Las elecciones del domingo 4 de febrero nos mostraron un país dividido y herido, que necesita recobrar la confianza y unirse en una sola voz como nación. Este es el momento de ponernos la camiseta país, esa a la que no le importa el color de un partido, esa que solo busca una Costa Rica que marche en pos de un futuro próspero, respetuoso de la libertad de expresión, tolerante, amante de lo diverso, que va más allá de negro o blanco. Porque hoy más que nunca tenemos que recordar que existen otras formas de pensamiento ¡y que son tan válidas como las nuestras!
Es cierto, hemos perdido la confianza en los gobernantes y en las entidades públicas, pero la solución no es escondernos en la apatía o aparentar que no nos importa nada, para después simplemente quejarnos. El voto es un derecho que el pueblo ha ganado con sudor y esfuerzo.
Más allá de una opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que ha sacado la intransigencia dormida de algunos y el poder de manipulación de otros, en Costa Rica hay temas de vital importancia: la economía, el déficit fiscal, la seguridad ciudadana, el ambiente, el cambio climático, la agricultura, la educación, entre otros. Todos son engranajes necesarios para un país que pretende avanzar hacia el desarrollo. Por ese motivo son estos los temas que deben ponerse sobre la mesa con propuestas concretas y no con improvisaciones de última hora.
Resulta vergonzoso que Jaime Bayly diga en son de burla que “parece que en Costa Rica el único problema que existe es si se aprueba o no el matrimonio entre personas del mismo sexo”. Que se empiece a hablar de nosotros así, debe ser un llamado de atención para toda la población...
Como docente me complace ver como los jóvenes y no tan jóvenes se han unido en el grupo Coalición Costa Rica, lo están haciendo con espíritu crítico y responsable. ¡Nos están dando una lección! Mientras tanto, vienen a mi mente las palabras del gran escritor José Martí: Ser cultos para ser libres. Esa libertad nos permitirá tomar la decisión más acertada para el país, sin fanatismo ni manipulación.
El timonel del barco 2018-2022 deberá llevar una ruta clara y transparente, para entrarle con determinación a los retos que se avecinan, ya que solo así podrá llegar a puerto seguro. Si no, nos hundiremos en la intransigencia y la persecución, sin ni siquiera haber salido de la orilla.
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