Por Norma Solé Matamoros – Estudiante de la Escuela de Economía

Para que se diera la integración centroamericana en los aspectos institucional, político y comercial, tuvieron que pasar nada menos que 60 años. El Tratado General de Integración Económica Centroamericana se pactó en 1960. Este tratado establece que entre Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua se instituye un Mercado Común Centroamericano (MCCA).Este MCCA es el primer ejemplo exitoso de integración latinoamericana, con un arancel externo común, incentivos fiscales, financiamiento mediante un nuevo banco subregional y el desarrollo de la infraestructura física para respaldar la producción y el intercambio comercial dentro de Centroamérica.

En 1991 se dieron cambios institucionales en la integración centroamericana. Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá acordaron el Protocolo de Tegucigalpa, con lo cual se consolidó el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) y Panamá se unió como miembro. La integración ha sido como un matrimonio que ha tenido sus altibajos; pero que ha podido fortalecerse con el pasar de los años, y este fortalecimiento le ha merecido credibilidad y reconocimiento a nivel internacional. A su vez, este tratado ha facilitado la negociación de tratados de libre comercio como el Tratado de Libre Comercio de Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos (DR – CAFTA) y el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea.

Hay que reconocer que lo que ha ayudado a fortalecer la integración, además de las políticas en este sentido, son las acciones individuales de empresarios nacionales y extranjeros. Algo que caracteriza a la región centroamericana es su dinamismo en el sector de servicios, como el turismo.

En infraestructura física se tienen importantes avances. Como éxitos se pueden mencionar el Plan de Inversiones y Financiamiento para Centroamérica, Panamá y República Dominicana (PIFCARD); el Corredor del Pacífico; el Sistema de Interconexión Eléctrica de América Central (SIEPAC); la Red de Carreteras de América Central (RICAM); la Autopista Mesoamericana de la Información (AMI); y el Tránsito Internacional de Mercancías (TIM). No obstante, también hay retos considerables, como la conciliación de las diferentes posiciones que los países adoptan, la formación de una verdadera unión aduanera, y el avance en la unificación de normas y regulaciones comunes sobre el comercio de bienes y servicios.

Una característica de la economía centroamericana actual es el crecimiento del sector de servicios. El aumento de las inversiones muestra su dinamismo y su aporte en la expansión de Centroamérica. El transporte, el sector financiero, las telecomunicaciones, la energía eléctrica, los centros de llamadas y negocios, los servicios profesionales, el turismo y el comercio son ejemplos del nuevo modelo de crecimiento del área. En los últimos años, la inversión extranjera directa en Centroamérica ha aumentado de manera importante, especialmente para Costa Rica y Panamá.

La integración tiene un alto valor para los países en desarrollo y más aún en la globalización. Es necesario el acceso a mercados domésticos amplios, lo que podría lograrse en Centroamérica con una integración más eficiente y fluida de los mercados subregionales de bienes y servicios. El potencial de Centroamérica todavía está para más. Se deben reducir los roces fronterizos y el tiempo de viaje intrarregional. Las exportaciones en Centroamérica pueden aumentar, si se lograra una verdadera integración.

Se puede generar más comercio, crecimiento y bienestar si se implementan políticas y normativas de integración e inversiones. Los aranceles y barreras al comercio pueden disminuir, pero los costos de transporte y logística tienen un peso importante en el precio final de las mercancías. Los costos de logística inciden fuertemente en la competitividad de la región. Las economías centroamericanas pagan costos altos de transporte debido a los pequeños volúmenes de carga.

Un mayor acceso a internet puede facilitar el desarrollo de la economía, al generar nuevas exportaciones de servicios. El desarrollo de las telecomunicaciones requiere anchos de banda menos desiguales en la región. Para un flujo de mercancías de manera eficiente por las fronteras, debe haber medidas que faciliten la armonización de los procedimientos, de los trámites aduaneros, fitosanitarios y de seguridad. Además, modernizar las aduanas es prioritario.

Los hechos recientes de mayo del 2020, a inicios de la pandemia en Centroamérica, han mostrado una alta dependencia del transporte de mercancías por tierra y una frágil red logística.
Los conflictos y diversos intereses políticos tienen una afectación directa en el sector productivo. De acuerdo con el SIECA, la movilización de mercancías en el istmo centroamericano alcanza los USD 9,730 millones en exportaciones y USD 10,086 millones en importaciones.

Sin embargo, las medidas de Costa Rica para evitar la propagación de la COVID-19 se vieron inmersas en una nueva crisis en el comercio intrarregional, ya que fueron vistas como medidas restrictivas y no como una forma segura para el flujo de mercancías. Un resquebrajamiento de los canales de distribución deja en evidencia que se podrían producir consecuencias catastróficas en la región. Lo mismo se vio con la crisis política y social de Nicaragua en el 2018, que puso en riesgo el mercado centroamericano.

Las empresas deberían diversificar sus destinos de exportación y dejar de depender tanto del transporte terrestre, por la inestabilidad regional y por la debilidad en la estructura de comercio exterior en Centroamérica. Las autoridades del Istmo tienen la posibilidad de buscar soluciones conjuntas para reactivar las economías centroamericanas. Se tienen los canales de comunicación y se pueden coordinar las políticas, lo cual indica que los medios están al alcance; es cuestión de voluntad política mantenernos unidos y fortalecernos como un bloque común para salir juntos de esta crisis que nos afecta.

 

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