Tres consejos para aplicar hoy mismo:

  1. Dedique tiempo exclusivo a cada uno de sus hijos, incluso con actividades simples como leer juntos o conversar.
  2. Explique la situación del hijo enfermo a sus hermanos de manera clara y adecuada a su comprensión, brindándoles la oportunidad de expresar sus sentimientos y hacer preguntas.
  3. Permita que familiares, amigos o profesionales colaboren en actividades diarias para alivianar la carga.

 

¿Cómo equilibrar la atención emocional y física entre el hijo diagnosticado con cáncer y sus otros hijos?

Equilibrar la atención emocional y física entre el hijo diagnosticado con cáncer y los otros hijos puede ser un desafío significativo para los padres, ya que requieren apoyo y comprensión en medio de una situación emocionalmente intensa.

Algunas estrategias útiles para manejar esta situación puede ser:

  1. Reconocer las necesidades emocionales de todos los hijos: Cada hijo, independientemente de si está enfermo o no, tiene necesidades emocionales únicas. El niño que no está enfermo también puede estar pasando por un proceso emocional complicado, como la tristeza, el miedo o la confusión. Es importante validar sus emociones, escucharlos y asegurarse de que comprendan lo que está sucediendo sin sentir que se les deja de lado.
  2. Crear momentos de atención individual para cada hijo: Aunque es difícil dividir el tiempo equitativamente entre todos los hijos, los padres pueden intentar establecer momentos dedicados exclusivamente para cada niño. Esto puede ser una actividad sencilla, como una conversación individual, una actividad especial, o pasar tiempo juntos haciendo algo que el niño disfrute. Estos momentos brindan la oportunidad de mantener la conexión emocional, mostrando que, aunque la situación sea difícil, cada hijo es importante y merecedor de atención.
  3. Involucrar a los hermanos en el cuidado de manera apropiada: Involucrar a los hermanos en el proceso de cuidado del niño enfermo puede ser beneficioso para todos. Esto no significa ponerles responsabilidades excesivas, pero pueden ayudar en pequeñas tareas como dar abrazos o ser parte de actividades familiares relacionadas con el cuidado. Esto fomenta la empatía, la unidad familiar y les hace sentirse útiles sin sobrecargarlos.
  4. Comunicación abierta y honesta: Es esencial que los padres comuniquen lo que está sucediendo con el hijo diagnosticado de manera apropiada para la edad de los otros niños. Explicar la situación, pero también recalcar que todos los miembros de la familia son importantes y que sus necesidades emocionales también serán atendidas, ayuda a reducir la confusión o el miedo que los niños puedan estar experimentando. Asegurarse de que los hermanos tengan un espacio para expresar sus emociones y hacer preguntas también es crucial.
  5. Delegar responsabilidades a otros miembros de la familia o apoyo externo: Para evitar que uno de los padres se sienta abrumado, los padres pueden pedir ayuda a familiares, amigos cercanos o incluso profesionales. Por ejemplo, los abuelos u otros familiares pueden encargarse de actividades rutinarias con los otros hijos, como llevarlos a la escuela, ayudarlos con las tareas o incluso pasar tiempo con ellos para que los padres puedan concentrarse en el niño enfermo.
  6. Establecer espacios seguros para los hermanos: Es importante que los otros hijos tengan un espacio donde puedan hablar y expresar sus sentimientos sin sentirse presionados a ser fuertes por el bienestar del niño enfermo. Los padres pueden crear estos espacios mediante conversaciones regulares, permitiendo que los hermanos digan lo que sienten, aunque a veces no puedan comprender del todo la situación. El objetivo es que se sientan seguros al compartir sus pensamientos y emociones.
  7. Buscar ayuda profesional para los hermanos: Si los otros hijos muestran signos de estrés, ansiedad o tristeza profunda, podría ser útil buscar el apoyo de un psicólogo especializado en niños. La terapia puede ayudarles a procesar sus emociones y brindarles herramientas para lidiar con la situación, especialmente si se sienten celosos, olvidados o culpables por la enfermedad de su hermano.

