El interés de esta entrevista es ahondar un poco en lo simbólico del proyecto de El Diquis, más que en el proyecto como tal, porque de esto ya se ha conversado lo suficiente en otros espacios.
Pero, antes me gustaría comenzar con un breve contexto de quién es usted y su paso por la institución. Usted es una presidenta ejecutiva algo insider, ha trabajado muchos años acá en el ICE, y probablemente conoce más la institución que algunos otros presidentes de ejecutivos que se han sentado en esta silla.
—Bueno, [de profesión] soy ingeniera civil, recién graduada mi primer trabajo fue aquí en el ICE, en la parte de construcción. Luego trabajé un año en una oficina que se llamaba estrategia y costos, y después de ese año pasé a planificación eléctrica donde estuve por 17 años.
Durante esos años mayoritariamente trabajé en proyectos hidroeléctricos hasta que, en algún momento mi jefe de aquella época me dijo que empezara a buscar otras fuentes de energía, y me envió a buscar otro tipo de proyectos.
Entonces, a partir del 2003 empecé a trabajar en la búsqueda de otras fuentes energéticas y en el 2010 salí del ICE, con un permiso sin goce salarial para trabajar en la Cooperación Alemana, en un proyecto de energía renovable y eficiencia energética, ahí estuve casi cuatro años.
Estando en la Cooperación Alemana me llamaron, durante los anteriores cuatro años, para apoyar como viceministra del Minae (Ministerio de Ambiente y Energía), en la rama de energía.
La entrevista con Irene Cañas, presidenta ejecutiva del Instituto Costarricense de Electricidad, tiene lugar en el piso ejecutivo del edificio central ubicado en Sabana. La vista es inmejorable desde la última planta. Puedo observar el Parque Metropolitano La Sabana, también veo, casi de frente, el icónico edificio de la Contraloría General de la República, donde hace algunos meses entrevistamos a Marta Acosta. En aquella oportunidad, la contralora nos había dicho que:
Este no es un puesto para quedarle bien a todo el mundo, (...) en el tanto usted le quede bien a todo el mundo algo no está haciendo bien.
Cuestión parecida sucede con Cañas, quien luego del anuncio de la cancelación del proyecto hidroeléctrico El Diquís ciertamente no cayó en gracia con algunos. La presidenta ejecutiva es una mujer versada en el tema energético y de energías limpias. Su paso por el Minae ha sido clave para entender por qué El Diquis no va más y por qué el país se inclina cada día más en mantener una matriz energética absolutamente renovable.
En el ICE, esta jerarca tiene una plaza en propiedad, lo cual quiere decir que, en cuanto termine su presidencia ejecutiva bien podría volver a trabajar en esta institución. Su nombramiento parece no obedecer a objetivos políticos, sino técnicos. Además, comparte línea con Román Macaya, presidente ejecutivo de la Caja, quien días atrás nos hablaba de la imperativa necesidad de renovar la mente de los trabajadores, en cuanto a que el cambio no es una amenaza a su estabilidad, sino más bien un aliado de la sostenibilidad del negocio.
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El problema con la cancelación de El Diquís (PH Diquís) no es necesariamente la cancelación de un proyecto que se volvió inviable y poco pertinente. El problema es que, los costarricenses no tenemos certeza de que las grandes instituciones públicas planean a futuro proyectos de gran magnitud.
Es decir, el problema, al menos para mí, es que inicialmente al invertir más de 1500 millones de dólares no se hayan hecho estimaciones de largo plazo sobre las variables de las que Irene Cañas habla (demanda energética, energías limpias, generadores privados, etc.). Pues tales variables son las que la presidenta ejecutiva tomó en consideración para precisamente cancelar el proyecto hidroeléctrico más grande de Centroamérica.
El PH Diquís pretendía un embalse de más de 6800 hectáreas y una potencia instalada de 631 megawatts con la cual, según el ICE, su objetivo principal era abastecer el consumo local, sin dejar de considerar el abastecimiento del istmo.
