"Trátelo con cuidado, el país atraviesa una coyuntura crítica". Así, con una advertencia clara pero poco alentadora, el Programa Estado de la Nación (PEN) presentó este miércoles la edición 2019 del Informe Estado de la Nación.
Este análisis es la vigésimo quinta edición del estudio que el centro investigativo viene desarrollando desde 1995 y en el que, aunque el panorama ya no es pesimista (como lo fue el año pasado), su carácter mantiene la alerta y el llamado a la responsabilidad de los actores políticos, frente a la coyuntura que atraviesa el país.
En resumidas cuentas (y como muchos de ustedes ya lo saben) el informe señala que el último año fue complicado para Costa Rica. De ahí que resalte que 2018 y la primera parte de 2019 estuvieron marcados por "una coyuntura crítica cuyo desenlace es, hoy por hoy, de pronóstico reservado", pues el país estuvo marcado por condicionantes que resultaron poco favorables para su desarrollo.
Los últimos meses se han caracterizado por un deterioro de los principales indicadores del desarrollo económico y social, así como por un gobierno con insolvencia financiera que, a pesar de tener un respiro con la aprobación de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas en diciembre del año pasado, no ha logrado salir de la rueda de la crisis.
Estos justamente, eran los elementos de aquel cable que estuvo a punto de romperse y del que el programa alertó en su edición 2018, cuando el panorama era, por mucho, más negativo del que es ahora.
En 2019, sin embargo, la perspectiva no es tan alarmante aunque se mantiene con las alertas y la advertencia de cuidado. Según la sinopsis del informe entregada a la prensa, el PEN detalla que:
A pesar de la complejidad de la situación actual, el Informe Estado de la Nación 2019 no extrae una conclusión derrotista: reconoce la resilencia de las fortalezas históricas de la sociedad costarricense y la importancia de que el país conserve, al día de hoy, su estabilidad económica y política".
¿Qué fue lo que marcó la diferencia que logró que no rompiéramos el cable, si no que llegásemos por lo menos a la caja de "frágil"? Según el informe:
La política de coaliciones y las respuestas de política pública de parte de los Poderes Ejecutivo y Legislativo ante la insolvencia fiscal" que fue el factor que logró "ante la insolvencia fiscal (...) mantener la estabilidad, pese a no lograr la reactivación económica".
Este aire que nos tiene en una situación menos apremiante que la de noviembre del año anterior no es, sin embargo, una señal de que el país puede estar tranquilo pues los retos pendientes todavía continúan y, como ustedes verán, no son pocos.
Año duro
Según el PEN, la situación que afrontamos este y el año pasado, no es nueva: desde 2016 Costa Rica sufre una desaceleración económica que, si bien es cierto, se sintió de forma más aguda fue en el 2018, tiene efectos multicausales a los que hay que prestar atención.
Tal y como había señalado en su actualización de las perspectivas macroeconómicas el Banco Central, Costa Rica atravesó este año y el anterior, un panorama internacional convulso que no nos ayudó en nada.
Según el informe, el aumento de las tensiones comerciales, en especial entre Estados Unidos y China, la reducción de la confianza empresarial, el empeoramiento de las condiciones financieras y la incertidumbre política en varios país que nos afectan directamente (como el caso de Nicaragua), generaron una disminución en el dinamismo de la economía mundial que nos afectó directamente y se vio reflejada, por ejemplo, en la reducción del crecimiento de las exportación de bienes que pasaron de un 8.5% en 2016, a un 5.1% en 2018. Por otro lado, las ventas externas de servicios disminuyeron de un 10,6% a un 3% en dicho periodo de tiempo.
A ello es necesario sumarle el desbalance fiscal del gobierno, que presionó al país a endeudamientos con condiciones cada vez menos favorables que motivaron a que de 2015 a 2018 el crecimiento de la recepción de ingresos fiscales se redujese de 9,6% a 4%.
Acá fue donde la implementación de acuerdos y alianzas políticas fueron las que crearon nuevos instrumentos que mejoraron la sostenibilidad y evitaron la debacle.
Entre ellos el PEN destaca la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, la emisión de nuevos eurobonos y la política monetaria del Banco Central; sin embargo, es importante señalar que ninguna de estas políticas llegó de gratis pues su coste también tuvo un alto impacto en la situación nacional.
Según el PEN, uno de estos aspectos de alto impacto negativo en la economía, fue la huelga en el sector educativo y salud del año anterior, a partir de cual se explica más del 50% de la desaceleración económica del 2018. Este movimiento fue, de hecho, la cuarta acción colectiva más alta desde 1995, cuando el PEN empezó sus registros.
Aspectos económicos a la baja
La desaceleración económica tuvo infinidad de manifestaciones pero la más significativa fue la contracción en el consumo de los hogares, un aspecto que permeó a la economía en general y en todas sus esferas.
Si el consumo de los hogares se desacelera, las empresas venden menos y si las empresas venden menos contratan menos personal; así es como los hogares de las personas que ya no están siendo contratadas, empiezan a consumir menos y entonces el bajón se sostiene de forma cíclica, tal y como sucedió en el caso costarricense.
Otro de los patrones que se intensificó en este último periodo fue el del comportamiento de la generación de empleo: según el informe, aún cuando el país registró niveles de crecimiento favorables, dicho auge económico no se reflejo en la generación de nuevas oportunidades laborales.
