Por Paula Picado Castro - Estudiante de la carrera de Cine y Televisión Digital
Dentro del séptimo arte, podemos encontrar a memorables intérpretes del lenguaje cinematográfico que han logrado trascender tiempo y espacio con sus historias en la pantalla grande. Personas cuyo trabajo e ingenio han marcado un antes y un después en la historia del cine o incluso iniciado movimientos artísticos dentro de ella como la nouvelle vague en el caso de la directora francesa Agnes Varda.
La filmografía de Varda se caracteriza por retratar la vida de las personas, pero no desde un formato de entrevistador/entrevistado o incursionar en cada detalle de la vida de un extraño, sino desde la llamada Escuela de la Humildad; este concepto hace alusión a que el rodaje de un proyecto audiovisual depende mucho de la actitud del director. Ella comenta que cuando se tiene la cámara en mano, no se está desde una posición de arrogancia o de egocentrismo, sino que se es una simple persona tratando de capturar la realidad y lo mejor de ella, o incluso aquellas situaciones o experiencias que nos hacen diferentes a todos.
La dirección de cine de la directora francesa es muy personal, ya que no responde a conceptos técnicos o ideales de academia, sino que retrata la personalidad de ella. Tiene cualidades como curiosidad, justicia social, contemplación, empatía, etc. Es un cine-escritura que contribuye a la experiencia del mundo a través de las vivencias del otro, por eso revelar la línea argumental de sus películas no constituye un impedimento para el desarrollo de sus historias, pues estas se basan en la experiencia de cómo los elementos cinematográficos traducen en una pantalla elementos meramente humanos y etéreos: la angustia de una mujer al enterarse de que tiene cáncer, la historia de dos jóvenes feministas y sus problemas personales y las complicaciones de las personas en condición de indigencia, por mencionar algunas.
El cine de Agnes Varda permite existir frente a la cámara como el resultado de un genuino interés por las personas. Sus filmes también ilustran el juego que tenemos los seres humanos con respecto al tiempo. Cómo nuestras vidas están escritas por él y es mediante la creación de cine y fotografía que podemos tomar control sobre él. Alargar momentos, entender los antecedentes qué desencadenaron una acción situación, recordar a aquellos que no están y visibilizar la humanidad que tenemos frente a la injusticia y la incertidumbre.
La carrera de la cineasta francesa, precursora de la nouvelle vague, es un gran ejemplo para analizar cuáles son los rasgos de personalidad que debe tener una persona que desee desenvolverse en el rol de dirección. Agnes Varda nunca asistió a una escuela de cine, simplemente se atrevió a utilizar su imaginación. Fue una persona cuya curiosidad la llevó a expandir sus fronteras e interesarse por las luchas sociales como las fuertes manifestaciones antirracistas de los años 60 en Estados Unidos con su documental Black Panthers; el feminismo, con L'une chante y l'autre pas; y la supervivencia dentro de este mundo capitalista en Les glaneurs et la glaneuse, etc.
Si usted tiene interés por estudiar cine, pero no está seguro si tomar ese camino, debería ver alguna de las películas de este exponente de la Nueva Ola francesa en los años 60, pues este séptimo arte tiene como núcleo contar visualmente y las historias de Varda, a pesar de ser recientes en la historia del cine, mantienen esa cualidad importante: contar a través de lo que se muestra en el plano. Esto requiere un gran desarrollo en aspectos más formales como la observación y el análisis, pero también de empatía, curiosidad e incluso la apreciación por los distintos tipos de arte, como la pintura-escritura y la escultura, entre otras, pues el cine tiene la grata particularidad de ser un espacio donde convergen todas las artes como elementos narrativos.