En el documento institucional Una Mirada al Proyecto Hidroeléctrico El Diquis, se concluye que el ICE encontró en este proyecto la manera de “cumplir el deber de satisfacer la demanda de energía eléctrica del país de manera económica, limpia y sostenible”. Realidad que 14 años después, y más de 3000 millones de dólares considerados como pérdidas, no se cumplió.
Pero bueno, mi percepción sobre la precaria planificación detrás del millonario proyecto, no es más que eso, una percepción, ¿es la suya también? Veamos lo que la ingeniera Cañas nos contesta.
Usted trabajó 17 años en planificación eléctrica, específicamente en proyectos hidro. Le voy a preguntar algo que tal vez mucha gente se ha preguntado y esto es ¿cómo planearon una planta de más de 1500 millones de dólares sin prever el bajonazo de la demanda energética?, ¿qué tipo de planeamiento hay detrás de estos proyectos?
—Hay varios factores que inciden en la planificación eléctrica. Vale la pena aclarar que, en aquellas épocas [2004] planificación eléctrica se componía de diversos departamentos. Había un departamento encargado del análisis del comportamiento de la demanda, otro, en el que yo trabajaba, se llamaba Tecnologías de la Generación, que veía más que todo factibilidad, prefactibilidad y pre-diseño de proyectos.
Pero hay un departamento que, todavía hoy por hoy, se encarga de analizar todas las variables qué influyen en el crecimiento de la demanda [energética].
Entonces, en el análisis del comportamiento de la demanda hay, a la vez, otros factores que han cambiado radicalmente en los últimos años. Explico mejor esto.
Sí porque estamos hablando que “aquellos años” es 2004. Tampoco estamos hablando de muchos años, ¿o es que el sistema de demanda energético es tan dinámico que en 14 años es posible cambiarlo drásticamente?
—Es que hay varios factores que sí mueven mucho las variables; y en el comportamiento de la demanda también existen otros factores básicos como el crecimiento de la población, el tipo de economía que tenemos, si hay o no una crisis, patrones de consumo, etc.
Y, lo que más ha cambiado son los patrones de consumo a lo largo de los últimos años. Por ejemplo, el Minae ha sido un impulsor en materia de políticas de eficiencia energética, de normativas para promover la importación de equipos eficientes; también tenemos la generación distribuida, que básicamente es la posibilidad de que personas pongan a funcionar paneles solares en la industria o en sus casas. Esto ha tenido un impacto importante en el comportamiento de la demanda.
Además, esto es algo que no solo sucede en Costa Rica, estas variables están impactando a nivel mundial.
La generación distribuida vino para quedarse, y a la vuelta de la esquina también tenemos las baterías. Es decir, hoy existen personas que tienen paneles y siguen conectados a la red [eléctrica], pero en unos cuantos años probablemente se desconecten de la red, pues se conectarán con las baterías.
Entonces estamos, como en la palabra de moda lo dice, viviendo la disrupción tecnológica. Donde, de la noche a la mañana, ingresa una tecnología que totalmente nos cambia las reglas del juego.
A esto hay que sumarle que el tipo de industria que se ha instalado en Costa Rica ha cambiado en los últimos años. Ya no tenemos una industria de maquila, ahora tenemos servicios, y la industria de servicios consume mucho menos electricidad.
PH Diquís, un discurso político
“En el 2010 [2011] sucede algo importante, una decisión política. El Minae emite una directriz donde le indica al ICE que debe llenar el 30% de generación privada que permite la ley 7200 [Ley que Autoriza la Generación Eléctrica Autónoma o Paralela].
Es decir, le indica que saque a concurso la generación BOT (Build, Operate & Transfer. Construir, operar y transferir), y de proyectos privados. Y el ICE saca y adjudica estos proyectos a sabiendas de que algunos no se concretarían”, señala la jerarca.
La directriz que Cañas menciona es la Nº 15-MINAET del 15 de marzo de 2011, dirigida a los integrantes del subsector energía para promover el desarrollo de las energías renovables.
