudiante de la Escuela de Economía

En tiempos de la COVID-19, todo el mundo se torna más sensible en los aspectos político, social y económico. El mercado regional está transitando un momento delicado, especialmente con el comercio exterior. Por esto, es de suma importancia analizar los acuerdos comerciales que posee actualmente Costa Rica.

En tiempos de crisis, hay que tener claro que los acuerdos comerciales son un arma de doble filo, ya que estar incluido dentro de uno trae oportunidades nuevas a los importadores y exportadores, pero hay que contemplar que los productores que venden en el mercado nacional no solo tendrán competidores locales, sino también internacionales. Cabe resaltar que en situaciones como la que se está viviendo con la COVID-19, ciertos productos “postre” que exporta Costa Rica sufren una baja en el consumo en el mercado extranjero, justamente por no ser productos de primera necesidad. Ante este hecho, es extremadamente importante proteger el mercado nacional, porque si se toman malas decisiones, el déficit fiscal se hace mucho más evidente respecto al comercio exterior, al tener pocas exportaciones y un control ineficiente del ingreso de bienes y servicios extranjeros.

Acuerdos como el de la OCDE y la Alianza del Pacífico pueden ser oportunidades de reactivación económica para Costa Rica siempre y cuando el beneficio sea tanto para los importadores como para los exportadores. Si se logra el apoyo mutuo entre otros países para conseguir una comercialización de bienes más fluida, como la logística en la región centroamericana, el mercado podría reactivarse poco a poco en el sector productivo. No obstante, se sabe que gran parte del PIB de Costa Rica le corresponde al turismo, por lo que, en estas ocasiones, por más que se logren evitar visados para el ingreso al país por un riesgo de contagio, el miedo a viajar es un factor más fuerte que la facilidad de entrar al país sin requerir alguna documentación.

Antes de analizar acuerdos de cómo se podría facilitar la comercialización de bienes y servicios con otros países, hay que comprender y potenciar la producción de los activos que en este momento ciertas empresas no están generando, como lo puede ser un hotel, un parque de diversiones o un teatro, entre otros. Estos espacios, con su personal, pueden buscar la forma de sustituir ciertas manufacturas de productos que se solían importar ―por ejemplo, frutas, vegetales y pescado enlatado― que son productos cuyo consumo aumentó y en su mayoría vienen del extranjero. Si se logra sacarles provecho a estos activos que en este momento están generando más gastos que ingresos, los acuerdos podrían beneficiarle a Costa Rica, ya que la productividad amentaría y la facilidad de importar se compensaría con las buenas ofertas que se generarían para exportar, con lo cual sería un negocio redondo.

A la hora de crear acuerdos con otros países, es importante visualizar qué se puede ofrecer antes de querer comprar, ya que si no se vende tampoco se puede comprar. Si Costa Rica solo piensa en acuerdos, pero no se plantea potenciar su productividad, de nada serviría y más bien se haría daño a sí misma. En estos momentos de crisis algunos lloran, mientras que otros venden pañuelos. Cada empresario, trabajador y dueño sabrá cuál camino debe tomar para poder superar la situación ocasionada por la COVID-19.

 

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