Acabo de leer lo que escribe el señor Guido Saborío en Delfino el 20 de Julio y que titula: “Una señal de esperanza para el Parque Nacional Corcovado”. Antes que nada, quiero felicitar a Guido por ser tan positivo con respecto a Corcovado, aunque lamentablemente, la realidad que pinta en su artículo sobre esa área protegida este lejos de ajustarse a la verdad.

El Parque Nacional Corcovado viene en una espiral descendente, en términos de conservación, desde el 2010, cuando hubo una nueva invasión de oreros y don Álvaro Ugalde (q.d.D.g) y este servidor lo denunciamos al gobierno de turno. En su artículo, el señor Saborío menciona que ellos han hecho el monitoreo biológico más intenso realizado en el parque hasta la fecha, lo que tampoco se apega a la verdad, pues el Programa de Manejo de Vida Silvestre inicio un programa de monitoreo de mamíferos grandes y medianos desde el año 1990, y que se extendió por 25 años. Don Guido sabe (porque él fue parte), que este programa finalizó porque las autoridades del Área de Conservación de Osa (Acosa) en aquel momento, hicieron lo posible para obstaculizarlo, pues los datos mostraban tendencias a la baja de varias especies indicadoras de la salud del bosque en Corcovado. Las condiciones que propiciaron esa baja en las poblaciones de especies como el chancho de monte y el jaguar no han cambiado desde entonces, pues de hecho, la cacería, la falta de personal (guardaparques en el campo), la tala ilegal, la oreria y el narcotráfico se han agravado.

No se puede obviar la historia, el Parque Nacional Corcovado ha pasado por periodos de mucha presión sobre sus recursos naturales, como en los años 80 con la invasión de oreros y la crisis a principios de los 90s con el aumento de la cacería furtiva, que bajaron las poblaciones de muchos mamíferos medianos y grandes casi a su desaparición. Habla en su artículo don Guido que “en el caso de los chanchos de monte, los resultados nos permiten tener claridad sobre la distribución de la especie en el Parque, los sitios que más utilizan, y mediante las cámaras trampa, y las observaciones en el campo, sabemos que las mega-manadas se han estado reproduciendo exitosamente dentro del Parque durante ese periodo”. Sin embargo, tengo que decirle que la reproducción por sí sola, no nos dice nada de la salud de una población, si no sabemos cómo está la mortalidad, que, en el caso de Corcovado, es artificialmente alta por los impactos humanos que mencioné anteriormente. Eso para no entrar en detalles con otras especies como el jaguar, que, si revisa unos años atrás, tenía poblaciones saludables en el parque.

Un biólogo de vida silvestre con entrenamiento adecuado y con experiencia, puede deducir la gravedad del problema al analizar el aumento en la población en especies como los pumas y saínos, el descenso de población de jaguares y chanchos de monte, la presencia de coyotes en el área, etc. Todo eso nos indica que la salud del bosque de Corcovado ha declinado significativamente en la última década. Es importante entender, que la presencia de especies emblemáticas no son factor determinante en la definición de la salud de un ecosistema. Es necesario tener al menos las tendencias de las poblaciones de esas especies tanto en tiempo como en espacio, tema que del todo no menciona el biólogo Saborío. Es bueno ser positivo, pero lo que no es correcto es inducir a conclusiones erradas que evitan o atrasan la acción de conservación.

Para reforzar esto, les cuento que miembros del Frente por las Áreas Silvestres Protegidas (FASP), se dieron a la tarea de visitar el Parque Nacional Corcovado y sus alrededores en febrero de este año. En esa visita, documentaron con entrevistas y videos lo que allí está ocurriendo. Invito a don Guido a que vea la evidencia, que se ha publicado en la página de Facebook del FASP, donde hay testimonios de guardaparques, Covirenas, y pobladores de la zona que están muy preocupados con el resurgimiento de la oreria, la extracción ilegal de madera, el narcotráfico y cacería ilegal, aunado a la poca capacidad de reacción del personal encargado del Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac).

Esta situación se agrava con la falta de recursos que el Sinac anunció recientemente, y que amenaza incluso con el cierre técnico de las áreas silvestres protegidas.

En mi opinión, es peligroso dar una falsa esperanza, cuando lo que está pasando está afectando profundamente los recursos del Parque Nacional Corcovado.

Es ilusorio pensar que esta situación va a mejorar sola, y que la salud del bosque va a retornar sin la intervención humana. Entonces, ¿Hay esperanza para el Parque Nacional Corcovado? Sí, pero si se actúa ya, deteniendo los flagelos de la oreria, cacería furtiva, narcotráfico y demás extracción de recursos, aumentando el control y protección e implementando un programa de educación agresivo dirigido a los pobladores de la Península de Osa.

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