En esta también se obligaba al ICE a “definir y poner en práctica mecanismos administrativos para aplicar las opciones y oportunidades previstas en la Ley de Fortalecimiento y Modernización de las Entidades Públicas del Sector Telecomunicaciones, para el desarrollo de proyectos de pequeña y mediana escala para la generación de electricidad”.
Sin embargo, durante la administración anterior, fue derogada en diciembre de 2017.
Según explica la presidenta ejecutiva, la razón por la que estos proyectos no tendrían buen puerto no tiene relación con el tipo de empresas que ganan la adjudicación, sino que, a priori, se sabía que estas empresas podrían tener problemas con la viabilidad ambiental, en Setena.
Tal posibilidad fue razón suficiente para que el ICE considerara el PH Diquís como Plan B, para garantizar el abastecimiento y distribución de electricidad al país, tal y como le exige la Ley de creación del ICE en su artículo 2.
Artículo 2: "dar solución pronta y eficaz a la escasez de fuerza eléctrica en la Nación, cuando ella exista, y procurar que haya en todo momento energía disponible".
El plan B del ICE, según le entiendo a Cañas, ha sido no dar por sentadas las energías variables, ni contar en su totalidad con los generadores privados, pues estos últimos muchas veces no entran en juego.
"En 2011 se empezaron a hacer estos concursos; en esa misma directriz se le sugiere a las empresas distribuidoras que también aporten con proyectos de generación [eléctrica]".
La presidenta ejecutiva del ICE es clara al resaltar que durante esa época se señaló, incluso mediante titulares noticiosos, que tendríamos desabastecimiento energético como país, porque la demanda crecería.
"Tuvimos titulares en los periódicos, de jerarcas de ese momento, que decían «hay que movernos porque la demanda va a crecer y no seremos capaces de abastecerla».
Del grupo de concursos que se sacaron en el 2010 hay algunos que se han podido hacer y otros que no, por ejemplo hidrotárcoles es uno de los proyectos que tuvo problemas para la viabilidad y para el financiamiento, por tanto ahí tenemos un proyecto que está a medias”.
Doña Irene y usted que es experta en este tema ¿es normal que sus proyectos duren tanto en ponerse en función?
—Nosotros tenemos cuellos de botella particulares, muchos de los cuales están en la parte ambiental. Actualmente hay mayor resistencia de las comunidades en los proyectos hidroeléctricos, de cualquier escala.
Entonces, usualmente estos proyectos [hidro] duran más en Setena. Los proyectos eólicos tienen un camino más llano, por lo tanto, dentro de los que lograron entrar en los concursos de 2011 la mayoría son eólicos.
El Diquís y el patrón de consumo tico
Para más o menos entender la ecuación oferta-demanda de energía en el país, debemos tener en cuenta lo siguiente:
La capacidad instalada para proveer energía en el país es de 3500 megas, y cuando Costa Rica alcanza el pico más alto de consumo, ocupa 1600.
Por otro lado, la capacidad máxima contratable de proyectos privados, según la Ley 7200, sean hidro, eólicos o solares, es de 20 megas, sin embargo, la mayoría de estos proyectos privados ofrecen menos de 10 megas.
El ICE calcula que, al año, 20 megas de energía hidro podrían abastecer a más de 30 mil familias. El detalle está en que este tipo de energías dependen de las condiciones climáticas.
"Nuestra matriz renovable es energía variable, es decir, no se tienen disponibles durante todas las épocas del año. Entonces en un año como el que se avecina [2019], donde ya el meteorológico nos dijo que tendremos el Fenómeno del Niño (el verano entra antes y termina después) significa que no tendremos una importante capacidad instalada de proyectos hidroeléctricos.
Entonces, al fin de cuentas, dependiendo del año, a esos 3500 megas se le debe restar la energía variable que no se pueda generar".
De los 12 proyectos privados adjudicados por concurso público entre el 2012 y el 2015 sólo hay uno que se encuentra funcionando, cinco no firmaron contrato y el resto están en ejecución para empezar la operación comercial*.
