Delfino.cr viajó hasta Paso Canoas para conocer dónde se encuentran las personas deportadas por Estados Unidos y estableció contacto con algunos migrantes.
German Smirnov, periodista ruso, salió de su país con su esposa e hija en busca de protección en Estados Unidos. Hoy está en Costa Rica, es uno de los 200 deportados enviados desde EE. UU. bajo un polémico acuerdo bilateral impulsado por Donald Trump y aceptado por Rodrigo Chaves.
Él llegó al país el pasado 26 de febrero junto a 64 personas migrantes más. De inmediato fue trasladado al Centro de Atención Temporal para Extranjeros en Migración (CATEM-Sur), en Corredores, cerca de la frontera sur.
Smirnov describió condiciones significativamente mejores en Costa Rica que en Estados Unidos, pero también expuso preocupaciones relacionadas con limitaciones en la movilidad y dudas sobre la calidad del agua potable, además del intenso calor, un reto significativo para personas procedentes de climas fríos.
DatoD+: En el grupo de deportados al Catem-Sur hay personas de países como Turquía, Armenia, Uzbekistán, India, Armenia, Rusia, Georgia, Azerbaiyán, Vietnam, Rusia, Irán, Afganistán, Jordania, Kazajistán, Ghana, República Democrática del Congo, República del Congo, Angola, Yemén, Nepal y China. Además, el Catem es un sitio de tránsito donde regularmente llegan las personas que migran del sur al norte del continente americano.
Pese al hermetismo con el que las autoridades costarricenses manejan este acuerdo con Estados Unidos y la prohibición a la prensa de ingresar al Catem-Sur, un equipo de Delfino.cr viajó, junto a José Cayasso, hasta Paso Canoas, para conocer el sitio desde las afueras. Ahí logró establecer contacto con Smirnov y otros migrantes.
En una celda fría y el rechazo de asilo político
A inicios de 2024 German decidió que era el momento de salir de Rusia debido a condiciones que le ponían en peligro, por su profesión de periodista. Salió con su esposa y su hija e intentaron solicitar asilo político en los Estados Unidos a través de la aplicación CBP One, una herramienta que cerró la administración Trump y que buscaba la protección de migrantes contra la violencia, la pobreza o la persecución.
Smirnov esperó ocho meses en México, pero su cita fue cancelada.
Podíamos comprar un coche y cruzar la frontera y pedir asilo político, pero queríamos ser justos. Quisimos ser obedientes y tratar de hacer todo lo que esté en nuestras manos según la política de los Estados Unidos”.
Tras la cancelación, tomaron un carro para hacer el intento en la misma frontera. Al solicitar asilo político en el borde fronterizo, fueron detenidos y tratados de manera inhumana, según describió.
La temperatura era muy fría y fue así durante 31 días. Tenían la luz encendida siempre y eso dificultaba dormir. Los oficiales intentan ser educados, pero cuando reciben órdenes superiores se tornan groseros".
Contó que separaron a mujeres y hombres en diferentes celdas y eso impedía la comunicación. En la celda habían más de 25 personas aglomeradas y a muchos les tocaba dormir en el piso con una manta muy delgada.
Nos alimentaban muy mal. Durante el tiempo que estuve ahí perdí al menos 10-12 kilos. Yo tenía mucho dolor de estómago y de cabeza, ya que estas condiciones no deberían ser normales. Ni siquiera nos permitían cortarnos las uñas".
Además, German dice que nunca discutieron con las autoridades, solo preguntaban sobre su proceso y la posibilidad de contar con un abogado.
El pasado 17 de febrero el Gobierno de Costa Rica anunció su decisión de colaborar con el Gobierno de los Estados Unidos en el proceso de repatriación de 200 migrantes a su país. Fotografía: Luis Diego Sánchez.
Luego de 31 días detenidos en la celda, el gobierno estadounidense los trasladó a una base militar y luego a un avión militar rumbo a Arizona. En ese Estado, les confirmaron el rechazo a la solicitud de asilo y que serían enviados a Costa Rica. En Smirnov, su familia, y el grupo de personas migrantes que estaban detenidos esto causó mucho descontento y decepción.
El trato que recibió Smirnov coincide con entrevistas dadas por las personas deportadas al Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT), un órgano que opera dentro de la Defensoría de los Habitantes, en una inspección al Catem-sur.
En general, en un informe preliminar los migrantes detallaron al MNPT que en su estancia en territorio estadounidense se les obligó al uso de grilletes en manos, caderas y pies. También denunciaron desinformación a la hora de ser detenidos, en la llegada a Costa Rica y sobre cuál será el destino final. En Estados Unidos también hubo malas condiciones de alimentación y alojamiento, trato grosero y retención de documentos.
