A través del Icomvis, la UNA impulsa esta medida innovadora para reducir los encuentros negativos entre personas y fauna silvestre.
El Parque Nacional Manuel Antonio enfrenta desde hace años un problema persistente: las interacciones negativas entre visitantes y fauna silvestre, especialmente aquellas relacionadas con el alimento.
Desde 2012, un equipo del Instituto Internacional en Conservación y Manejo de Vida Silvestre (Icomvis) de la Universidad Nacional (UNA) ha monitoreado estas situaciones, generando datos para diseñar estrategias de manejo.
“Tenemos muchísima información y con el paso de los años hemos dado recomendaciones para la reducción de esas interacciones negativas”, señaló Laura Porras, académica e investigadora del Icomvis-UNA.
Según Porras, uno de los principales factores de riesgo es la alimentación, ya sea intencional o accidental, que puede provocar conductas agresivas, dependencia hacia los humanos y peligros tanto para la fauna como para las personas visitantes. A pesar de la implementación de medidas como la recolección diaria de residuos, el cierre del parque un día a la semana y restricciones en el ingreso de alimentos, el problema continuaba.
En octubre de 2023, se introdujo una solución novedosa: instalar dos estructuras metálicas cerradas, conocidas como “jaulas para turistas”, una ubicada alrededor de la soda y otra junto al área de mesas. “El turista entra, cierra, come ahí, todo adentro. El manejo de basura es interno y después sale sin comida”, detalló la experta.
Entre noviembre de 2023 y mayo de 2024, el equipo de investigación documentó interacciones mediante observación directa, tomando nota de la especie, lugar, hora, tipo de contacto y presencia de guías. Los resultados mostraron una disminución significativa en las interacciones relacionadas con alimentos. “Nos lo han constatado los mismos guardaparques, los guías y los turistas que han visitado el parque en varias ocasiones. El problema de los animales encima de la gente por comida se ha reducido muchísimo”, afirmó la investigadora.
No obstante, aún persisten desafíos. “Siempre está el turista que se las ingenia para meter comida o para ofrecerle un fruto del bosque al animal, lo cual es incorrecto. Ahora nos toca evaluar el comportamiento del turista”, añadió.
Desde el instituto explicaron que el siguiente paso es reforzar esta medida con una campaña de concientización que explique el propósito de las jaulas y promueva el respeto hacia la fauna silvestre. “Muchos turistas no entienden por qué hay una jaula. El parque debería estar difundiendo esa información. La jaula está ahí por una razón y se debe respetar”, concluyó Porras.