Por Nicole María Rojas Castillo - Estudiante de la carrera de Publicidad con énfasis en Producción Multimedia
Como bien sabemos, el racismo ha sido una problemática social que ha afectado a una cantidad significativa de la población a nivel mundial. Este procura un orden jerárquico entre los grupos étnicos con el fin de justificar los privilegios y ventajas de las que usufructúa el grupo dominante (Significados, 2020); poco a poco y con el paso de los años se ha ido combatiendo con el fin de establecer la igualdad. Lastimosamente el campo de la producción audiovisual no se exime de la participación en este acto tan atroz y nosotros como espectadores de este contenido no nos habíamos dado cuenta o simplemente lo hemos dejado pasar por alto.
Desde temprana edad hemos estado expuestos a contenido que normaliza la injusticia racial, ya que, por más difícil de creer, grandes y reconocidas productoras de programas dirigidos a niños tales como Disney (y sus derivados) han incluido escenas racistas en sus series, cortos y películas. La misma compañía advierte en sus plataformas de streaming “la aparición de representaciones culturales anticuadas” en escenas de películas clásicas como Dumbo (1941), Peter Pan (1953), El libro de la selva (1967) y La dama y el vagabundo (1955). En estos, y aún más filmes como Mulán (1998) y Pocahontas (1995), se representan diferentes razas y etnias de manera despectiva, desde afroamericanos maleducados a nativo americanos monosílabos.
La inclusión de estas escenas no se tomaron como una sorpresa, ya que el propio fundador de la productora, Walter Elías Disney, conocido como Walt Disney, había sido tildado en diversas ocasiones de racista y misógino (Carrasco, 2019). Sin embargo, una película en particular de esta productora, Fantasía 1940, tuvo fuertes críticas, por lo que John Carnochan, editor de Disney, ordenó que se borrara la escena (Flores, 2020). Esta se resume en un cortejo primaveral en el que la mayoría de los personajes son de rasgos caucásicos a excepción de uno de menor tamaño y con una tonalidad más oscura de piel haciendo referencia a un afroamericano; este personaje es excluido y su participación se reduce en servir a los demás lo cual es denigrante. Esta escena fue eliminada hasta 1991.
A pesar de eso, 79 años después del estreno de Fantasía 1940, Disney tuvo una evolución y anunció que dentro del cast del live-action de La Sirenita, iba a salir Halle Baily, estadounidense de descendencia afroamericana, interpretando a Ariel, la cual en los dibujos animados se describe y presenta como una sirena caucásica de cabello rojo. Esto causó muchísima controversia, ya que hay personas que tienen ideas muy claras de cómo deberían verse los personajes y esperan que las productoras respeten los parámetros que se establecieron en el pasado, pero Disney se encargó de desafiar esta idea con el remake de una de las películas más queridas de sus clásicos, La Sirenita (Castañeda, 2019). A pesar de que la primera impresión fue negativa muchas personas ya se están adaptando al nuevo cast.
Afortunadamente, han surgido muchos cambios y, en la actualidad, el cine y el ámbito de la producción audiovisual en general han dado un giro de 180°. La tolerancia hacia el racismo es cada vez más reducida, las películas que contienen escenas discriminatorias son seriamente criticadas, por lo que los estereotipos raciales en las ellas son menos casuales o constantes de ver. Por otra parte, se les han abierto muchísimas puertas, espacios y oportunidades en este campo a personas de grupos discriminados, oprimidos y vulnerables en proyectos masivos y de gran importancia. Esto ha ayudado a estas personas a alzar su voz, mostrar su realidad, desigualdades e injusticias, y a difundir mensajes que crean conciencia y ayudan a que más personas se percaten de la gravedad de los actos y los pensamientos jerárquicos entre grupos étnicos. Sin embargo, es una lucha que aún no acaba y aún sigue circulando contenido racista, por lo que nosotros como espectadores debemos oponernos y tomar medidas dejando de consumirlo, verlo y apoyarlo.
