Por Valeria Castro Chaves – Estudiante de la carrera de Ingeniería Química Industrial
“Autoridades de Gobierno alertaron que Costa Rica padece serios problemas de contaminación en sus cuerpos de aguas y cauces de ríos debido a aguas residuales y residuos sólidos vertidos en ellos” (Lara, 2016a, párr. 1). La situación actual en el país en materia de calidad de aguas de los ríos es deplorable debido a la alta contaminación, y para que esto mejore se requiere de aproximadamente una inversión de $6.222 millones hasta el 2045. Castro (2019) afirma que “si bien un 93% de los hogares tiene acceso a agua potable, una de las coberturas más altas a nivel regional; solo un 15% cuenta con sistema de alcantarillado con tratamiento” (párr. 1).
Para ello, existen las plantas de tratamiento de aguas residuales, las cuales son instalaciones en las que se utiliza una combinación de varios procesos (por ejemplo, físicos, químicos y biológicos) para tratar aguas residuales industriales y eliminar contaminantes. El residuo generado durante estos procesos de tratamiento se conoce como lodo, y este es potencialmente peligroso porque contienen contaminantes orgánicos residuales adsorbidos de las aguas residuales tratadas (Anjum, Al-Makishah y Barakat, 2016). Por consiguiente, es fundamental que el país cuente con plantas de tratamiento eficaces para mejorar la lamentable situación en la que se encuentra la región.
Uno de los avances que se ha dado es la creación de la planta de tratamiento de Los Tajos, ubicada en La Uruca. Esta tiene un alcance de 11 cantones en el Valle Central y cuenta con tres líneas de tratamiento: línea de agua, línea de lodos y línea de gas. En ella, se tratan por día 435 litros de agua por segundo aproximadamente de agua sucias originadas en varios cantones del país. Para el año 2020 se procesan las aguas residuales de más de un millón de personas del área metropolitana (Lara, 2016b).
No obstante, no todo ha salido a lo planeado debido a que actualmente no se aprovecha totalmente la capacidad de la planta operada por Acueductos y Alcantarillados (AyA), únicamente el 16% de la capacidad se utiliza (Murillo, 2020), esto a causa de colapsos y carencia de interconexión de obras de alcantarillado sanitario. Además, AyA no cuenta con la predicción de futuras acciones para tratar a los contaminantes que provienen de jabones (Castro, 2020). Lo anterior es perjudicial para el medio ambiente y la salud de los costarricenses.
Hoy en día, el 70% del agua residual en Costa Rica no cuenta con un tratamiento, y su alternativa ha sido el empleo de tanques sépticos, lo cual no es necesariamente negativo, pero su uso debe acompañarse de un análisis de las condiciones de cada región para asegurar que los mantos acuíferos no se estén perjudicando, además, cabe destacar que es un método muy inadecuado en las zonas urbanas y costeras (Rodríguez, 2018). El AyA ha estado trabajando en la rehabilitación de los sistemas de alcantarillado, que son antiguos y están en mal estado, así como en la construcción del Túnel de Trasvase Metropolitano, con el fin de ver una mejoría en el saneamiento del país.
En resumen, es esencial que exista un buen manejo de las aguas residuales para que los contaminantes no regresen a la tierra, el tratar las aguas hace que el material orgánico enriquezca el suelo en forma de fertilizante y abonos. Actualmente, Costa Rica ha hecho esfuerzos por mejorar la situación del saneamiento de aguas residuales para beneficiar a su población como al medio ambiente. Sin embargo, aún falta mucho por mejorar, el trabajo realizado no ha sido lo suficientemente eficaz y hay que actuar pronto.