Manejando sentimientos de culpa o estrés al intentar cubrir las necesidades de todos los hijos

El manejo de los sentimientos de culpa y estrés en un escenario tan complejo como el cuidado de un hijo con cáncer, mientras se intenta satisfacer las necesidades de los demás hijos, es un desafío emocional significativo.

Estos sentimientos son comunes, pero es fundamental abordarlos de manera saludable para no afectar la salud mental y la dinámica familiar. Ciertos puntos a tomar en cuenta son los siguientes:

  • Aceptar que no se puede hacer todo perfectamente: Uno de los mayores factores que contribuyen al estrés y la culpa es la expectativa de ser capaz de hacer todo de manera perfecta. Cuidar de un hijo enfermo, atender las necesidades emocionales de otros hijos, mantener el hogar y trabajar son responsabilidades enormes. Es importante aceptar que, aunque se ponga todo el esfuerzo, no se puede cumplir con todo de manera perfecta todo el tiempo. La aceptación de los límites personales es clave para disminuir la autoexigencia y la culpa.
  • Hablar sobre la culpa y el estrés: Hablar sobre los sentimientos de culpa con alguien de confianza (como la pareja, un amigo cercano, un consejero o terapeuta) es vital. Expresar lo que se siente al intentar equilibrar las necesidades de todos los hijos puede liberar parte del peso emocional.
  • Priorizar el autocuidado: Cuidar de uno mismo no es egoísmo, es una necesidad. Para estar emocional y físicamente disponibles para los demás, los padres deben asegurarse de descansar, alimentarse bien, hacer ejercicio moderado y tener tiempo para desconectar. El agotamiento solo incrementa los sentimientos de culpa y estrés, ya que dificulta la capacidad de ser funcional y efectivo en el cuidado de los demás.
  • Establecer expectativas realistas: Las expectativas sobre lo que se puede lograr deben ajustarse a la realidad. En momentos de crisis, es esencial establecer metas más pequeñas y realistas. Se deben priorizar tareas esenciales y distribuir la carga de manera equilibrada, aceptando que lo que está fuera del control no debe generar más estrés.
  • Reconocer que los sentimientos de culpa son normales: Es importante comprender que los sentimientos de culpa son una respuesta emocional normal cuando uno siente que no puede estar presente o dar suficiente a cada uno de los hijos. Sin embargo, estos sentimientos no deben convertirse en una carga constante que afecte la salud mental o la relación con los demás. Reconocer que la culpa no es necesariamente un reflejo de que se está haciendo algo mal, sino una respuesta natural ante un desafío extremadamente difícil, puede ayudar a reducir la presión.
  • Buscar apoyo profesional: Si los sentimientos de culpa y estrés se vuelven abrumadores, acudir a un psicólogo puede ser muy útil. Un profesional puede ayudar a explorar las causas de la culpa y el estrés, ofrecer herramientas para manejar estas emociones de manera saludable y brindar estrategias de afrontamiento personalizadas.
  • Enfocarse en lo que se está haciendo bien: Cuando el estrés es alto, es fácil centrarse en lo que no se está logrando o en lo que no es perfecto. En lugar de enfocarse en los errores, es importante reconocer lo que se está haciendo bien. Tal vez se ha logrado que el hijo enfermo se sienta amado y cuidado, tal vez los hermanos también reciben atención y apoyo, o tal vez se ha logrado equilibrar tareas difíciles en el día a día. Celebrar los pequeños logros y recordar que cada esfuerzo cuenta puede ayudar a reducir el sentimiento de insuficiencia.

La Dra. Zelaya cuenta con un páster propio en Psicooncología y Cuidados Paliativos de la Universidad Complutense de Madrid. Puede seguirla y compartir sus pensamientos con ella en Instagram.