Migrantes son originarios de países como Turquía, Armenia, Uzbekistán, India, Armenia, Rusia, Georgia, Azerbaiyán, Vietnam, Rusia, Irán, Afganistán, Jordania, Kazajistán, Ghana, República Democrática del Congo, República del Congo, Yemén, Nepal, China, entre otros. Fotografía de: Luis Diego Sánchez.
Las personas también reportaron efectos psicosociales como ansiedad por la poca información y el futuro, incertidumbre por los niños presentes en las diversas familias migrantes y la sensación de ser tratados como criminales, además de lesiones por el uso prolongado de grilletes.
Gabriela Oviedo, abogada y coordinadora de movilidad humana en el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), mencionó a este medio de comunicación que, en efecto, las expulsiones colectivas de migrantes desde Estados Unidos hacia Costa Rica exponen a las personas a situaciones de vulnerabilidad extrema.
Son personas extracontinentales que pueden no saber el idioma español, no saben a qué país van a ser dirigidos. Todo esto es colocarlas en un entorno torturante, sin acceso de información o representación legal, sin acceso a asistencia humanitaria".
A lo interno del CATEM
Luego de más de una semana en el país, German afirma que en Costa Rica el trato de las autoridades migratorias es “100 veces mejor” que en los Estados Unidos. Tienen comida y materiales para que los niños dibujen y se entretengan, narró. En el Catem-Sur las personas reciben atención y son entrevistadas para conocer su situación por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante (HIAS) y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Para Smirnov el mayor problema son las condiciones climáticas ya que, para una persona de Rusia, son temperaturas muy diferentes y demandantes.
Entre los deportados por Estados Unidos hay 62 menores de edad. Fotografía filtrada desde el interior del Catem-sur.
“Aquí nos alimentan bastante bien, pero hace calor y no tenemos suficiente agua. Este clima no es el estándar para nosotros. Esto es muy caluroso para nosotros”, dijo. Además, agregó que las autoridades nacionales les mencionaron que el agua es potable, pero igual las personas tienen miedo de que no sea así. Esto provoca que algunas personas se hayan descompensado, comentó.
El MNPT destacó que en el Catem-Sur, con la presencia de Acnur, HIAS y OIM, se realizan mesas de trabajo con instituciones gubernamentales donde destacan prácticas de resguardo de derechos humanos. Estas acciones garantizan el acceso a derechos fundamentales como la solicitud de refugio, higiene, alimentación, atención médica y psicológica, protección a poblaciones vulnerables, entre otras.
Aunque para German es sencillo comunicarse en inglés, personas originarias de países como Irán y Afganistán, encuentran más barreras. La Defensoría de los Habitantes indicó que personas de estas nacionalidades no han sido entrevistadas dada la imposibilidad de contar con traductores. Por tanto, carecen de información sobre su permanencia en el Catem y su destino final, manifestando (a como pueden) gran temor de ser devueltos a su país de origen.
En el Catem-Sur hay personas de diversas nacionalidades. La Defensoría de los Habitantes encontró debilidades de las autoridades migratorias para comunicarse con algunas personas. Este cartel se encuentra en el sitio. Fotografía filtrada desde el interior del Catem-Sur.
Acerca del tratado de Costa Rica y Estados Unidos para la deportación de 200 personas, el presidente Rodrigo Chaves afirmó que se trata de una ayuda al “hermano económicamente poderoso del norte”.
Si nos ponen un impuesto en zona franca nos friegan, –que no creo que lo vayan a hacer– y además amor con amor se paga. 200 (migrantes) vienen, los tratamos bien y se van”.
Smirnov aseguró que para ellos es muy extraño estar aquí, pero no hay otra opción. Considera que Costa Rica accedió al ser una nación pequeña y querer evitar represalias de los norteamericanos.
Para nosotros el Gobierno de Costa Rica no hizo nada malo. Ya sabes, no se le puede decir que no a Estados Unidos. Entendemos la política y sabemos que es el país más poderoso del mundo. De todos modos, creo que somos afortunados de estar aquí, ya que estamos mejor de lo que estábamos en la frontera. Aquí, al menos tenemos la posibilidad de decir lo que sentimos".
Oviedo del Cejil señaló que este acuerdo transnacional vulnera al principio de no devolución ya que los procesos se realizan sin un análisis individualizado de cada caso, lo que podría poner en riesgo la vida, la libertad y la integridad de las personas deportadas.
La experta hizo énfasis en que uno de los aspectos más preocupantes de estas deportaciones es que se realizan en un contexto de detención migratoria indeterminada sin posibilidades legales para responder. Es decir, las personas son retenidas desde el inicio hasta el final del proceso sin acceso a abogados ni representación legal para solicitar asilo o refugio, y sin alternativas diferentes a la detención.
El estándar de detención migratoria es que este debe ser de última ratio. Es decir, debe ser excepcional y debe ser la última medida adoptada por parte de los estados y debe tener un análisis de que sea necesario y proporcional, lo que no pasa aquí".
