Actualización permitirá a expertos planificar y ejecutar estrategias de conservación efectivas.

El Parque Nacional Isla del Coco (PNIC) es un sitio con una biodiversidad marina y terrestre privilegiada que, según estudios, alberga 296 especies de plantas vasculares (48 endémicas, es decir, exclusivas del lugar) y, aproximadamente, 163 especies de aves. En esta isla, en específico, un 60 % de los peces de agua dulce son endémicos.

El PNIC fue declarado Sitio Patrimonio Natural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), así como Patrimonio Histórico Arquitectónico por el Gobierno de Costa Rica.

A pesar de eso, esta isla no cuenta con una cartografía actualizada, ya que su ubicación y condiciones meteorológicas dificultan las campañas de mapeo y topografía.

Con el proyecto “Generación de información geoespacial de la Isla del Coco mediante tecnología fotogramétrica y LIDAR”, la Escuela de Ingeniería Topográfica de la Universidad de Costa Rica (UCR), el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (LanammeUCR), la Fundación Amigos de la Isla del Coco (Faico) y el Área de Conservación Marina Coco (ACMC) unieron sus esfuerzos para actualizar la cartografía de dicha isla. Hasta el momento, se ha sobrevolado aproximadamente el 90 % del lugar.

El proyecto generará información científica de alto valor, la cual será utilizada para planificar y ejecutar estrategias de conservación efectivas para el Parque Nacional Isla del Coco. Mapa: cortesía de la Faico, el ACMC y la UCR.

Ahora bien, ¿qué es la cartografía? y ¿por qué es importante este trabajo?

Según el Diccionario Sistema de Información Geográfica (GIS, por sus siglas en inglés) de la empresa Esri, “Es el arte y ciencia de expresar gráficamente, generalmente mediante mapas, las características naturales y sociales de la Tierra”.

Randy Chinchilla, especialista en sistemas de información geográfica de Faico y del ACMC, destacó los beneficios que traerá el proyecto para el PNIC y para el país en general:

  • Información científica de gran valor, la cual será utilizada para planificar y ejecutar estrategias de conservación efectivas.
  • Beneficio directo al sector pesquero, ya que se protegerán los ecosistemas donde se reproducen y alimentan especies marinas importantes para los usuarios del mar.
  • Datos actualizados que fortalecen la capacidad del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac), permiten tomar decisiones fundamentadas en la ciencia, mejoran la gobernanza ambiental y abren oportunidades para el turismo responsable y la educación ambiental.
  • Mayor conciencia sobre la importancia de conservar el patrimonio natural del país, lo cual fortalece la identidad nacional y el compromiso ciudadano con el ambiente.

Por concluir

Elena Chaves, investigadora de la Escuela de Ingeniería Topográfica de la UCR, y Paul Vega, jefe de la Oficina de Geomática del LanammeUCR, indicaron que algunos de los elementos ya están cerca de concluirse.

Uno de esos productos es la ortofoto (una de las técnicas de la cartografía) de la Isla del Coco, que es una fotografía aérea corregida geométricamente, utilizada para mapear sobre ella elementos que puedan ser visibles en la imagen.

Además, cuentan con información LIDAR (Light Detection and Ranging), la cual es una tecnología que, por medio de pulsos de luz láser, mide la distancia entre los objetos en la superficie terrestre o el terreno propiamente. El sensor que posee permite obtener información sobre la topografía, cobertura boscosa, edificaciones presentes, etc.

Una de las ventajas de esta tecnología es que, al clasificar la nube de puntos generada por el sensor LIDAR, se puede separar la capa de vegetación y la de suelo. Esto posibilita crear modelos digitales de terreno detallados para zonas estratégicas de operación de la Isla, como la bahía Wafer y la bahía Chatham.

El equipo también tiene como objetivo generar un modelo de elevación del terreno, el cual permita conocer el relieve de la Isla del Coco, generar curvas de nivel y obtener información detallada sobre la red hídrica, la cobertura boscosa, etc.

Igualmente, el modelo posibilita conocer la ubicación de deslizamientos para determinar los niveles de peligrosidad y vulnerabilidad de las instalaciones, así como la afectación que podrían generar en ecosistemas marinos, por ejemplo, en corales superficiales que rodean la isla.

Vega comentó al portal web de la UCR:

Es un tesoro natural, entonces es algo que yo como costarricense quisiera ayudar a conservar. Eso es lo que a mí me mueve”.

¿Qué falta por hacer en el proyecto?

Los científicos tienen previsto efectuar otra gira de campo para realizar los vuelos necesarios y completar las áreas que quedaron pendientes de la Isla del Coco. Además, a futuro, pretenden utilizar la información geoespacial para profundizar en el análisis de la red hídrica, el uso del suelo, los tipos de bosque y la ubicación de deslizamientos.

Chaves explica que estos datos podrían ser de gran utilidad para el personal administrativo, guardaparques e investigadores en sus labores de identificación de flora, monitoreos de la estructura boscosa, análisis de áreas con potencial para reforestar y planificación estratégica de la infraestructura vigente y futura.

“El tema metodológico que nosotros utilizamos probablemente no está en ningún libro… Todo lo que llevamos planificado, para serle muy honesta, allá no funciona”, señaló Elena Chaves, una de las investigadoras. Foto: cortesía de la Faico, el ACMC y la UCR.

Trabajo de campo

Vega explica que en las tomas de datos es necesario combinar distintas técnicas de vuelo. Para las áreas pequeñas, emplearon vuelos programados, en los cuales el dron opera de forma automática. En cambio, en zonas más extensas e inaccesibles, optaron por vuelos manuales, debido a limitaciones relacionadas con la distancia, así como por consideraciones de seguridad, tanto para el personal como para los equipos.

Otro motivo por el cual se realizaron vuelos manuales fue que, aunque inicialmente planificaron volar a una altitud de 600 metros, frecuentemente las nubes se encontraban a tan solo 300 metros. Esto los obligó a operar por debajo de ellas.

Uno de los retos encontrados es que en la Isla del Coco la mayoría de las zonas son de muy difícil acceso. Por tanto, algunos vuelos tuvieron que hacerse desde lanchas, donde las condiciones de espacio, protección del equipo y del personal a bordo fueron un desafío.

Asimismo, enfrentaron limitaciones físicas y climáticas. Algunas zonas de la Isla no pudieron ser captadas en la ortofoto debido a lo complejo del terreno y a los constantes cambios del clima, que alterna entre lluvia y sol. Vega destaca que el trabajo de campo es físicamente exigente e, incluso, riesgoso. Por eso, se requirió tomar todas las medidas necesarias para salvaguardar la integridad del personal y del equipo de trabajo.