Muchas veces olvidamos lo sangrientos y oscuros que son los cuentos de hadas. Olvidamos, por ejemplo, que cuando estuvieron a cargo los Grimm y no Disney, el príncipe de Rapunzel pierde la vista al caer en un espino, o que las hermanas de la cenicienta se mutilan los dedos de los pies para poder calzar la zapatilla de cristal (y al final del cuento unos pájaros les sacan los ojos; parece que eso de globos oculares sangrantes era tendencia por aquella época).
En este nuevo cuento de hadas, obra de Apple, llamado The Changeling, tenemos a Apollo, un hipster consumado, que paga en cheque (si, evidentemente lleva su lapicero para firmarlo y todo), usa mochila de cuero y viste con tweed y también con corduroy. Se dedica al selecto arte de vender libros antiguos (que tampoco es que sean incunables del siglo XV, son libros de los años 60). Recibe su nombre en honor a Apollo Creed, personaje de una película de los 70s que marcó a su padre (correcto, la película es Rocky… y se salvó por los pelos de no llevar ese otro nombre).
Su esposa Emma está conectada con la naturaleza, es defensora del parto en casa, explora la selva del Amazonas y cree en la espiritualidad (candomblé, catolicismo, en casi cualquier espiritualidad que se le presente de momento. Ojo que es bien flexible en ello). Igual que su marido su mundo es el de los libros, es bibliotecaria.
Cuando ambos tienen a su primer hijo las cosas se ponen espeluznantes, ya que el recién nacido es robado por las hadas; porque, como todos sabemos, a las hadas les gusta robar bebés.
Alto, alto, no. Creo que no sabemos eso. Aunque el título de la serie ya nos daba els poiler: un changeling es un sustituto de bebé creado por las hadas. Pero bueno, posiblemente eso tampoco lo sabíamos.
Sin embargo, Apollo y Emma, gente formada en libros, si lo saben, o por lo menos ahora lo saben. A veces se aprende por las malas. Ahora que, tanto ellos como nosotros estamos al tanto, podemos ver que el robo de infantes por parte de las hadas es natural dentro del folclore europeo, como se puede apreciar en Sueño de una noche de verano, o en el cuento de Rumpelstiltskin (aunque acá no es robo sino un intercambio justo que nace de contrato verbal, y es un duende, no un hada, pero la esencia es parecida).
La serie como tal, resulta menos woke pero más gótica que Lovecraft Country, porque estamos ante un relato más creíble o, por lo menos, más probable. También es más macabra y con personajes más carismáticos que Servant, lo que la hace mucho más directa y, en términos amplios, mucho más llevadera.
En resumen, The Changeling es como un hermoso atardecer. Inicia siendo un evento muy apasionado y romántico, pero a medida que se oculta el sol metafórico, y el entorno se oscurece más y más, nos preguntamos, ¿dónde vamos a refugiarnos cuando solo haya tinieblas y se liberen las criaturas de la oscuridad?
Una vez más, Apollo y Emma van a tener que encontrar la respuesta a esa pregunta por sí mismos y aprender por las malas.
Por suerte nuestro protagonista es valiente, y bajo el grito de batalla "¡yo soy el dios Apollo!", puede ser que traiga algo de luz a esta eterna medianoche.
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