Dato D+: El Catem-Sur, fue construido en 2017 durante el gobierno de Luis Guillermo Solís en la antigua fábrica Maderín, en Corredores de Puntarenas. Su objetivo original es brindar asistencia humanitaria a los migrantes en tránsito provenientes del sur del continente. Inicialmente se proyectó con capacidad para 2.000 personas, en 2020 solo albergaba a 100, y para 2023 se amplió a 300. En ese año, el gobierno de Rodrigo Chaves anunció su rehabilitación, mejorando sus condiciones con el apoyo de organizaciones internacionales como Unicef, USAID y la Embajada de Francia. En 2024, se implementaron nuevas infraestructuras sanitarias y un espacio para menores de edad. Además del CATEM Sur, Costa Rica cuenta con otro centro en Peñas Blancas, en la frontera con Nicaragua, con capacidad para más de 1.000 personas.
El estatus migratorio y un llamado al asilo político
A los 200 deportados el gobierno costarricense les dio un estatus de autorización excepcional y un permiso de permanencia transitoria. Esto quiere decir que no necesitan visa para entrar a Costa Rica, pero mientras estén en el país no tienen permiso de trabajar.
Mientras tanto, pese a que las autoridades indicaron que las personas en el Catem no se encuentran en condición de detención administrativa, a estas se les limita el tránsito para egresar del sitio en caso de querer salir a comprar algún producto y regresar. Tampoco se les permite conversar con la prensa y, del mismo modo, se impide a la prensa el acceso al Catem.
La policía migratoria ubicada en el Catem, ordenó en dos ocasiones al equipo de Delfino.CR abandonar el lugar, indicando que "ellos (los migrantes) no pueden tener ninguna comunicación fuera de acá", pese a que estas personas mostraron su interés de dar a conocer sus casos. Además, realizaron la amenaza de que "a quienes van a identificar son a ustedes (periodistas). Esto conlleva un delito".
Delfino.cr viajó hasta Paso Canoas para conocer dónde se encuentran las personas deportadas por Estados Unidos y estableció contacto con algunos migrantes. Fotografía: Luis Diego Sánchez.
La autorización permite la estancia de estas personas en Costa Rica por 30 días, con posibilidad de prorrogar dependiendo de los casos. En ese periodo la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME) y la OIM trabajarán en su retorno voluntario o en la gestión de su estatus migratorio. Estas personas también tienen la posibilidad de solicitar refugio si no desean regresar a sus países de origen, aunque hasta este momento ninguna ha hecho la solicitud formal.
Este 10 de marzo la DGME detalló que ya salieron del país 38 personas del grupo de deportados. Actualmente quedan 162 y, de estos, 62 son menores de edad. Mientras tanto, Panamá, país que aceptó un trato similar con los Estados Unidos, decidió este fin de semana “liberar” decenas de deportados que acogió, dejándolos en un limbo legal en sus calles.
"Somos refugiados. No tenemos dinero. No podemos pagar un hotel en Ciudad de Panamá, no tenemos familiares aquí", dijo Omagh a la agencia Associated Press en una entrevista. "No puedo volver a Afganistán bajo ninguna circunstancia. Está bajo el control de los talibanes y ellos quieren matarme. ¿Cómo podría regresar?"
La experta del Cejil advirtió que las prácticas ejecutadas por Estados Unidos con Costa Rica y otros países de la región, podrían repetirse generando más expulsiones colectivas y detenciones migratorias indeterminadas. A la vez, esto podría generar un impacto en las narrativas de criminalización, xenofobia y persecución contra la movilidad humana sin considerar las necesidades particulares de protección.
El pasado 5 de marzo la Asamblea Legislativa convocó a una interpelación al canciller Arnoldo André Tinoco, para que se refiera al acuerdo entre los gobiernos. Dicho espacio se dará luego de que tanto André Tinoco como la representaciones de Acnur y OIM en el país no asistieron a una convocatoria de la Comisión de Derechos Humanos para conversar sobre este caso a finales del mes de febrero.
En el caso de Smirnov, él pide no ser devuelto a Rusia ya que teme por su vida y la de su familia. Le gustaría ser enviado a Australia o Canadá por el idioma, aunque no descarta una posibilidad de quedarse en Costa Rica ya que su impresión es muy positiva.
Si mi solicitud de traslado a los países mencionados fuera rechazada, aceptaría quedarme en Costa Rica. No hablo español, por lo que me preocupa que aquí mi familia y yo tengamos dificultades con el trabajo y la existencia”.
El migrante afirmó que él y su familia aún mantienen la fuerza y la esperanza de que las cosas mejoren, por eso lucharán hasta el final. Asimismo, agradeció a su familia y amigos por el apoyo dado. "Todavía tenemos energía porque ustedes creen en nosotros", finalizó.
*Colaboraron en este reportaje Luis Diego Sánchez y José Cayasso.