En mi cabeza la pregunta central de esta entrevista sigue sin tener respuesta: ¿cómo es que si nuestro país tiene un consumo pico de 1600 megas y desde el 2007 el consumo de energía es más o menos estable, la institución no estimó, o no consideró la tendencia a la baja del consumo energético como una alerta para detener el proyecto y evitar invertir 3500 millones de dólares?
Es decir, ¿cuál era la justificación legítima de que el país necesitaba una planta nueva que generara lo que media Costa Rica consume en su pico más alto?
Cañas insiste en que la tendencia del consumo es dinámica, y que Costa Rica por ejemplo tiene características muy particulares.
"Este país es el único de la región donde el consumo residencial es más alto que el industrial, es muy raro. Y esto tiene que ver con el patrón de consumo de los costarricenses porque, por ejemplo, en Suramérica la gran mayoría de personas cocinan con gas.
En países como en Colombia hay gas natural, y en Estados Unidos el gaseoducto llega a la casa. Otro ejemplo sobre nuestros patrones de consumo es que los ticos nos bañamos con agua caliente, aún si estamos en Guanacaste, y también calentamos el agua con la electricidad.
Hay otras variables más recientes, como que los costarricenses han empezado a perderle el miedo al gas”.
Cuando hablamos de muy recientes, ¿cuántos años son?
—Realmente pocos, tres o cuatro años.
Estas pequeñas variables que presumían un cambio en el patrón de energético, ¿porque no se tomaron en cuenta a la hora de tomar decisiones a tiempo?
—En realidad sí se tomaron decisiones. Hace varios años se disminuyó la investigación dedicada al proyecto y tenemos una fecha clave, que es cuando vino el relator de las Naciones Unidas y dijo que la consulta indígena era vinculante para continuar con el proyecto.
Esto le metió un freno importante el proyecto, estamos hablando de que el mayor esfuerzo en investigación se dio antes del 2010. Esencialmente, la gente cuestiona la cantidad de inversión hecha en el proyecto, sin embargo, esta fue proporcional al tamaño del proyecto.
¿Al final qué es lo que sucede? Una tormenta perfecta pero en el otro sentido. Es decir, sí se desarrollaron proyectos como Reventazón, y entonces en este momento tenemos una capacidad instalada que le puede hacer frente al comportamiento de la demanda actual. Por tanto un proyecto como El Diquis, de 600 megas, no procede en el plan de expansión.
El plan de expansión se corre cada dos años, entonces cuando yo ingresé al ICE me doy cuenta que estaría para septiembre [2018], pero empecé a pedir adelantos de cómo se perfilería el plan. Total que a finales de setiembre me dijeron que, tomando en cuenta todos los factores de los que ya hablamos, un proyecto como Diquis no está, ni en el corto ni en el mediano plazo, en el plan.
Usted me dice que la capacidad instalada en Costa Rica es de 3500 y el pico más alto de consumo es de 1600; Diquis era más de 600 Megas. ¿Cuando propusieron el proyecto, hace 14 años, alguien no se preguntó de dónde saldría media Costa Rica a consumir más energía?
—El tema con Diquis y es algo que nos ha costado explicar técnicamente, es el valor que tienen los embalses en una matriz como la nuestra, de energía renovable variable.
Los embalses son las baterías de almacenamiento, que me [al ICE] permiten entrar cuando o no hay viento o no hay agua. Los embalses sirven para tener almacenado [recurso hídrico].
El país siempre ha defendido, a capa y espada, a Arenal, que es nuestro embalse de regulación anual. Pero hoy por hoy los embalses que tenemos, y que nos permiten algún tipo de regulación son Pirrí, y ahora Reventazón. Entonces, técnicamente siempre se decía que Diquis venía a aportar ese almacenamiento extra en caso de que quisiéramos seguir creciendo con fuentes variables, como la eólica, solar e hídrica-filo-de-agua.
