Agotador es el discurso panfletario que insiste en transmitir la triste crónica de un país que coquetea con el colapso desde una televisión a blanco y negro. Lo uno, o lo otro. Nada de intermedios, nada de matices, nada de entender el inmenso mar de complejidades que alimentan esta combustión social.

Esa visión superficial es clásica de quien decanta por una agenda particular (“pro” algo o “contra” algo) que responde a su propio interés o su propio discurso pero que es incapaz de ser útil en momentos de crisis. Eso sin mencionar que es caldo de cultivo para el pensamiento de corte conspiranoico que flaco favor le hace a la búsqueda de soluciones.

A esta receta facilitada por las “cabezas calientes” de turno hay que sumar a las papas sin sal que, en su afán de no incomodar a nadie (como si no estuviéramos ya atrapados en circunstancias por definición incómodas), pretenden quedarle bien a todo el mundo con posiciones tibias, que nos van a terminar por freír a cocimiento lento.

Ahora bien...