Siempre escribo sobre temas vinculados con desigualdades de género, pero hace semanas el dolor por la guerra es tan grande que me duele respirar profundo, me cuesta concentrarme para trabajar, y hasta siento culpa por vivir en un lugar seguro, donde yo, mi hija y mi familia llevamos una vida normal.  ¿Cómo dejar de pensar en que cada diez minutos muere un niño o niña en Gaza? ¿Cómo ignorar que mientras yo hago dormir a mi hija por la noche muchas otras madres abrazan a sus hijos con temor y sin saber si habrá un mañana para ellos?

La  globalización y las tecnologías nos permiten ver casi en directo los estragos que los bombardeos indiscriminados están dejando en la Franja de Gaza, y nos permiten ver las consecuencias de la maldad humana y de la falta de empatía. No existe ninguna explicación política ni histórica que justifique la muerte y el dolor de la comunidad palestina.

Siendo tan evidente la magnitud de la catástrofe ¿qué pasa con la especie humana que no reacciona? ¿Por qué el ser humano, conocido como homo sapiens, dejó de ser “sapiens”?

Las distintas especies del planeta tienen reglas de convivencia, jerarquías, roles y  sentido de comunidad. La mayoría de las especies viven en manadas y tienen un sentido de pertenencia a estas. Los lobos, por ejemplo, están presentes en los distintos continentes, en climas de frío y calor, con características físicas que varían, pero con algo en común: sin importar su territorio, la especie tiene sentido de pertenencia y los lobos y lobas se cuidan entre ellos.

Los elefantes son otro ejemplo de especie con emociones y empatía. La ciencia ha mostrado que estos animales se ayudan mutuamente en momentos de necesidad, lamentan la muerte de amigos, e incluso se ha descubierto que las madres elefantes adoptan bebés huérfanos de elefantas fallecidas.

Entonces me pregunto, ¿dónde quedó nuestra “empatía animal” como especie? ¿Qué le pasa a la especie humana? ¿Por qué no son millones las personas protestando en el mundo y presionando a sus autoridades para que llamen a detener la guerra? ¿Por qué no hay un paro mundial por la paz? Finalmente cuando se detienen las economías es cuando los gobiernos deciden escuchar a sus pueblos.

No tenemos que hablar el mismo idioma para empatizar. No tenemos que profesar la misma religión para compartir la creencia de que la guerra nunca es el camino.  No hay que ser madre para sentir el dolor de otras madres. Solo tenemos que ser personas, solo tenemos que tener empatía por otras personas, la empatía que sentiría un ser vivo del reino animal por un par de su especie.

Actuémos como homo sapiens y demandemos a nuestras autoridades de todo el mundo para que actúen como tal.

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