Cada 24 de octubre se celebra el Día Internacional contra el Cambio Climático, con el propósito de alertar acerca de los posibles efectos de este fenómeno en el planeta. Si bien esta efeméride no fue proclamada por la Organización de las Naciones Unidas, ante la urgencia de la acción climática, la fecha es el pretexto perfecto para poner sobre la mesa la reflexión sobre los mecanismos que se están desarrollando para potenciar los esfuerzos ante esta devastadora situación.

Volver la mirada hacia la naturaleza parece ser uno de los caminos prudentes a seguir para impulsar la lucha contra el cambio climático. Dejar de lado el enfoque extractivista de la naturaleza y promover esfuerzos para centrarse en la coexistencia armoniosa y adaptativa entre el ser humano y el resto de las especies es una pincelada de lo que plantean las soluciones basadas en la naturaleza (SbN). ¿Qué son exactamente las SbN y cómo marcan una diferencia? ¿Qué criterios cumplen? ¿Cómo se diferencian de otras propuestas?

Cambio climático y biodiversidad

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) definió las SbN como “acciones para proteger, gestionar de manera sostenible y restaurar los ecosistemas naturales y modificados, que abordan los desafíos de la sociedad de manera efectiva y adaptativa, beneficiando simultáneamente a las personas y a la naturaleza”.

Además, a través de un proceso de consulta global, y con el objetivo de evitar el uso inapropiado del concepto (greenwashing), en el año 2020 la UICN publicó el Estándar Global de la UICN para las SbN. El documento, que aporta un marco sólido para diseñar e impulsar SbN, y para medir y verificar su impacto, se centra en los usuarios, es dinámico y facilita la aplicación, aprendizaje y mejora continua.

En medio de las crisis del clima y la biodiversidad, las soluciones basadas en la naturaleza se consideran cada vez más importantes para reducir los efectos del cambio climático y además proteger los ecosistemas y la biodiversidad. Se estima que las SbN con salvaguardias pueden proporcionar el 37% de la mitigación necesaria para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París en 2030.

De acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), más de 130 países ya han incluido acciones de SbN en sus planes climáticos nacionales. Además, a diferencia de otros fallidos enfoques antropocéntricos, las SbN dan lugar a una ganancia o mejora neta de la biodiversidad, porque proponen caminar hacia propuestas humanas que coexistan y respeten los recursos naturales, por medio de las interconexiones de los ecosistemas.

Esto es posible, por ejemplo, mediante la protección y restauración de arrecifes de coral, el mantenimiento de los bosques vivos, la purificación del aire y el agua, la regulación del clima por medio de la absorción del carbono y la construcción de cuidades más verdes, que reducen los riesgos de inundaciones por medio del control de la escorrentía.

Retos mayores

Por otra parte, si no se gestionan adecuadamente, las SbN no son siempre la mejor opción. Por ejemplo, plantar árboles no nativos para compensar las emisiones de carbono puede ser perjudicial para la biodiversidad y dar como resultado que los posibles beneficios climáticos no superen los costos. Por esta razón, para garantizar la solución correcta en el contexto correcto, las SbN deben acompañarse de decisiones basadas en la ciencia.

Algunos investigadores indican que la incorporación de las SbN supone retos mayores y requiere de un nuevo enfoque en el pensamiento económico, consciente de que los flujos de energía y materiales necesarios para el bienestar humano deben permanecer dentro de límites sostenibles. En otras palabras, los beneficios de las SbN no se materializarán a menos que se apliquen dentro de un marco de pensamiento que contemple los múltiples servicios de los ecosistemas y reconozca las compensaciones entre ellos.

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