En las últimas semanas se han anunciado nuevas candidaturas a la Presidencia de la República.

Para sorpresa de nadie “el hijo del hombre” resultó electo candidato por Liberación Nacional, por su parte Piza anuncia un nuevo intento, con nuevo partido. Pero definitivamente el anuncio envuelto en llamas (literalmente) fue el de Valenciano Kamer por el Movimiento Libertario.

Mi intención durante la presente campaña electoral, es realizar análisis de la retórica, imagen y narrativa de los audiovisuales que nos recetan los diferentes partidos.  Pero el problema es que el video de anuncio de la candidatura de Valenciano Kamer no deja espacio para la interpretación y el análisis.

A la larga esto resulta muy consecuente, los liberales latinoamericanos nunca han sido afines a las sutilezas y los discursos complejos.

Este es un audiovisual con una retórica llana: una especie de bodega en ruinas, quizá una fábrica, como símbolo del sector productivo paralizado y languideciente.

De las paredes cuelgan efigies que representan algunos de los presidentes más recientes.

Una mujer mayor, representación de un pueblo agotado y extenuado, recorre el espacio mientras se cuestiona la posibilidad de elegir un presidente que no tenga pasado político.

Explotan las efigies de los presidentes y arden.

Corte a Valenciano Kamer que nos habla a cámara y se presenta como un empresario, y que con él se acabó la fiesta de los políticos.

No hay muchas metáforas aquí, pero lo que sí existe es una clara retórica anclada en el pensamiento de Ayn Rand, autora de cabecera de los liberales.

Ayn Rand aboga por una especie de ética del individualismo, a partir de la cual desarrolla un relato de lo social, donde los hombres empresarios son la figura medular para asegurar el bienestar y la riqueza de toda la sociedad.

Basta con dar un vistazo por el instagram oficial de Valenciano Kamer para corroborar la afinidad con este imaginario.

Citas fuera de contexto de pensadores universales, acompañadas de imágenes del candidato con su colección de autos y motos.

Espacios elegantes, y siempre presente la narrativa del hombre empresario que se hizo a sí mismo.

En las últimas semanas he visto como algunos círculos ligados a la izquierda o al pensamiento progresista, se toman a broma esta estética y narrativa de los libertarios.

Pienso que hacen mal. Olvidan que el país no es solo nuestros grupos de amigos en redes sociales.

En lo personal no puedo creer en este relato del “hombre que se hace a sí mismo”.  Tengo claro que cada uno de nosotros es producto de una sumatoria de circunstancias. Si mi abuelo Don Tino no se hubiera quemado bajo el sol vendiendo naranjas en la feria, y no hubiera existido una universidad pública para que mi madre estudiara, yo no estaría escribiendo esto hoy.

Sin embargo, el relato del “super hombre” o más específicamente, del “super empresario” que viene a resolver todos los males de un sistema ineficiente y corrupto, es parte de las mitologías de la postmodernidad.

Tony Stark, Bruce Wayne, empresarios que con sus métodos llegan ahí donde no alcanzan las instituciones de la democracia.

Pocos relatos de la cultura pop cuestionan este anatema.  Valga rescatar la figura de Ozymandias en Watchmen, empresario dispuesto a quemar el mundo con tal de reconstruirlo a su parecer.

En Costa Rica este discurso se da encuentro con el individualismo estructural de nuestra sociedad. El “nada pasa”, siempre y cuando mi bienestar esté garantizado.

En ese sentido, el candidato del Libertario se vende como el modelo aspiracional de gran parte de la población, a través de una estética de cine acción, el culto a los motores, finca con ganado (una milpa y buenos bueyes), y el poder viril capaz de construir lo que sea necesario, sin importar si el precio a pagar es a costas de la institucionalidad.

Actualización

Me alcanzó la noticia del más reciente gran escándalo de corrupción en la adjudicación de obra pública, mientras terminaba de dar la última revisión a este texto.

Justo este tipo de acontecimientos son los que parecen validar un discurso como el de Valenciano Kamer: “Yo no vivo de la política”.

Esta es una afirmación que puede calar hondo en quienes estamos agotados de vivir en un país que parece lastrado por la corrupción.

Sin embargo, las dádivas y los “favores” del tipo que sean, son una práctica normalizada dentro del empresariado, esto no debemos olvidarlo.

¿Será capaz el Libertario de aprovechar estos acontecimientos para fortalecer su discurso?

Ya lo veremos, en estos momentos el escándalo parece tocar por igual las puertas del sector público y el empresarial. No parece existir santo a que persinarse.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.