El valor que un embalse me genera siempre ha costado traducirlo en números, sin embargo, Diquís siempre tuvo esa carta a favor [la del valor no traducido]. En otras palabras, no se cuestionó porque Diquís mantendría energía almacenada, lo cual daba tranquilidad para seguir creciendo con otros proyectos de energías renovables.
Otro elemento que entra a jugar es el mercado energético centroamericano, el cual empezó a operar hace 4 años.
No todos los países de la región han planificado su crecimiento energético, ni todos tienen las características que tiene Costa Rica, entonces aunque caigamos mal en la región, en muchas ocasiones Costa Rica ha sido el país que da equilibrio a todo el sistema eléctrico regional, en el sentido de que cuando hay problemas de frecuencias, de voltaje o de inestabilidades en la red, quién brinda esta estabilidad es Costa Rica.
Con Arenal nosotros logramos atenuar los impactos en el resto la región. Pongo un ejemplo muy claro: por temas políticos hace tres años Honduras instaló una planta solar de 400 megas. No hicieron estudios técnicos de la red, no hicieron estudios de variabilidad, no hicieron estudios de frecuencia, nada.
Cuando entraron los primeros 300 megas de frecuencia fue un caos para los países vecinos, y el país que logró balancear esta frecuencia fue Costa Rica, esto es difícil de explicar porque es muy técnico, pero así es como sucede.
Entonces, hoy por hoy en el mercado eléctrico se cuestiona cómo debe ser reconocido el servicio de estabilidad eléctrica, porque tiene que reconocerse de algún modo.
Mundialmente a esto se le ha puesto el nombre de Servicios Auxiliares, usualmente proveídos por proyectos con la capacidad de parar el consumo por aquí [energía local] y empezar a recibir excedentes energéticos de por allá [energía extranjera]
Pero, ¿aún sin Diquís Costa Rica tiene la capacidad de regulación energética para la región?
Si, Arenal lo permite hasta cierto punto. Pero con la experiencia de Honduras los demás bajaron el ritmo de la instalación de paneles solares.
El ICE, el Minae y el modelo de negocio
[Volviendo al tema de la directriz y el ICE], me corregirá usted doña Irene, a mí me parece que históricamente no ha habido una buena comunicación entre el Ministerio Energía y el ICE.
—Correcto, históricamente no ha habido una buena comunicación. De hecho, una de las cosas que yo comparto con la gente aquí es que, las salidas de la institución son sanas, porque una aprende a ver a la institución desde otra óptica.
Y entonces una de las cosas que yo he impulsado desde que llegué al ICE, es que nosotros no somos una isla, somos parte de un engranaje para el desarrollo de este país, y la relación con el Minae es fundamental.
No siempre ha habido esa relación y voy a ser totalmente franca, por más que se diga que es muy beneficioso tener al Ministerio de Ambiente y Energía juntos no siempre tenemos un ministro o ministra capaz de llevar las dos carteras.
O se sabe mucho en medio ambiente o se sabe mucho de energía e históricamente lo que ha tenido el Minae son especialistas en ambiente. La parte energética no siempre ha sido el fuerte y basta con ver el presupuesto del Ministerio, el 95% va para ambiente.
Yo me atrevería a decir que esta dificultad de comunicación entre el ICE y el Minae tiene que ver con que es difícil tener en un jerarca la especialidad de dos temas tan diferentes. Y no siempre se ha puesto a un viceministro, o viceministra, fuerte en el tema de energía, es decir, históricamente este equilibrio no ha sido el ideal.
Durante la administración anterior nosotros quisimos eliminar estas barreras y tuvimos la práctica de reunirnos todos los meses ICE y Minae;, no reuníamos el ministro de Ambiente y Energía, esta servidora y el presidente ejecutivo del ICE, y quién en aquel momento era el gerente de Electricidad, ahora este puesto tiene un nombre distinto.
Una vez al mes teníamos una agenda donde veíamos todos nuestros temas, entonces sabíamos muy bien por dónde iba a brincar la liebre en materia de solicitud tarifaria, lo que estaba sucediendo con la generación privada, etcétera. Había esta comunicación.