Para el PEN, esto es reflejo de una "debilidad estructural" que Costa Rica lleva años arrastrando, en la que la economía crece pero no así lo hacen los puestos nuevos que se abren. Es de ahí de donde se explicaría el aumento del desempleo registrado en los últimos meses.
Ahora bien ¿cuáles son los sectores que están generando empleo? Este aspecto fue estudiado por esta entrega del informe, que para ello dividió a las empresas en tres grandes grupos: las "bajas" que conforman los deciles del primero al sexto; las "medias" que incluyen del sétimo al noveno decil y las "altas" que son las que corresponden al décimo decil empresarial.
Según los resultados del informe, las empresas "altas" (que son apenas 6.218) son las que generan la cuarta parte del empleo privado formal, mientras que el resto ("medias" y "bajas" que suman un total de 55.968 empresas) generan apenas la cuarta parte de los empleos.
¿Qué quiere decir esto? Que la mayoría de las empresas del país son PYMES o MiPYMES que no están generando mayores condiciones de empleo, de ahí que esa falta de recursos para que estas crezcan y se desarrollen como compañías más grandes con mayores capacidades de empleabilidad es el primer disparo en el pie que nos estamos pegando.
En la revisión de 21.290 empresas que estuvieron activas entre 2005 y 2017, se constató que el 88,5% de estas mantuvieron su tamaño 15 años después, lo que para el PEN es un ejemplo más de la importancia de que las políticas no se concentren solo en incrementar el número de emprendimientos, sino que igualmente se enfoquen en mejorar el crecimiento de dichas empresas, ese cambio en la estrategia es fundamental si lo que se quiere es empezar a generar mayores oportunidades laborales.
Desigualdad y regresión en inversión social
Las condiciones económicas anteriormente citadas, tienen un impacto directo en los ingresos de las familias y por tanto, en el consumo de éstas (¿ven el ciclo nuevamente?) pero además, afectan directamente a que la calidad del empleo que sí se está generando en el país.
Según el PEN, las estadísticas señalan un aumento en la informalidad y en el subempleo y, además, hay cada vez más "zonas grises" con trabajadores, principalmente autónomos, que se encuentran en condición de desprotección legal (seguro social, por ejemplo).
Este escenario mantiene y reproduce las brechas sociales de género y de edad y también influye en el mantenimiento de las brechas territoriales y socioeconómicas así como la desigualdad en general que lleva estancada ya 5 años en Costa Rica.
Según el PEN, en todos los grupos poblacionales, las tasas de ocupación cayeron respecto a las de hace seis años y todos los grupos tienen menor poder adquisitivo del que se tenía hace cinco años... los grupos de mujeres, personas de zonas rurales o quienes viven en pobreza, son los que mantienen tazas de ocupación más bajas del espectro.
Este escenario desigual también se vislumbra en la diferencia que se sostiene entre las zonas GAM y periferia, donde el informe señala que el Gran Área Metropolitana aglutina al 77% de los puestos de trabajo formales del sector privado, mientras el resto del país se divide el escaso 23% restante.
Hay un punto importante a señalar y es que la inversión social sí creció en el último año, el problema es que lo hizo principalmente en rubros como pensiones tanto de la Caja como con cargo al Presupuesto Nacional. Según el PEN, este comportamiento refleja una contracción en las inversiones más progresivas y enfocadas en atender la pobreza, como lo es la inversión educativa. Por ello, el informe de este año lo que revela es que la inversión social se volvió más regresiva, una de las alertas que justo realizó el año anterior cuando reportó lo que no había que hacer en materia de combate a la pobreza.
La inversión social como movilizador para salir de la pobreza sigue siendo uno de los principales pilares de la lucha contra el flagelo y por eso el PEN señala que es gracias a los recursos que se destinaron por esa vía, que la pobreza reportó una contención y no un retroceso en los estándares de 2018-2019. Lo que el PEN plantea ahora es la necesidad de generar mejores recursos para maximizar la efectividad de las ayudas sociales.
Últimos meses de bocanada
Después de todo este pesado escenario, sin embargo, es necesario rescatar que tal y como señaló el Banco Central en su análisis de las perspectivas económicas futuras el día de ayer, en los últimos tres meses de registro del informe 2019 (junio, julio y agosto 2019) el país reportó crecimientos económicos que podría significar una bocanada de aire en el escenario sombrío que acabamos de describirles.
Aunque para el PEN aún es muy pronto para hablar de una luz al final del túnel, el escenario es bastante más favorable que el que se vislumbró a finales de 2018 y por eso el Informe aconseja "máximo cuidado y precisión por parte de los actores del sistema político" a la hora de tomar las siguientes decisiones país.
El PEN solicita a los representantes gubernamentales de las diferencias facciones que mantengan un buen manejo a corto plazo de los conflictos, pues en una época de riesgos, como esta, es vital la celeridad asertiva para evitar costos en términos de desarrollo humano. La responsabilidad está en los supremos poderes y es grande, así que a estar atentos en todas las áreas.
Este año, el PEN desarrolló la plataforma web: “Dcifra tu cantón” que se enfoca en dar información a la ciudadanía sobre los desafíos cantonales en desarrollo humano sostenible, para alimentar la discusión y promover el interés en el marco del proceso electoral de nivel municipal que se realizará en febrero de 2020. La aplicación se lanzará al público en las próximas semanas y sobre ello les estaremos informando oportunamente.