La Sabana, San José. Antier llegó a Costa Rica para celebrar navidad con sus padres. De primera entrada, me confiesa que le hacía falta el “terruño” porque los desayunos en Florida no saben tan ricos y el frío durante la competencia del fin de semana en Oregon ¡fue terrible! Para él: tan solo una parada del tour más importante del raquetbol mundial. Para mí: la naturalidad de un tico acostumbrado a la élite desde 2014.
Camina sin prisa...relajado. Entre bromas, me cuenta que se siente nostálgico porque esta tarde entrenará en el Indoor Club. Sitio con valor sentimental porque ahí aprendió a jugar empíricamente en 1999. Era común verlo peloteando después de las prácticas recreativas de su papá o viendo los torneos nacionales con cuaderno y lapicero en mano.
Al pensar en este contexto, no tardé en imaginar una clase social alta. Pensamientos que Felipe cortó de raíz al confesarme que su padre jugaba ahí por una membresía regalada y nunca tuvieron el dinero para meterlo en clases ¡Sorpresa mayúscula! Un niño al que le tocaba rascar presupuesto para inscripciones o para viajar con la selección menor a mundiales.
Desde 2003, participó en todos los mundiales junior hasta 2006 en Arizona. Campeonato que sin imaginarlo, le cambiaría la vida por la llegada de tres ofertas universitarias:
-Yo nunca tuve planeado salir de Costa Rica a los 18 años, sin embargo se me acercó la Universidad de Colorado (la mejor en raquetbol de USA) con una buena beca y me cambió la perspectiva.
-Diay pero ante tal oportunidad, imagino que nunca titubeó…
-En realidad lo hice más de la cuenta (se ríe), ya que les di el sí cuando faltaban solo tres semanas para iniciar las clases...creo que era algo que me tocaba.
Así fue como en 2007 arrancó su carrera en Ingeniería Industrial y empezó rozarse con los mejores prospectos del planeta. Oportunidad que a la postre lo llevó a competir, totalmente costeado por la universidad, en las primeras paradas del tour profesional de Estados Unidos.
Al concluir los estudios en 2013, no dudó en seguir por el camino del raquetbol profesional antes que la ingeniería. Para Camacho resultaba el mejor momento para intentarlo y bien colocado en el ranking mundial, parecía fácil buscar patrocinios para recorrer el país norteamericano cada año.
Se queda silencio...sonríe y acepta que todo es más difícil de lo que pensó. Ya son 5 años de competir ininterrumpidamente en la élite y caminar por San José, sin olvidar que nunca trabajó por la foto o el dinero, lo hizo para demostrar que los ticos somos capaces de lo que sea.