El ministro anterior, Edgar Gutiérrez, es de profesión es estadístico y entonces para él uno los grandes temas siempre fue la estimación de la demanda energética. Siempre fue muy crítico de si realmente estábamos leyendo bien el entorno.
Yo diría que en el mundo ideal deberíamos lograr tener buena comunicación, entre el Ministerio y el ICE. Incluso se debería trabajar de manera muy conjunta la ruta que debe seguir el país en materia de energía.
Mi última consulta doña Irene. ¿Qué vislumbra usted en el corto plazo respecto al modelo de negocio que tiene el ICE. ¿es sostenible?, ¿cómo planean en el corto plazo o mediano plazo, de acuerdo a estas variaciones sostenerse?
—Definitivamente tenemos que reinventarnos como modelo de negocio. A mí me gusta poner el ejemplo de Correos de Costa Rica, porque ellos lograron reinventarse.
Nosotros actualmente estamos en un momento crucial en el que debemos reinventarnos. Como sector eléctrico no podemos seguir esperando mes a mes un ingreso por kilowatt-hora, cuando la gente instala cada vez más paneles solares y usa gas.
Entonces estamos trabajando en nuevos esquemas de negocio y muchos van a lo que yo llamo la oferta convergente, que es electricidad y telecomunicaciones unidos. Es decir que como negocio ofrezcan soluciones que involucren ambos servicios.
Un ejemplo más tangible de este viraje de negocio, ¿cuál sería?
—Por ejemplo los servicios de vigilancia que estamos ofreciendo a las municipalidades para que tengan municipios más seguros. Hay un sistema con cámaras y alerta; al final con una aplicación en el teléfono las autoridades de ese municipio pueden saber qué está pasando y dónde está pasando.
Esto permite tener un control inteligente de la iluminación y entonces predecir cuáles son los lugares más propensos asaltos, y cómo mejorar los problemas de iluminación de esos lugares, etcétera.
Una autocrítica de institución doña Irene, para mejorar
—Tenemos que ser más resilientes. O sea que no nos dé miedo entrarle a los cambios.
La resistencia al cambio es algo muy común hasta en la mismas sociedad, porque llegamos a una zona de confort y no nos gusta que nos muevan de ahí.
Pero, en este preciso momento, el desafío es perderle el miedo al cambio, porque lo que hoy es una solución tecnológica en seis meses podría no ser.
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No sé si será terquedad, pero me parece que detrás de un proyecto tan grande como Diquís, y grande no solo en inversión financiera, sino también en impacto ambiental y social, hubo, aunque no se reconozca, una estrategia muy pobre. Estamos hablando de un proyecto que inicialmente costaba 1500 millones de dólares y que al final terminó costando el doble.
La misma jerarca reconoce que lo que más pesó, en años anteriores, para frenar el proyecto fue la orden de ONU respecto a la consulta indígena, en 2010.
Desde entonces ocho años han tenido que pasar para ponerle fin a un proyecto que aunque tilden de "inversión", a mi me resulta un evidente impulso político en el marco de la apertura del mercado eléctrico, que impulsó la administración Arias-Sánchez, pero que como no se logró, al final de cuentas PH Diquís quedó sobrando.
*Desde 2014, el Sistema Eléctrico Nacional agregó 17 plantas de generación eléctrica nuevas –que suman 711 megavatios–, de las cuales 12 plantas –334 megavatios– son de inversión privada. Entre 2012 y 2015 se adjudicaron 18 proyectos privados, de los cuales siete fueron eólicos, 10 hidroeléctricos y uno solar. Todos los eólicos ya están operando y el solar está en proceso de formalización de contrato. De los 10 hidroeléctricos, sólo uno se encuentra funcionando, en seis no se firmó contrato y el resto está en proceso de ejecución por parte del desarrollador para operación comercial.
Para mayor referencia, incluimos el audio completo de la entrevista con la presidenta ejecutiva del ICE, Irene Cañas:
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